Había pensado dedicar mi artículo de esta semana al colapso de la infraestructura energética prevaleciente en Cuba, donde, por tres días consecutivos, la población, casi en su totalidad, estuvo carente de electricidad para sus necesidades básicas. En realidad, el colapso es total. La nación colapsa, pedazo a pedazo, inexorablemente. En esto andaba cuando me llega a través de Facebook una sorprendente y valiente alocución del sacerdote cubano Alberto Reyes Pías dirigida a la dictadura que por más de 60 años oprime a mi país de origen. Es un enorme gesto de rebeldía política que cambia mis planes y dedico buena parte de mi espacio disponible a ese llamado del sacerdote Reyes Pías. Dice así:
“Se los suplico, váyanse”
“He estado pensando en qué decir a los que gobiernan mi país. Mucha gente ha pedido a nuestros gobernantes que hagan algo por sacar a Cuba de la crisis generalizada en la que se encuentra. Yo sigo pensando que soy una voz en el desierto, pero soy una voz, y desde este desierto donde parece que nadie escucha, quiero también hoy dirigir mi voz a los que gobiernan esta isla.
No puedo predecir cómo se interpretarán mis palabras, pero quiero decirlas con total serenidad. Mis palabras no son un grito de violencia, no son un desahogo agresivo. Son simplemente la expresión de mi sentir más sereno y más hondo, y desde allí quiero decir solo esto: Váyanse, por favor. Váyanse.
Ustedes no van a reflotar este país, no van a remediar la falta de combustible, ni la precariedad de las termoeléctricas ni van a devolvernos una vida sin apagones continuados.
Ustedes no van a solucionar el hambre de este pueblo, ni van a lograr que los días dejen de ser una lucha continua por la supervivencia. Ustedes no van a resolver el problema monetario, ni la inflación, ni la vida miserable de la gente.
Ustedes no van a garantizar nunca la salud de la población, ni el acceso a los medicamentos necesarios. Ustedes no son capaces de impedir el deterioro de los enfermos crónicos, ni las muertes por la escasez de insumos básicos.
Ustedes no pueden reparar el daño educacional de esta tierra, el deterioro del sistema educativo, la falta de maestros competentes, y en muchos casos ni siquiera la falta de maestros.
Ustedes no son capaces de frenar la emigración galopante e imparable de este pueblo, no pueden evitar que Cuba siga siendo una isla en fuga, que deja tras de sí la pérdida de sus jóvenes y el envejecimiento del país, rupturas familiares con heridas que no sanarán nunca, la soledad de padres y abuelos, la pérdida de aquellos que hubieran podido construir aquí un país próspero.
Ustedes ya no serán nunca el signo de la esperanza, del porvenir deseable, de la ilusión que lleva a entregar la vida.
Y no pueden, porque ya no tienen un proyecto de nación. Anclados en el control del poder, han convertido a esta isla en un barco sin rumbo, donde ya nadie sabe a dónde va, donde la vida es cada vez más incierta, donde todo se apaga y se muere.
Por eso, por favor, váyanse, tomen todo lo que quieran y abandonen este país para siempre.
Y háganlo antes de que, de algún modo, las cosas cambien y puedan ser juzgados, acusados de crímenes de lesa humanidad, porque lo que han hecho y están haciendo con este pueblo es un genocidio silente.
Váyanse, antes de que este pueblo llegue al final de su aguante y se levante con furia incontenible, y consume el final de este sistema arrasando a sangre y fuego todo lo que encuentre a su paso.
Porque cada día sin luz, sin agua, sin comida, cada día con los alimentos de los hijos echados a perder, con la escasez omnipresente y las ansias de libertad rotas, son un llamado que ustedes hacen a la violencia más ciega y desmedida.
Se los suplico, váyanse. Vivan donde quieran y puedan hacerlo, para que también nosotros podamos vivir”.
Hasta aquí el artículo del sacerdote Alberto Reyes Pías. ¿Qué agregar a esta desesperada dramática exhortación cuando todo quedó dicho? Es la voz de la callada expresión que cada cubano quisiera lanzar al aire, pero no puede. En su altivez, resuena, con renovado brío, la insumisa rebeldía cubana.
En sus palabras se levanta el desprecio del pueblo cubano a un régimen espurio que se apoderó del poder por engaño y por fuerza y que se ha mantenido por medio de una oprobiosa y cruel opresión por 66 años al costo de la destrucción física, moral y espiritual del país.
Alberto Reyes Pías, sacerdote por vocación, ha lanzado, en nombre de todos los cubanos, la nueva onda de David.
BALCÓN AL MUNDO
La guerra en Ucrania se acerca a su tercer año de duración y Vladimir Putin no ha podido doblegar la heroica resistencia del pueblo ucraniano. En el transcurso del conflicto, Ucrania, víctima de una injusta y arbitraria agresión, injustificada, desde todo punto de vista, ha sufrido enormes pérdidas materiales y humanas. También Rusia, por su parte, está pagando muy caro por su mal ingeniada aventura, especialmente en el capítulo económico-militar.
Ha sido un fiasco para Rusia en el aspecto militar que ha quedado ante los ojos del mundo como una fuerza disminuida, un poder militar en declive, excepto en el terreno nuclear.
Ante la situación presente, ausente una victoria militar, Vladimir Putin mantiene sus esperanzas en un cambio de guardia en la Oficina Oval. Putin aspira que desde Washington le llegue el elusivo triunfo que no pudo lograr en el campo de batalla.
Este triunfo sería retener la mayor cantidad posible de territorio y población de Ucrania, ejercer el poder del veto sobre la política extranjera de esa nación después de la guerra, y, por supuesto, un debilitamiento substancial de la OTAN y la Unión Europea. Eso es lo que quiere Putin.
¿Surgirá alguien tan tontamente generoso en nuestro sistema de gobierno para facilitar los sueños de Mr. Putin? Sinceramente no lo creo.
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En los pasados 18 meses Vietnam ha elegido cuatro presidentes. Pero no se preocupen que en ese país el role del presidente es sólo ceremonial. La autoridad máxima la ejerce el secretario general del partido comunista.
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La anunciada retaliación de Israel contra Irán por los drones que éste lanzó contra el Estado judío hace tres semanas, mantiene a la teocracia musulmana en la punta de los pies. El ataque se producirá en cualquier momento, y si no se ha realizado ya es porque Biden está desesperadamente tratando de convencer a Netanyahu de no hacerlo antes de las elecciones presidenciales. Pero, en el momento menos esperado, saltará la liebre. Es algo inevitable.
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Escribo esta nota a 12 días de las elecciones generales en Estados Unidos. La presidencia es el tema candente. Los polls dicen que la carrera está sumamente apretada. Unos muestran como favorito a Trump, otros a Kamala. Si fuera a apostar (detesto las apuestas) lo haría por el ex presidente. Como de frecuencia me gusta ir contra la corriente, creo, con firmeza, que Mr. Trump prevalecerá. ¿Razón? La ineptitud de su oponente plus la ausencia de un plan para convencer al electorado. En esta ocasión, por primera vez en más de 50 años, I don’t have a dog in the fight.
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