Por René Molina (1950)
En la transición del estelar jugador criollo ha influido decisivamente Lou Boundreau, el ex-piloto del “Cleveland”, que lo sacó de la antesala y lo envió a los jardines, y que, además, varió su forma de batear, mostrándole el camino hacia la zona de left-field. En Miñoso se reúnen todos los detalles exigibles a un gran jugador y cuando se hable de los mejores de este torneo de la Liga Cubana no puede olvidársele.
¿Quién es el mejor jugador cubano del momento presente?.
La pregunta queda flotando en el ambiente sin una posible respuesta.
Al igual que en norteamerica se polemiza sobre las cualidades de ese trecillo excepcional integrado por Joe DiMaggio, Ted Williams y Stan Musial, en Cuba se discutiría sin que los entendidos en la materia llegasen a un acuerdo unánime. No obstante hay un punto que nadie puede rebatir: entre los mejores está Orestes Miñoso, del mismo modo que resulta imprescindible incluirle entre los que mayores progresos han logrado. Del Miñoso errático, alocado e inconstante al jardinero estelarísimo que nos ha devuelto el Club San Diego, dista un abismo en todos los aspectos.
La actuación del rápido matancero en el torneo de la Liga Cubana constituye uno de sus motivos de máxima importancia. Miñoso sentó cátedra en cuanto al fildeo de las conexiones que llegan de roller, sin perder de vista el hecho de haber lucido de fildeador excelente sobre batazos de línea o files. Los que tenían interés en verle patrullando los outfield, los que dudaban de los elogios de la prensa yanquee y de los récords del criollo en la costa del Pacífico, se han rendido ante la evidencia aceptándole como el notable jugador que es. Al ser trasplantado a los jardines ha logrado adquirir el aplomo de que estaba huérfano en el infield, y sus tiros largos son precisos y fuertes y su colocación es correcta como si estuviera guiada por el instinto indescifrable que acompaña a quienes alcanzan el milagro de hacer fácil su trabajo en el deporte.
En la transición de Orestes Miñoso ha influido decisivamente la pupila escrutadora de Lou Boudreau. Fue el joven ex-piloto del Cleveland quien comprendió la necesidad de realizar un experimento con el antesalista antillano, fue también él quien hizo observaciones que le han proporcionado más amplios rendimientos de la ofensiva. El propio Miñoso en una entrevista reconoció que antes era un bateador natural de right field, conectaba fuerte por su banda pero tenía que luchar contra la oposición de un enemigo que sabía por anticipado su territorio predilecto.
“Al encimarme sobre el plato, me acostumbré a realizar lo que pudiéramos llamar un “medio swing”.
Boudreau me situó un poco más separado y ordenó que me pitchearan largas sesiones. El resultado fue sorprendente. En esta forma podía hacer un swing completo y tirarle más fuerte a la bola.
En cuanto a su conversión a jardinero también correspondió a Boudreau la tarea de la prueba. Después de verle en el entrenamiento primaveral como antesalista en pocas semanas Miñoso recibió órdenes de reportar al San Diego la principal sucursal de los Indios.
Necesitaba adquirir conocimientos y cuando reportó al equipo en la ciudad de San Francisco el dia 22 de mayo, recibió la encomienda de cuidar el right field. Posteriormente fue trasladado al left, y allí estuvo dos campañas que lo situaron entre los favoritos del circuito y entre las esperanzas del Cleveland.
Resulta díficil hallar el jugador que reúna los dos elementos diametralmente opuestos del baseball. Rapidez y punch. El slugger es casi siempre un hombre corpulento. El corredor veloz, capaz de dar categoría de infield hit a cualquier roller lento o ligeramente desviado, pocas veces proporciona a la clientela la emoción del bambinazo. En Orestes Miñoso se aúnan estos dos factores que le convierten en una pesadilla para el adversario. A todo ello agréguele un brazo poderoso, certero desde los jardines y una juventud codiciosa.
Miñoso nació en Perico y después de hacer sus primeros pininos beisboleros en la localidad natal, fue a militar en el equipo del Central España, en la propia provincia de Matanzas. Sus sueños y sus ambiciones tenían como objetivo la capital y tuvo la oportunidad cuando se le abieron las puertas del baseball habanero.
Miñoso estuvo con los Monjes tres campañas, y al recibir órdenes estrictas de los dirigentes del Cleveland, se vio imposibilitado de figurar en el elenco marianense. Había rendido una plausible labor con el San Diego, esta vez sin derechos opcionales.
Miñoso no ha recibido todavía la comunicación oficial del Cleveland sobre su adquisición, pero tiene en su poder un documento enviado por los propietarios del Club de San Diego. Abrá un cambio de entrenador que no sabemos si beneficiará o perjudicará al aspirante cubano, es cosa que determinará el tiempo.
De todos modos Orestes Miñoso está en vísperas de lo que luce, su real prueba en las Mayores, y viéndole trabajar y observando los récords que justifican su ascensión, nos inclinamos a pensar que con el muchacho de Perico se cumplirá la vieja frase de “a la tercera va la vencida”. Cuando se le dice en tono de broma sonríe y exclama; “Deja ver si tengo suerte”. Sin darse cuenta ha pegado en la diana, reduciendo el problema a una simple conclusión, porque Orestes Miñoso lo tiene todo; Juventud, vista, batting, brazos, piernas y para triunfar en el big show solo necesita un poco de suerte.
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