REPÚBLICA DOMINICANA: Tres opiniones históricas

Written by Libre Online

19 de enero de 2022

Para lograr una visión a mi juicio más realista de nuestra independencia debemos aceptar que la casa real española se replicó en América creando una clase aristocrática que en el continente es la que declara la independencia para evitar las ideas subversivas del liberalismo y la instauración de las repúblicas plenamente, pero en República Dominicana Duarte viene de la Francia liberal y hasta en el nombre introduce la forma de gobierno que deseaba instaurar tal como los padres fundadores en EE.UU. y que es rechazada por nuestra aristocracia y me permitiré unos párrafos de un trabajo mío al respecto:

«Nuestro primer presidente Tomás Bobadilla y Briones presidió la junta gubernativa por solo dos meses para traspasarle el poder a Pedro Santana Marqués de las Carreras.

Un sobrino de Pedro Santana Familias (1801-1864) se casó con una nieta de Tomás Bobadilla Briones (1785-1871).

Pedro Santana Familias fue presidente de la Junta Central Gubernativa desde el 13 de julio de 1844 hasta el 29 de agosto de ese mismo año.

Posteriormente ocupó la presidencia de la República, en cuatro períodos, entre los años de 1844 y 1861 y así comenzó nuestra era pseudo  republicana.

Un ejemplo de rechazo fue confirmado  arriesgadamente con  las bolas negras que impidieron a Trujillo pertenecer al Centro de Recreo de Santiago y al Club Unión de Santo Domingo.

Esa misma discriminación se volvió a manifestar contra Juan Bosh y su gobierno calificándolo de Oclocracia (gobierno de la plebe) al otro día de las primeras elecciones en muchas décadas.

Bosh tampoco pertenecía a ningún apellido consagrado y ahora se me ocurre que tampoco Juan Pablo Duarte ni Ramón Matías Mella y muchísimo menos Francisco del Rosario Sánchez a quienes no se les permitió gobernar.»

Víctor Ml. Caamaño

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Manifiesto del 16 de enero: un acto  pre constituyente

El ideal dominicano de independencia estuvo muy marcado por los principios liberales de los emancipadores de las trece colonias inglesas en Norteamérica. De ahí que, emulando el precedente estadounidense, los separatistas dominicanos de 1844 plasmaron en un texto los motivos que dieron lugar al surgimiento del nuevo Estado.

Esto quedó sentado en la memorable “Manifestación de los pueblos de la Parte Este de la Isla antes Española o Santo Domingo”, del 16 de enero de 1844, también llamada por los historiadores como “Manifiesto del 16 de enero”.

A pesar de tomar como marco de referencia la Declaración de Independencia de Estados Unidos, el Manifiesto del 16 de enero fue más allá de la simple exposición de razones emancipadoras y de invocar los clásicos derechos de corte liberal, pues también se encargó de establecer las primeras reglas básicas de organización institucional a aplicarse una vez proclamada la independencia dominicana.

En ese orden, dicho documento configuró las primeras cuatro provincias del país y dispuso que se erigiera un gobierno provisional encabezado por una junta de once miembros, la cual se instaló el 1 de marzo de 1844 bajo el nombre de Junta Central Gubernativa. Por lo tanto, el Manifiesto cubrió una parte del vacío normativo que imperó desde el 27 de febrero al 6 de noviembre de 1844, cuando fue proclamada la Constitución de San Cristóbal.

 Es por lo antes señalado que destacados historiadores y doctrinarios nacionales ven en el Manifiesto un acto preconstituyente del Estado dominicano que se organizaría jurídicamente mediante la Constitución del 6 de noviembre de 1844.

En ese sentido, don Emilio Rodríguez Demorizi, en su magistral obra “La Constitución de San Cristóbal 1844-1854”, infiere que “la Manifestación del 16 de enero de 1844 era de por sí una Constitución, pero ella no bastaba. (…) la Junta Central Gubernativa, primer gobierno de la Nación, va dictando una serie de disposiciones que son en sí preceptos constitucionales, cuyo carácter habían de observar los constituyentes dominicanos”.

 A decir del profesor Eduardo Jorge Prats, “si no es una verdadera Constitución, al menos el Manifiesto debe ser visto como preámbulo de la Constitución de 1844. Todos los elementos que configuran regularmente a los preámbulos están en este texto.”

 Como suele ocurrir con otros documentos y actos de relevancia histórica, la autoría del Manifiesto es aún objeto de cuestionamientos. Un amplio sector de la bibliografía se la atribuye a Tomás Bobadilla y Briones, presidente de la Junta Central Gubernativa. Otros estudiosos otorgan los créditos de redacción a los próceres Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.

 El Manifiesto del 16 de enero de 1844 es de estudio obligatorio no solo por su importancia patriótica, sino también por su incuestionable trascendencia en el constitucionalismo criollo, toda vez que fue el documento jurídico oficial de la República Dominicana hasta la entrada en vigencia de nuestra primera Ley Sustantiva.

Rolkin Lorenzo Jiménez

EL “PEDIGRÍ” DE LAS

CONSTITUCIONES ES

IMPORTANTE

Por supuesto,   “eL Pedigrí” de las constituciones es importante.

Pero veo en esos primeros instantes de la República, que la unión que surgió entre Afrancesados y Trinitarios, gracias a Sánchez y a Bobadilla, duró muy poco después del grito del 27 de febrero.

Días después regresa Duarte y lo envían a Baní. Y discuten Duarte y Santana sobre un proyecto de Duarte. Santana no fue Trinitario. Y parece que a Duarte no le ha satisfecho el trabajo unionista de Sánchez. Llaman a Duarte de la Junta Central electoral.

Duarte organiza un Golpe de Estado a la Junta. El historiador  Frank Moya Pons, dice que Sánchez avisó a tiempo, a sus antiguos aliados que se escondieran.

Entonces llega Santana desde Baní.  No hubo muertos. Y Don Pedro Troncoso Sánchez, en su biografía de Duarte describe un momento crucial de la historia de esos días del Golpe de Duarte y Contra Golpe de Santana.

Pedro Alejandrino Pérez, el más entusiasta de los de Duarte, iba a ser hecho trizas por unos fiebrudos Santanistas, pero aparece entre ellos Felipe Alfau, duartista antes y ahora.

Uno  de los generales de Santana, saca su espada  y salva a Pérez y lo entrega al Cónsul de Francia.

Claro esto importa poco a los historiadores modernos, Troncoso Sánchez es de los viejos.

Dr. José Tiberio Castellanos

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