Las elecciones presidenciales en Venezuela, señaladas para el 28 de julio, y todavía, mientras escribo este artículo, rondando en el limbo, mantienen a los venezolanos, y a muchos de sus países vecinos, en estado de inquietud, primero, por la duda de su celebración, y segundo, si, en caso de conjurarse, se respetará el resultado, casi unánimemente considerado como una previsible derrota para el triste bando Maduro – Cabello y compañía.
La coalición oposicionista, ensamblada eficientemente por María Corina Machado, y que lleva como su candidato, al exembajador Edmundo González Urrutia, por todas las encuestas de opinión llevadas a cabo, promete una victoria arrolladora. El pueblo venezolano, en cada ocasión a la mano, reitera su repudio al régimen. Maduro lo sabe. Cabello lo sabe. Todos, en la cúpula de Miraflores, lo saben.
Pero en el trasfondo está la mano siniestramente oculta del régimen comunista de Cuba. No es secreto para nadie la influencia y el control que ejerce la dictadura de La Habana sobre los destinos de Caracas. Le viene de lejos, desde los tiempos de Hugo Chávez, y éste, se lo hereda a Nicolás Maduro, quién, gustosamente acepta la condición de lacayo, cuya obediencia aprendió de adolescente, ya que se forjó en la “Escuela Ñico López” del Partido Comunista de Cuba a fines de los años ochenta.
Nicolás Maduro es mucho más que un simpatizante de la revolución cubana o un romántico marxista radical. Es un viejo colaborador de la inteligencia castrista. Por esta razón, los Castro convencieron a Hugo Chávez, en sus últimos momentos, de que éste era su heredero natural. Era uno de ellos. Le confiaban plenamente.
Como complemento de aquella sumisión de Chávez a los Castro, Maduro asume el poder como presidente electo, con la encomienda, por parte de La Habana, de radicalizar el proceso. Esto significaba abandonar las formalidades democráticas con el propósito de salvar las revoluciones, venezolana y cubana, del acoso de los enemigos. Y en este aspecto, Nicolás Maduro, como presidente, ha sido totalmente confiable. De Cuba, durante todos estos años, ha recibido consejos, órdenes, la creación de un aparato represivo para mantenerlo en el poder a cambio de un generoso envío de petróleo, casi gratuito, cuando no totalmente.
Y, ¿adónde voy con todo esto? A recalcar el peligro que pudiera representar Cuba en las próximas elecciones venezolanas. Un cambio de gobierno, con una plataforma opuesta al existente, sería de fatales consecuencias para el comunismo cubano.
Es obvio que Cuba no puede correr el peligro de unas elecciones libres en Venezuela que destronen a Maduro. Un subsidio de 10 billones de dólares al año, incluidos 100,000 barriles de petróleo diarios, es un saqueo demasiado jugoso para dejarlo escapar.
El votante venezolano, en conjunto, todos los venezolanos, están envueltos en un mar de incertidumbres en los presuntos comicios de julio. Si es cierto que todo indica un triunfo de la oposición, en un proceso de legitimidad electoral; también, por otro lado, y por el recuerdo de experiencias pasadas, existe la entendible preocupación de que esos comicios no sean ni libres, ni honestos, ni legítimos, dado que Maduro y su entorno, bajo la dirección de los cubanos, pudieran utilizar el modelo represivo aprendido de éstos, de manera que no se les escape el poder de las manos. Por lo tanto, todo está en veremos.
Los maduro-chavistas ya están seguros de que son minoría y están convencidos de que tienen poco, muy poco tiempo, para convencer a los venezolanos. Ahora, cuando se les acerca la noche, andan organizando tardías porras y falsas encuestas para engañar al pueblo con la afirmación de que están a la cabeza de la preferencia popular. ¡inútil!¡Nadie les cree!
Aunque pretenda demostrar lo contrario, el régimen de Maduro está contra la pared. Si produce unas elecciones honestas, pierde el poder. Si comete otro fraude como aquél del 2013, la comunidad de naciones libres le tornará las espaldas, y las sanciones americanas serán mucho más severas y costosas. Le será extremadamente difícil gobernar, y por la presión de ese conjunto de factores adversos, inexorablemente colapsará.
Sin embargo, en los intríngulis de los pasillos diplomáticos, se tejen y destejen estrategias y rumores de toda clase y diseño. Que si Cuba está como actor en ciertas negociaciones para que se ejecuten los comicios a cambio de ciertas concesiones del gobierno americano. Que si Maduro acepta su derrota atendiendo a garantías ofrecidas en cuanto a su seguridad y bienes. Que si el general Padrino está dispuesto a aceptar una transición mediante acuerdo con Washington. En fin, rumores y conjeturas abundan para todos los gustos, y serán aclarados no antes del 29 de julio, o sea, un día después del gran momento electoral, si es que se cumple.
De una forma u otra, la suerte de Venezuela está echada. Esta consulta popular del 28 de julio puede juzgarse como un punto de no retorno. El clima de crispación se ha acentuado de manera dramática y los venezolanos, en una mayoría impresionante, demandan un cambio. Sería una estupidez, casi perfecta, de Nicolás Maduro, ignorar los clamores pacíficos de su pueblo.
La alternativa sería simplemente catastrófica.
BALCÓN AL MUNDO
Hunter Biden, el hijo del presidente fue encontrado culpable por falsamente haber declarado que estaba libre de drogas cuando aplicó para comprar un arma. En este país, “nadie está por encima de la ley”. Lo dijo su padre cuando su oponente político, Donald Trump, fue igualmente encontrado culpable, aunque por diferentes causas. ¿Irá a la cárcel Hunter? Probablemente no; como tampoco lo hará Donald Trump.
El sistema jurídico, en ambos casos, ha trabajado. Pero la ley tiene, dentro de su proceso, ciertas flexibilidades que les sirven a los jueces para aplicarlas a su discreción, a la hora de emitir la sentencia. Hunter no tiene récord criminal y eso trabajará en su favor.
Pero Hunter Biden no está todavía libre de problemas. Le esperan otros cargos federales por evasión de impuestos y emitir falsas declaraciones en su declaración anual al IRS.
Sin embargo, tiene, para evitar las celdas carcelarias, como último recurso, la poderosa pluma de su padre que, al final, podría otorgarle el perdón. ¿Lo hará? Él ha dicho que no; pero el amor de padre, creo, que se impondrá al final, si es necesario.
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Por las aguas de Cuba andaban, o quizás anden aún, más de turistas que de otra cosa, un barco de guerra, ruso, viejísimo, producto de la Segunda Guerra Mundial, y otros mamotretos marítimos que le acompañan. Uno está equipado para reparar la nave mayor, por si la necesita. Es un acto simbólico que sólo sirve de pantalla propagandística. El barco de marras, ni siquiera puede ser usado en Ucrania, por lo viejo, deteriorado, e ineficiente que resulta.
A estas alturas Rusia no puede impresionar a nadie militarmente. Sus condiciones militares, como las económicas, son deplorables. ¿A quién engañan?
Sólo Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, se tragan la ingenua fantasía del poderío ruso que existe, solamente, en su capacidad nuclear. Por lo demás, sus fuerzas armadas están a la par de Italia.
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¿Le importan las muertes palestinas a Hamas? En lo absoluto, de acuerdo a lo expresado por su líder Yahya Sinwar, quien ha declarado, abierta y cínicamente, que cuantos más palestinos civiles mueran, más ventajoso para la propaganda antisemita. “Tenemos a los israelíes donde queremos tenerlos”, dijo Sinwar en un mensaje a los oficiales de Hamas buscando un acuerdo con Qatar y Egipto para lograr un cese al fuego en sus propios términos. “Hemos logrado voltear la opinión pública a nuestro favor”, agregó.
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Otro viraje geopolítico, de considerables proporciones, se está observando en Europa en favor de la facción centro-derecha. Comenzó en Italia con Georgia Meloni, continuó en Suecia, siguió hasta la Unión Europea, estremeció a Francia, donde Macron ordenó disolver el parlamento y convocará a nuevas elecciones para frenar el avance del partido derechista National Rally, de Marine Le Pen, con Alemania lista para convocar a elecciones debido a que el partido Social Demócrata terminó en tercer lugar en los últimos comicios.
En Latinoamérica Argentina ya dio el primer paso. Y Boric, de Chile, se está llamando al buen vivir, alejándose de sus impulsos socialistas. El mes próximo se romperá la incógnita de Venezuela.
Todas las cosas quieren su tiempo… y lo tendrán.
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