POR GUSTAVO TORROELLA (1955)
Hace semana las agencias cablegráficas difundieron unas noticias y datos realmente sorprendentes: «Aproximadamente de cada diez personas que nacen, una sufrirá trastornos mentales en algún momento de su vida y necesitará ser asistida en un hospital mental” … «La mitad de las camas de nuestros hospitales son ocupadas por pacientes mentales»… «Los enfermos mentales le cuestan al Estado sobre un billón de pesos.»
Estos son datos publicados por la prensa extranjera tomados del informe anual de la Asociación de Higiene Mental de los EE. UU., que se reunió hace semanas en New York para tratar los problemas relacionados con la salud mental de los ciudadanos.
Recientemente también la prensa divulgaba una estadística inglesa en la que se revelaba el hecho de que la mitad de los pacientes que visitaban los médicos generales sufrían de trastornos mentales. Ambas estadísticas, en algunos aspectos coincidentes, parecen reflejar la situación general en los países «civilizados».
Se calcula que más de la mitad de estos casos de desajustes mentales se podrían prevenir y evitar si las personas siguieran las simples reglas que recomiendan la Higiene Mental. La salud mental no es una cosa que se produce por casualidad o automáticamente; no es un don gracioso que traemos, ni un regalo que se nos concede. Es el resultado del esfuerzo por aplicar las reglas de la Higiene Mental a la vida diaria.
Veamos las principales recomendaciones que hace la Higiene Mental para evitar los desajustes psicológicos y promover la salud mental.
Mantenga una buena salud física
Esto es básico para disfrutar de un estado mental saludable. Una dieta adecuada y equilibrada, ejercicios
diarios, aire puro y períodos de suficiente descanso y sueño reparador ayudan a realizar el viejo ideal de mente sana en cuerpo sano y aumentan el goce de vivir.
Desarrolle una visión positiva de la vida
Para sentir, pensar y actuar correctamente, de modo que favorezca a nuestra salud mental, es necesario tener una visión sana, afirmativa de la vida, que nos ayude a interpretar los hechos y a comprender y respondernos satisfactoriamente las cuestiones básicas de la existencia. Una adecuada filosofía de la vida nos inyecte fe en la importancia de los valores humanos, nos ofrece un plan para vivir y metas valiosas para realizar. La persona orientada por una filosofía positiva de la vida tiene convicción en el valor del esfuerzo, esperanza en el destino humano y entusiasmo por los ideales que persigue. Para ella la vida vale la pena de ser vivida. La filosofía y la religión han ayudado siempre al hombre a encontrar un programa y metas supremas para su vida. Recordemos las palabras de Martí escritas en medio de una de sus mayores tribulaciones: «Tengo fe en el mejoramiento humano y en la utilización de la virtud…»
Tenga confianza en sí mismo
Para la salud mental es indispensable que el hombre experimente el sentimiento de éxito, de triunfo. Ejercítese, al principio, en la realización de pequeñas tareas, de modestas realizaciones, en las cuales pueda lograr resultados positivos. Trate de resolver problemas fáciles y accesibles, al comienzo, para ir adquiriendo sentimientos de confianza en sí mismo. Haga algo en lo que Ud. pueda desplegar su propia capacidad. De este modo irá sembrando el sentimiento de seguridad en usted mismo que es un aspecto esencial de la salud mental.
Aprenda a controlar sus emociones
Una de las mejores reglas de la salud mental y la llave del equilibrio interior es el control de sí mismo, la ecuanimidad. La mayor parte de los enfermos mentales han fallado en el control de sus emociones. Por esto, el dominio emocional es una de las mayores garantías o salvaguardas de la salud mental. La persona sana mentalmente se caracteriza por el control y disciplina de su conducta emocional. No responde por impulsos, sino que considera las situaciones con inteligencia y con calma. No se irrita por las pequeñas molestias y contratiempos de que está llena la vida. No pretende
satisfacer todos sus deseos, ni tener todo lo que apetece.
Ahora bien, controlar las emociones no significa reprimirlas o suprimirlas, sino quiere decir atemperar, adaptar nuestros deseos al principio de la realidad, a las normas de la vida civilizada. Es decir, el control o disciplina emocional nos hace realizar a cada momento, no lo que el impulso, la ilusión o la emoción incitan a hacer, sino lo que la razón indica que es la conducta más realista, adecuada y satisfactoria a la postre.
Cultive el hábito de la amistad sincera
El hombre es un ser social por imperativo de su propia naturaleza y no alcanza su plenitud vital sino a través de las relaciones sociales positivas y felices. la madurez humana se obtiene, no en la soledad sino en la convivencia. Muchos fracasan en sus relaciones sociales y en la amistad porque son demasiado egocéntricos y egoístas. La persona que se hace de amigos fácilmente es la que ha adquirido el hábito de pensar en los demás y considerar sus derechos e intereses. Las amistades y relaciones sociales se malogran cuando el individuo solo se preocupa por obtener provecho de otras personas en vez de pensar también cómo podría servirlas mejor y contribuir a su mayor felicidad.
Ocúpese en un trabajo que esté de acuerdo con su vocación
Para que el individuo disfrute de salud mental es necesario que obtenga satisfacción de su principal ocupación, prescindiendo de la remuneración económica que se derive de ella. Es esencial que realice un buen ajuste vocacional. La felicidad, la satisfacción emocional de trabajar en una ocupación que esté de acuerdo con la propia vocación es un factor muy importante para promover la salud mental, pues así no sólo se logra una mayor eficiencia en el trabajo, sino también una mayor felicidad en la vida. Es difícil que un individuo sea feliz si se ocupa de actividades ingratas y desagradables a sus aficiones. Lo más probable es que el trabajador en tareas que discrepen de nuestros intereses y capacidades pueda conducirnos a desajustes emocionales y a veces, inclusive, puede llegar a producir neurosis.
Mantenga un equilibrio entre el trabajo y los entretenimientos o diversiones
Para mantener su salud mental el hombre tiene que procurar un equilibrio armonioso entre sus dos grandes actividades: el trabajo y el juego o las diversiones. Recordemos que no somos meras máquinas de trabajo. Tenemos también necesidades de relajación, de descanso, de juego, de diversión.
El organismo humano no tiene una provisión ilimitaba de energía nerviosa o física. Es necesario realizar actividades que alivian el cansancio y las tensiones derivadas del trabajo y permitan reponer nuestras energías y restablecer su equilibrio.
Venza sus temores dándoles la cara
Los temores imaginarios y las preocupaciones por males posibles están a la cabeza en la lista de las cosas que perturban o impiden la felicidad en las personas. Para vencer les temores que dificultan nuestra paz interior debemos darnos cuenta de que todos nuestros temores concretos son aprendidos, y, por lo tanto, podemos también aprender a eliminarlos. Los temores pierden su halo impresionante y dejan de afectarnos cuando nos disponemos a analizarlos fríamente y a comprender lo que son en
realidad.
Trate de encontrar las razones por las cuales usted teme determinada cosa o situación; examine la consistencia o firmeza de sus razones; indague el origen o fuente de sus temores. Cuando usted afronte sus temores de ese modo objetivo e inteligente, observará que se desvanece el disfraz de fantasma que los recubría. Se dará cuenta entonces de que la mayor parte de sus temores se originan en falsas interpretaciones o errores, en razones infundadas, en experiencias emocionales infantiles, en ilusiones, etcétera.
Cultive el hábito de evitar las preocupaciones
Cultivemos el hábito de rechazar las preocupaciones, porque la costumbre de preocuparnos nos esclaviza más cada vez que cedemos a esta funesta inclinación. La preocupación es un hábito que corroe y desgasta, poco a poco, las energías mentales e incapacita al individuo para llevar una vida equilibrada y eficiente. Es como una dosis de veneno que se fuera infiltrando lentamente en nuestro organismo llegando a paralizar la acción. Si no detenemos a tiempo, este malsano hábito, puede conducirnos a la infelicidad y al fracaso en la vida.
¿Cómo podríamos eliminar esta costumbre que puede destruir nuestra salud mental? Tengamos bien presente en la mente estos tres puntos:
1) Comprenda que la costumbre de
preocuparse es su peor enemigo y uno de los mayores obstáculos para la felicidad, la salud mental y el éxito en la vida. Percátese de que la preocupación nos impide realmente llegar a una solución satisfactoria de nuestros problemas, porque precisamente, cuando necesitamos todo el acopio y concentración de nuestra energía mental para atacar las dificultades, las preocupaciones debilitan y
corroen nuestra inteligencia, impidiéndonos así vencer los problemas.
2) Dese cuenta de que el noventa por ciento de las cosas que nos preocupan nunca suceden, y cuando llegan a ocurrir ese diez por ciento de nuestras preocupaciones, las cosas han cambiado tanto en el transcurso del tiempo -los sucesos y nosotros- que probablemente los vemos a la luz de otra perspectiva y ya no significan lo mismo que antes.
3) Para combatir las preocupaciones ocúpese del presente y cada vez que le asalte la “tentación” de preocuparse pregúntese a sí mismo de esta suerte. «¿Es un problema que me atañe o no? En caso negativo, olvídelo. Si le concierne, pregúntese de nuevo: «¿Tengo que resolverlo ahora?» Si respondiera afirmativamente interróguese otra vez: “¿Puedo hacer algo por arreglarlo?” Si no puede olvídelo. No ganaría nada con
preocuparse por problemas y hechos que usted no puede resolver. En este caso lo sensato es adaptarse a la realidad. Si pudiera hacer algo por resolver el problema, determine el plan de acción que hay que hacer y empréndalo. Una vez que ha resuelto el problema, o está llevando a cabo la acción para resolverlo, rehúse enérgicamente la tendencia a preocuparse, porque esto, lejos de contribuir a solucionar la dificultad, entorpecería el arreglo satisfactorio de la situación.
Aprenda a encarar las cosas como son realmente y no como usted las imagina
La persona con salud mental es realista y trata de adaptar constantemente su pensamiento a la realidad, aunque esta le “duela”.
Piensa, decide y resuelve las cuestiones de la vida basándose en el examen de los hechos tal como ellos son, y no como quisieran que fueran. De esta manera evita los riesgos de las desilusiones y fracasos.
La persona con salud mental y enfoque realista, tierne la honradez y lasinceridad consigo mismo de afrontar la realidad de su vida como es, tanto en sus aspectos ventajosos como en los inconvenientes. No sueña ni fantasea acerca de sí mismo, ni abriga ilusiones sobre las cosas. De este modo conociendo mejor la realidad, tiene en su poder la clave que le permite mejorarla y superarla.
SATISFAGA DE MODO
EQUILIBRADO Y ARMONIOSO LOS DIVERSOS DESEOS Y
FUNCIONES DE LA VIDA
Quizás la principal lucha del hombre no es contra su circunstancia para realizar sus deseos, sino es ese combate interno, invisible por conciliar y armonizar el caos íntimo de deseos, motivaciones y diferentes y opuestos que tratan de imponerse y que amenazan con destruir a nuestra integridad personal. Esta es verdaderamente la coronación de la salud mental: que el hombre tenga un yo, una razón lo suficientemente fuerte y poderosa para controlar sus diferentes tendencias y motivos y los pueda satisfacer de modo equilibrado y armonioso. Así podría realizar todas sus necesidades y deseos, según su importancia, y ninguno quedaría frustrado o impedido. Sería la realización del ideal de la justicia y de la “democracia” dentro de la vida de cada cual.
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