En el camino de los pasados doce meses, Vladimir Putin, el supuesto hombre fuerte de Rusia, ha perdido bastante de esa arrogante imagen que lo caracteriza. Ya no lo es tanto, aunque todavía continúa en control de su despótico gobierno mediante el terror imperante en el Kremlin por sus conocidos métodos de disponer de aliados, exaliados, y supuestos enemigos, de manera expeditiva y cruel ante la menor sospecha de disentimiento. Y la razón estriba en los violentos zarpazos que ha venido recibiendo desde Ucrania, donde las bajas, entre muertes, heridos y deserciones ya tocan a las puertas del millón, incluyendo militares de alto rango como la del general Igor Kirillov, en un atentado en las calles de Moscú, una economía en pleno descenso, y la debacle del colapso del gobierno sirio, que ha sido, entre otras cosas, una humillación que le ha minado el poder y la autoridad que solía tener en la región e incluso encierra el potencial efecto de posibles problemas dentro de Rusia.
Todo este cúmulo de problemas, que no son menores, elevan la presión sobre Vladimir Putin, aunque pretenda disuadirlos con recrudecidos ataques a Ucrania y pretendiendo conservar las bases en Siria, cosa que no pasa de ser un ilusorio espejismo ausente de la más remota realidad. Siria permanece en la misma situación geográfica, pero para la esfera de poder de Putin.
Por otra parte, el deterioro de la importancia de la Federación rusa se extiende hasta el Oeste de África, donde los gobiernos de Sudán y Libia han rechazado la oferta de Putin para establecer bases navales en ambos países. Rusia es, al presente, un aliado incómodo y nada confiable, como lo acaban de demostrar los mencionados gobiernos africanos con el rechazo a las ofertas de índole militar.
Quiéralo, o no, Putin necesita salir de Ucrania. El costo, en muchos aspectos, es abrumador. Es un albatros acogotándolo perennemente que pronto se hará sentir en territorio ruso.
El tiranuelo ruso, cuya perfidia no tiene límites, espera encontrar en la nueva administración que tomará posesión del gobierno en Washington el próximo enero una posible vía de escape. El presidente entrante, Donald Trump, lo ha dicho, presumimos que, con las mejores intenciones, en varias ocasiones: “cuando asuma la presidencia terminaré la guerra de Ucrania” Suena bien, pero ¿en qué términos? Porque, a buen entender, el fin de ese conflicto se podrá obtener sólo mediante negociaciones; y, en este momento, no se vislumbran otras opciones.
Recientemente, en su usual conferencia de prensa de fin de año, Putin aprovechó la ocasión para enviar un mensaje al presidente electo Donald Trump, fijando los términos para lo que él considera su oferta de paz para poner fin a la guerra, una guerra que él, unilateralmente, inició con su injustificada invasión. Expresa el mandatario ruso en su “oferta de paz” que no habrá precondiciones, para de inmediato descargar una docena de ellas que resultarían inaceptables en unas negociaciones serias. Vladimir Putin propone, de inicio, que las conversaciones se basen en las sostenidas en 2022 en Estambul, Turquía, y las presentes realidades en el terreno.
Las propuestas rusas de Estambul demandan de Ucrania el abandono de sus aspiraciones a ingresar en la OTAN, que se convierta en un Estado neutral permanente, y que reduzca, drásticamente, el grueso de sus fuerzas armadas. Esto significaría, en términos eminentemente claros, reconocer el terreno ganado por Rusia en la guerra, y mantener de hecho a Ucrania huérfana de defensa suficientemente eficiente contra futuras agresiones rusas que indudablemente resurgirán en el futuro dada su pertinaz intención de anexar su país vecino a la madre patria.
Vale la pena mencionar, aunque de pasada, y para aclarar confusiones, que cuando Rusia lanzó al aire su llamado “Estambul Plan”, sus tropas estaban a pocas millas de Kiev, mientras que en la actualidad, luego de haber sido rechazadas por las tropas ucranianas, se encuentran muy distantes de Kiev, de Kherson y Kharkiv y su fuerza naval del Mar Negro, ha sido casi totalmente neutralizada, más el importantísimo factor de la presencia de las fuerzas armadas ucranianas en Kursk, territorio ruso del cual no han podido ser desalojadas. Como se puede observar, de manera obvia, la situación de 2022 cuando surgió el fantasma de Estambul era muy diferente, y, por tanto, la proposición de entonces es totalmente absurda e inválida.
Vladimir Putin, con su fanfarronada habitual, está lanzando el anzuelo para ver qué pez se engancha. Desechada la posibilidad de un acuerdo favorable con la OTAN, le queda la posibilidad de una entente con Washington. Y dada la conocida posición de Donald Trump de terminar el conflicto en brevísimo plazo, se magnifican sus ilusiones de ganar en la mesa de conversaciones lo que no pudo lograr con su imprudente aventura guerrerista buscando la anexión de Ucrania.
Sin embargo, conociendo los antecedentes brutales de este tirano irredimible, sería ingenuo pensar que aceptaría un acuerdo de paz justo para Ucrania cuando sus claras intenciones son las de convertir a esa nación en un Estado servil al estilo de Bielorrusia.
Ucrania será la primera gran prueba, o reto, para la política exterior de la próxima administración. Si Donald Trump opta por el blando apaciguamiento de Chamberlain, que tanta desgracia trajo a Europa, Ucrania, y toda Europa, estarían expuestas a desastrosas guerras en el futuro.
Hacerle concesiones privilegiadas a Rusia en las inevitables conversaciones que pronto surgirán sería un abandono a nuestro role como legítimo garante de la democracia a nivel global.
BALCÓN AL MUNDO
¡Por fin saltó la liebre! El esperado documento salió a la luz con su destructivo impacto para Matt Gaetz. No hubo sorpresa. Contenía lo que medio mundo esperaba. El fatalmente nominado para el importante cargo de secretario de Justicia, es, en verdad, un ciudadano de pésima calidad moral, corroborado por el reporte publicado por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes.
El detallado reporte, producto de una exhaustiva investigación, señala que Gaetz pagó por sexo a una menor de 17 años de edad y que se involucraba en orgías donde consumía drogas y pagaba por favores sexuales a varias diferentes mujeres.
¿Es que acaso no se conocían estas actividades de Matt Gaetz antes de su nominación? ¿Se necesitaba la publicación del reporte? Bueno, si es así, ahí lo tienen para disipar cualquier duda.
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He aquí una ironía: Irán y Cuba son países disímiles en cultura, religión, costumbres e idioma, aunque muy similares en perversidad abusiva contra sus ciudadanos. Pero, los une una fatalidad producto de las ineficiencias de ambos gobiernos. Ambos sufren una aguda crisis energética con apagones diarios y restricciones en el uso de la electricidad en hogares y empresas. En Cuba se entiende, porque carece de todo; pero Irán posee grandes reservas de petróleo y gas y sufre la misma escasez de energía por la ineficiencia del sistema, una economía en crisis y la imposibilidad de obtener las partes para reparar sus plantas de energía.
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El presidente de Francia, Emmanuel Macrón, anunció un nuevo gobierno liderado por François Bayrou como primer ministro, puesto que el anterior colapsó después de una votación por falta de confianza. En Alemania, sucedió lo mismo. Así funciona el sistema parlamentario europeo. Se cambian los gobiernos como cambiar de ropa. Pero, de esta manera mantienen su estabilidad pese algunos baches en el camino.
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De acuerdo con el último reporte del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades los americanos vivirán más en el futuro. La longevidad para 2024 aumentó generosamente y se espera que una persona típica de 65 años en el 2032 pueda vivir otros 19 años. Not bad, not bad at all.
¿Razones? Una marcada reducción en las muertes por enfermedades del corazón, diabetes, sobredosis por drogas y Alzheimer.
Se avanza, se avanza…
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