(Carta que Martí a los nueve años de edad envió a su madre Doña Leonor cuando acompañaba a su padre en la zona de lo que ahora es Jagüey Grande.)
Hanábana, 23 de octubre de 1862
Estimada mamá: Deseo antes de todo que Vd. esté buena lo mismo que las niñas, Joaquina, Luisa y mamá Joaquina. Papá recibió la carta de Vd. con fecha 21, pues el correo el sábado que era 18 no vino, y el martes fue cuando la recibió; el correo -según dice él- no pudo pasar por el río titulado “Sabanilla” que entorpece el paso para la Nueva Bermeja y lo mismo para aquí, papá no siente nada de la caída, lo que tiene es una picazón que desde que se acuesta hasta que se levanta no le deja pegar los ojos, y ya hace tres noches que está así.
Yo todo mi cuidado se pone en cuidar mucho mi caballo y engordarlo como un puerco cebón, ahora lo estoy enseñando a caminar enfrenado para que marche bonito, todas las tardes lo monto y paseo en él, cada día cría más brío. Todavía tengo otra cosa en que entretenerme y pasar el tiempo, la cosa que le digo es, un “Gallo fino” que me ha regalado Dn. Lucas de Sotolongo, es muy bonito y papá lo cuida mucho, ahora papá anda buscando quien le corte la cresta y me lo arregle para pelearlo este año, y dice que es un gallo que vale más de dos onzas.
Tanto el río que cruza por la “finca” de Dn. Jaime como el de la Sabanilla por el cual tiene que pasar el correo, estaban el sábado sumamente crecidos, llegó el de acá a la cerca de Dn. Domingo, pero ya han bajado mucho.
Y no teniéndole otra cosa que decir dele espresiones a mamá Joaquina, Joaquina y Luisa y las niñas y a Pilar dele un besito y Vd. recíbalas de su obediente hijo que le quiere con delirio.
José Martí
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