Prelado, político y patriota

Written by Libre Online

21 de octubre de 2025

El Ministro que hace cuatro siglos convirtió a Francia en un Poder Mundial (III)

Por Rafael Jesús de la Morena Santana

Pronto Armand toma la ofensiva, en noviembre de 1624, va con las tropas de Francois de Bonne a apoderarse del valle Valtellina, en los Alpes de Lombardía, Italia, para frenar la prepotencia de los Habsburgo hispano-alemanes, que lo usaban para pasar sus ejércitos de Italia a Flandes a través del Sacro Imperio Germánico, territorios que rodeaban a la endeble monarquía gala.

Advertidos los enemigos externos, se dedica a estabilizar el interior de la nación. Los jefes protestantes Rohán y Soubise, en la ciudad costera de La Rochelle, se han sublevado con ayuda del Rey de Inglaterra Carlos I Estuardo. Allá se dirige el Cardenal en 1627 al frente del Ejército, para dirigir las operaciones contra los hugonotes , va acompañado por el Rey y los Mosqueteros, guardia élite del gobierno sobre la que el prelado tenía el poder de nombrar los oficiales.

El Cardenal deja de lado el hábito religioso y cubierto con la armadura del guerrero, reverdece su vocación militar. Se desempeñó como experto estratega durante el sitio, los oficiales y soldados confiaron en los planes coordinados por Richelieu y Charles de Valois, Duque de Angulema. Tras la construcción del dique de Richelieu y violentos combates, la escuadra y las tropas expedicionarias inglesas que había enviado el Premier de Inglaterra, George Villiers, Duque de Buckingham, se retiraron, los hugonotes se rinden y el 28 de octubre de 1628 las fuerzas del Rey ocupan la plaza.

Los hugonotes, liderados por Henri de Rohán, continuaron la lucha. En 1629 fueron derrotados de forma definitiva en el sur, en el Languedoc, aceptando la Paz de Alais, se les permitió su culto, garantizado por el Edicto de Nantes, el Cardenal, fue magnánimo con los vencidos, pero ha dado el golpe de gracia a la existencia de los protestantes como partido político y factor militar. Richelieu, caballeroso, apreció el valor de Rohán, y le acreditó como oficial del ejército francés.

Para consolidar el poder central, con tenacidad somete a la levantisca nobleza, elimina muchas prerrogativas, con medidas como la abolición del cargo de Condestable de Francia en 1626, o la destrucción de determinadas fortalezas interiores. Ocurren rebeliones que el Cardenal reprime con proverbial eficacia, su puño de acero golpeó a los que osaron desafiarlo, ejecutó, encarceló o deportó a líderes recalcitrantes y decomisó propiedades, los demás fueron suyos por el temor a perder vidas, haciendas y las prebendas que la ley del Cardenal les dejaba.

Participó en la batalla de Castelnaudary apoyando al mariscal Enrique Schomberg, el 1ro de septiembre de 1632, postrero intento del movimiento de la Fronda feudal contra el estado unificado. En esta ciudad del sur de Francia, se aplastó la fuerza militar de los nobles rivales, el jefe frondista Enrique, Duque de Montmorency, es condenado a muerte. Aislados intentos conspirativos serán destruidos por el temible servicio secreto, que ha organizado con su amigo y hombre de confianza, el monje capuchino Joseph du Tremblay, precursor de los equipos de inteligencia contemporáneos.

Prohibe los duelos, y ordena a las patrullas actuar contra cualquiera que no acate este bando, en esos casos se aplican severas sanciones a los duelistas, de esta manera mitigó una práctica muy dañina a la nación, que había arrancado en breve tiempo las vidas de cuatro mil valientes del reino, lo cual, aparte del dolor causado a las familias, perturbaba los empeños de la alta política de Richelieu, ya que todos los combatientes eran necesarios para la seguridad de la Patria.

Para reactivar la economía, Richelieu crea un cuerpo de intendentes de justicia, policía y hacienda para fiscalizar a los gobernadores de provincias. Condena a los funcionarios corruptos, a los saqueadores del Tesoro. Los crecientes gastos militares elevan los impopulares impuestos, pero esto era una regularidad característica en los demás países europeos en auge bélico.

Toma medidas proteccionistas: el Código de Michaud, para la fabricación de tejidos ante la competencia anglo-alemana. Richelieu crea la flota mercante y decreta que el comercio y transporte de cabotaje, se efectúe solo con embarcaciones nacionales. Estimula el mercado local, la productividad de la pequeña propiedad rural y la firma de tratados para la banca francesa.

Favorece las expediciones, en particular hacia América, allí les disputa el terreno a ingleses y españoles. A él se deben las hazañas de Samuel Champlain, colonizador del Canadá. Brinda facilidades para poblar las colonias, envía misioneros católicos, orienta respetar a los indígenas, la evangelización pacífica de los nativos, el Cardenal la encomendó a la pedagogía de los jesuitas.

Richelieu contribuye a la formación de compañías comerciales: Nueva Francia en América, del Norte, la Cía. de las Islas Americanas que colonizó el archipiélago de Guadalupe y la isla de Martinica en 1635 y envió colonos a la Guayana francesa. Financió la expedición que en 1642 tomó posesión de la estratégica isla Reunión en el Océano Indico.

Reunía asambleas de notables para analizar de forma colegiada sus proyectos. Usó la prensa para ganar a la opinión pública, colaboró con los periódicos “Mercure” y la “Gaceta”. Escuchaba la voz popular, y en los momentos de crisis, a veces encubierto y en otras ocasiones con su atavío cardenalicio, se mezclaba con la multitud para conocer los sentimientos del pueblo de Francia.

En la política exterior brilló el genio del estadista galo. Fortaleció lo máximo posible al país para alcanzar la vanguardia del concierto de las naciones. Hizo oficial el Ejército permanente, colocó al frente a los mejores estrategas del país y lo convirtió en una fuerza bélica moderna, bien equipada y entrenada, listo a frenar a los invictos tercios españoles. Por eso el Royal Military College de Fort Saint-Jean en Quebec, posee el Escuadrón Richelieu, integrado por los cadetes de esta Academia para estudios superiores de guerra, cantera de los oficiales que sirven en la defensa del Canadá.

El supremo ministro, estableció la Marina de Guerra permanente, con nuevos arsenales y bases en los puertos de El Havre y Brest. Varios navios de combate franceses han llevado su nombre, como el emblemático acorazado Richelieu que en la Segunda Guerra Mundial sirvió a la causa de los Aliados, cuando en 1942 los franceses de África del Norte se unieron al Movimiento de la Francia Libre del general Charles de Gaulle quien, como heredero y discípulo del Cardenal, tampoco se rindió ante las adversidades y se convirtió en el principal líder de la Resistencia de los galos contra el eje nazi fascista, hasta desfilar victorioso por París el 25 de agosto de 1945.

Listo Richelieu a batir a las potencias, como respuesta a los Austria españoles, que aprovecharon la anterior debilidad y los conflictos internos franceses para expandir su influencia en Italia, e incluso financiaron a nobles y caudillos francos rebeldes, el Cardenal emprendió la marcha contra España.

En la primavera de 1629, Luis XIII y Richelieu salieron hacia los Alpes del norte de Italia a apoyar a su protegido Carlos Gonzaga, Duque de Nevers en la disputa por Mantua contra los ibéricos, sin reparar en el intenso frío, compartiendo las penalidades con sus soldados, rompieron el bloqueo de los pasos alpinos y establecieron una cabeza de puente contra los Habsburgo. Esta fue la primera de varias campañas de dura lucha en las montañas, que llevarían a la firma del Tratado de Cherasco en 1631 favorable a Francia, que consolidó el gobierno de su aliado en Mantua y Montferrat, le aseguró fortalezas alpinas italianas y debilitó la influencia hispana en la estratégica región.

El Cardenal, hizo lo posible por mantener a Francia alejada de la guerra en el Sacro Imperio Romano Germánico, que tenía carácter continental, él solo se había involucrado en conflictos periféricos, pero en 1635, por la hostilidad de los Habsburgo, se vio precisado a arrojar el peso de su espada en la balanza europea: declaró la guerra a España y el Emperador de Alemania. Aunque al principio la suerte de las armas le fue adversa, sus generales, los veteranos La Forcé y La Valette y los noveles Turenne y Cóndé dan un viraje a las operaciones y corren a la victoria, derrotan a hispanos y germanos en esta conflagración llamada “La Guerra de los 30 años” (1618-1648).

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