“Si queremos libertad plena, debemos entonces pensar en revivir el legado de José Martí, ahora más que nunca”, advirtió el escritor y periodista Armando V. Pomar en el marco del “Mes de Martí” donde se ha querido recoger y resaltar su ideario y pensamiento sabio a iniciativa de este periódico LIBRE.
“José Martí Pérez, hijo de emigrantes españoles, nacido el 28 de enero de 1853, en la habanera calle Paula, barrio caracterizado por el mercadeo, el bullicio y el paso sistemático de militares españoles, fue la cuna de uno de los pensadores más importantes que ha dado la América”, destacó Pomar.
“Porque conoció la vida colonial de entonces y especialmente, los excesos e injusticias de los militares españoles que, por aquel entonces, gobernaban con mano férrea la isla de Cuba”, insistió Pomar en su opinión para LIBRE.
Autodidacta
“Por otra parte, respiró la enrarecida atmósfera que cerraba puertas y negaba posibilidades de desarrollo a la nación y a cada cubano. Su vocación de autodidacta y de lector impenitente le permitió acceder a la cultura universal, a la historia tanto en Cuba y en Europa, como de Estados Unidos y cada país de América Latina que visitó”, resaltó.
“El pensamiento de José Martí siempre se identificó por la autonomía, la creatividad y la originalidad. Porque existió un esfuerzo consciente en Martí por mantener la independencia de su pensamiento”, añadió Pomar.
“Se pudiera concluir, por lo tanto, que Martí no fue un hombre de escuela ni de dogmas, sino hombre de ideas […] Su pensamiento pudiera calificarse de abierto, integrador y dialéctico, sin que se le pueda poner etiqueta ni filiación a ninguna doctrina”, aclaró Pomar.
“Por eso no debe ser etiquetado Martí en escuela alguna de pensamiento. Porque cada pueblo se cura conforme a su naturaleza, que pide diversos grados de la medicina, según falte este u otro factor en el mal, o medicina diferente”, recalcó.
Martí, como si fuera poco, fue un humanista, pero un humanista práctico; fue un hombre de ideas, poeta y orador; se elevó por encima de su creación, de su vocación al arte para liderar una revolución con y por los pobres de la tierra, pues tuvo la convicción de que con los oprimidos había que hacer causa común”, resaltó.
“Hoy en día, de acuerdo a lo que están viviendo algunos pueblos de América como Cuba y Nicaragua, resulta muy importante ahondar en el pensamiento e ideario martiano desde una perspectiva de vida y obra”, agregó.
Conocedor de la
naturaleza
“Martí fue un profundo conocedor de la naturaleza en su expresión tanto de las islas del Caribe como en el continente, ya que entendió a la perfección la expresión cultural y la problemática social, lo cual siguen sin entender todavía los tiranos que han subido al poder en estos países”, aseguró.
“Martí era un sabio, igualmente, en cuestiones políticas porque desde su corta estancia que tuvo en su niñez en los campos cubanos en Caimito del Hanábana, supo y analizó la expresión de la riqueza de un país como base fundamental para desarrollar y enriquecer su economía”, explicó.
“Además, la estancia de Martí en México, Guatemala y Venezuela fue esencial en el proceso de conformación de su imagen y concepción de nuestra América. Conoció en esos países la abrupta y colorida naturaleza continental”, afirmó.
“La concepción martiana de nuestra América, fue un proceso paulatino, en el que intervino de manera esencial su conocimiento del hombre y la sociedad en todas las variantes que le proporcionó la vida desde su niñez”, agregó.
“Según José Martí, a quien sus contemporáneos llamaron con justicia «Maestro» y también «Apóstol», el hombre natural de América es por naturaleza, bueno, artístico, amable, creativo y con alta espiritualidad. Por eso no se le puede negar la libertad”, acotó.
en América
“Por eso se hace necesario, ahora más que nunca, aplicar toda la concepción martiana de nuestra América, a su percepción de la historia y la cultura de los pueblos de la región. A que resulta muy significativo que, en la historia de la región, se destaca un pasado épico, pletórico de luchas por la libertad y desarrollo pleno”, recordó.
“Martí expresó, como también se hace ahora, la inquebrantable marcación de injusticia que cometen a diario los esbirros del régimen castrista, contra las turbas inocentes que solo se atreven a salir a las calles a gritar por la libertad”, destacó Pomar.
“Martí ya presagiaba el futuro incierto para Cuba porque reconocía, en sus escritos, los hierros que propiciaba la desunión, del aldeanismo y del desarraigo. Y la intolerancia de los verdugos españoles contra la inocente población conformada por hombres curtidos en los campos”, enfatizó.
Sin tapujos
“Sin tapujos, Martí reconoció los injustos orígenes de nuestra América ya que del arado nació la América del Norte y la española del perro de presa. Una guerra fanática sacó de la poesía de sus palacios aéreos al moro debilitado en la riqueza, y la soldadesca sobrante, criada con el vino crudo y el odio a los herejes”, sintetizó.
“Martí fue consciente que «De la independencia de los individuos depende la grandeza de los pueblos». En este sentido, defendió la idea de que todas las fuerzas o influencias, especialmente la educación y la cultura, deben estar dirigidas a lograr hombres libres, independientes y autónomos.
“Pero la grandeza del maestro se sintetiza en que uno de los ejes fundamentales del ideario revolucionario de Martí, si no su piedra angular, fue el imperativo moral de contribuir a la obra magna de la modernización socioeconómica del mundo para transformar las estructuras sociales y políticas de América, de las islas del Caribe, y, de Cuba colonial”, concluyó.
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