POE Y BALTIMORE

Written by Libre Online

21 de octubre de 2025

Por REGINO E. BOTI (1949)

Me interesaba conocer tres lugares en Baltimore: la casa, la tumba y la estatua de Poe. No bien llegamos a la ciudad nos pusimos a la búsqueda. El prefacio de la guía telefónica suministraba interesantes datos de distintos órdenes acerca de la metrópoli de Maryland. Relata con orgullo ser ella la primera que consagró una estatua a Washington; nos informa de su presencia histórica, de su desarrollo industrial, de su vigilante cultura y no olvido el dato significativo de que tiene aproximadamente seiscientas iglesias y más de cien parques y áreas para otros; ni tampoco que en aquel interesante relato se ignora por completo al poeta, tan ligado a la ciudad y por él esclarecida.

Sobre la marcha, los hechos se sucedieron de modo que resultó burlada la cronología, si atendemos a que llegamos antes a la tumba que a la casa, si bien la estatua quedó en su orden conducente.

LA TUMBA

Ante el silencio de la guía telefónica, pedimos en la carpeta del hotel alguno de esos índices pergeñados para uso de turistas. Servidos, encuentro, entre sitios y centros de interés, una indicación satisfactoria para mí la relativa a la tumba de Poe, alta en Westmister Churchyard, calle Fayette– sin duda abreviatura de La Fayette– esquina a la de Green. 

Salimos enseguida en busca de la tumba. Trepamos a un taxi. Dimos la dirección al driver. Anduvimos cierto trecho. Ya en el sitio, nadie sabía quién fue Poe ni dónde estaba su tumba.

El driver, asimismo en tinieblas, se había acercado sin saberlo a la tumba que buscábamos. A despecho del bullicio y de la multitud apresurada, preguntó al policía de posta allí. Este también ignoraba en concreto lo que se buscaba; pero por aproximación acertó, pues le dijo que justamente en uno de los cuatro ángulos de aquel crucero había una iglesia, que averiguara. Resultó más, según pudimos ver; la propia acera en que estábamos era el costado del cementerio; y desde ella descubrimos la tumba.

Nueva información del driver acerca de la vivienda del pastor. Le aseguran que es la contigua a la iglesia. Se halla esta, por tanto, entre el cementerio y la casa parroquial.

Nos dirigimos a la casa del Pastor y tocamos. Nos respondió desde una ventana alta con sus ladridos isócronos un perro negro nada feroz, por cierto. Después se asomó la esposa del Pastor. A nuestros deseos respondió como el perro desde la ventana diciéndonos que no se podía entrar al cementerio porque la iglesia estaba cerrada, que el Pastor estaba ausente, que debíamos esperar hasta determinado día próximo en que se abriera al culto. Y pidió excusas por recibirnos de esa manera, porque estaba trabajando. Para mejor justificarse, nos mostró sus manos tiznadas, todo eso se sucedió estando nosotros de pie en uno de los peldaños de la entrada.

Antes de abandonar la vecindad del cementerio, nos propusimos sacar algunas fotos. La de la tumba era cosa comprometida para mí. Tenía primero que enfocar desde la acera. Luego introducir la Cámara plegada por entre los barrotes de la verja. Ya introducida, desplegarla, estimar el foco por aproximación y tirar. Después, sin ninguna dificultad, tiramos otras de la Tapia, el pórtico. ¿Y la esquina?

El cementerio tiene su frente a la calle Fayette. Se franquea por un sencillo parque. Que divide en dos alas iguales, la tapia alta de Ladrillo rojo, que muestra por todo ornamento un pequeño saledizo. A todo lo largo. Por la calle Green se continúa la tapia con el mismo material pero solo hasta una altura como de un metro, sobre la cual corre una verja de hierro.

La tumba del poeta está en el ángulo que forman las dos calles y la constituye una pequeña y sencilla obra, al parecer de mármol blanco. El conjunto es un cuerpo. Cuadrangular. Que se abusa hacia arriba, siguiendo en parte los lineamientos de una pirámide truncada, remata con una losa a manera de techumbre a cuatro aguas. Sin otro revestimiento que una cornisa que se levanta en arco a mediados de cada cara. Bajo el cual blasona una Lira en relieve. 

En la cara fronteriza campea inscrita en un círculo. El busto en relieve del poeta, con el rostro del desastre como el de sus últimos años de cuando sin su adorada muerta quemaba la existencia deambulando de una ciudad a otra. Ilusionando. ¿Ilusionado por el espejismo de nuevos amores? Para al fin, caer quemadas las alas entre las vengativas llamas de su implacable enemigo, el alcohol.

El Zócalo a ese mismo lado ostenta en relieve el nombre del poeta Edgar Allan Poe.

En la cara del dorso se lee: Edgar Allan Poe. Born, January. 20. 1808. Died Octubre 7, 1849. 

La lateral visible para mí está exenta de inscripción y presumo que la otra tampoco la tenga.

El pedestal que me pareció de granito negro mate, está desprovisto de adornos. Un pequeño arriate barroco sin verdura lo rodea, inmediatamente después el pavimento en su torno, todo acusa atención y limpieza. Tal la sepultura del genio por su arquitectónica corresponde al gusto multitudinario de su hora. Y en nada es digna, como no sea por la devoción con que se erigió de la altísima gloria del poeta.

Junto a sus restos mortales descansan los de su esposa Virginia Clemm, desde el año 1875, en que fueron trasladados a Voldemort cuando en esta fecha se destruyó el cementerio de Nueva York. En donde reposaban desde su fallecimiento, ocurrido el 9 de enero de 1847.

Agreguemos que en la tapia que le hace de fondo hay empotrada una tarja, también aparentemente de mármol blanco, sobre la cual se destaca un ramo de laurel en bronce. Por las trazas, sin que por la distancia pudiera apreciar ninguna leyenda alusiva a su colocación allí.

Y de este modo se iniciaron las peripecias de un día lleno de múltiples y agradables emociones.

La casa

Dispuestos a no rendirnos a discreción, preguntamos a la esposa del Pastor por la Casa de Poe.

–No sé bien –contestó con estas o parecidas palabras; pero creo que siguiendo en esta dirección, la de la calle Green, tres o cuatro manzanas; y subiendo o bajando tres o cuatro más en sentido contrario, transversalmente, está la casa de Poe.

Los datos eran lo suficiente para no dar con ella. A mi juicio, no obstante, estábamos atendidos de la mejor manera, porque teníamos el motor de la voluntad en marcha y ella nos haría dar con la casa de Poe.

Nos pusimos a corretear, siempre desorientados, por calles sucias, otra por obras que hacían en las mismas, otra por falta de sanidad. Nos sorprendió el hallazgo de un mercado con abastos asquerosos, semi al aire libre, en el que todo hedor tenía su asiento. Perturbados por aquella presencia de calles anodinas, nos alejamos de tamaño infierno, sin acertar a salir de él para lo que necesitábamos del concurso de un Virgilio, que en aquellas circunstancias no encontrábamos por ninguna parte.

Cansados y con apetito, dimos de pronto con uno de esos comederos tan numerosos como característicos en cualquier población norteamericana. Este no estaba frecuentado por gente muy temperante que digamos, puesto que hacia su fondo había una especie de luz en el que algunos vaciaban su miserable arcilla humana con espirituosos caldos.

Después de nuestra reflexión, me di cuenta de que teníamos más búsqueda, un modo fácil de saber dónde radicaba la casa de Poe. En efecto en el impreso que nos dieron en la carpeta del hotel había una referencia a la Maryland Historical Society. Ningún otro Virgilio podía guiarnos mejor.

Allá nos fuimos. Llegamos y después de llevarnos de refilón todo lo que en aquel lugar podíamos hacerlo con la vista, sin detenernos a leer más que lo indispensable, nos acercamos a uno que parecía –y lo era – empleado de la institución, al que hallamos en un local que era sala de lectura, biblioteca y oficina. El hombre no sabía nada de la casa de Poe. Lo dijo con franqueza. Preguntó a otro de presunta mayor categoría. 

A indicaciones de éste se acercó a un estante del que extrajo una carpeta sobre Poe que contenía algunas hojas sueltas, dos de ellas simples volantes. Vino a nosotros y leyendo, saltando en ellos, llegó al punto perseguido: calle y número de la casa. Tomamos nota.

Picado el mozo y a indicaciones del presunto superior, nos trajo un libro, por lo que vi biografía ilustrada del autor de “El Cuervo”. En cierta página donde aparecía un grabado de la casa, se detuvo y leyó algo. Trajo un segundo libro de igual índole; y en lugar semejante al del otro, se detuvo y practicó lo mismo. Mis hijas oían mientras yo escudriñaba. Reparé en que la casa difería según los grabados. Entonces explicó que parte de ella había sido demolida y que en la actualidad era como la reproducía una de los dos. Por último, le preguntamos por la actual disposición de la casa y que si era propiedad pública o privada. 

–No sé, por qué nunca he estado en ella.

Las gracias dadas, nos despedimos. En la puerta pillamos el primer taxi que pasaba. Dimos la dirección… a poco de partir nos preguntó el driver:

–¿La dirección es correcta?

–Si, señor.

–¿De veras que quieren que los lleve a ese barrio de negros?

–Sí –contestó una de mis hijas.

Y llegamos a la dirección indicada en el preciso momento que una comisión de damas visitaba por primera vez el lugar. Eran miembros de Edgar Alan Poe Society. Al percatarse de nuestra presencia mostraron gran júbilo. Una de las damas calificó de bello el momento puesto que siendo nosotros cubanos y admiradores del poeta llegáramos a su casa a la hora precisa en que un grupo de compatriotas de él inauguraba lo que se propone convertir en un museo que muestra al poeta, su obra y sus memorias, libros, autógrafos, etc. a la consideración de propios y extraños.

Acompañados de todos y por todos, recorrimos la casa en su limitado ambiente, la saleta, la buhardilla donde se encerraba Poe a escribir, la porción que fue cocina, luego un pequeño cuarto, pues la parte demolida de la casa hoy yerma, la ocupaba otra residencia. Por lo pronto ya han encontrado un piano vertical, colocado ahora en la saleta frente a la puerta de entrada, piano al que se sentaba el poeta a teclear, acaso viendo salir de entre las ondas sonoras del cordaje los ángeles que con tanta frecuencia él hizo que volaran en torno del ritmo de sus versos.

Contemplamos la modesta chimenea, que se conserva como cuando los días en que Poe necesitaba el calor del fuego para poder vivir y soñar.

Con gran actividad sacamos fotos de los sitios más significativos y de diversos grupos de tan amables como acogedoras personas.

Nos despedimos.

Aprovechando la clara luz de la tarde, que caía sobre la escueta fachada de ladrillo rojo de la casa, una de mis hijas tomó una foto. Para sacar otra en que se destacara la tarja de bronce conmemorativa de haber vivido allí el poeta, hubo que cambiar el rollo. Esta resultó ser la única que al revelarlas se salvó de la catástrofe; todas las otras habían fallado por nuestra impericia. No deja de ser lamentable el suceso; porque de lo contrario tendríamos un recuerdo pormenorizado de la casa 203 de la calle de Amity en Baltimore, nido un tiempo de aquella águila inquieta de la poesía universal, como lo testimonia la inscripción en relieve de la tarja que dice:

IN THIS HOUSE LIVED EDGAR ALLAN POE

LA ESTATUA

Vueltos al taxi le dijimos al driver que nos llevara al parque más importante de Baltimore, en el que debía haber una estatua de Poe.

Nos dijo el nombre del parque que sabíamos; pero nos aseguró que en él no había estatua. Anduvimos. Llegamos. Ya en el sitio yendo, a indicaciones mías de un lugar a otro, vimos una estatua por cierto en una hondonada; era la de un militar.

–No hay otra –comentó el driver.

–Pues denos unas vueltas antes de alejarnos de aquí.

Y no bien iniciamos la partida nos salió al paso la estatua del poeta.

Echamos pie a tierra. Nos dirigimos a ella. También nos embargó la emoción al contemplar la imagen del “ilustre desgraciado” en medio de aquella deliciosa soledad. Próxima a un sendero de gravilla está la estatua, rodeada de copudos tilos, de los que se desprendían amarillas hojas, a impulsos del viento, muchas de las cuales antes de caer entre la marchita hierba rodaban por sobre los salientes de la estatua.

Nos acercamos a observarla. El poeta en bronce, de levita, está en posición sedente, con el busto echado hacia delante, inclinado a su derecha, con el brazo de ese lado junto al cuerpo y descansando –por el antebrazo– en ese lado del sitial; el izquierdo, extendido sin rigidez, hasta el del otro lado, en el que se apoya con el antebrazo hasta el cuerpo inclusive, al tiempo que alza la mano abierta, la palma al observador, con alguno de los dedos en flexión, el índice extendido, los otros contractos en parte y en abducción a la vez; con las piernas cruzadas por las rodillas, la izquierda por sobre y adelantada, hasta mostrar el pie todo descansado en su planta y está en un momento en que compone, elucubra, quizás si recita, la mirada absorta, el rostro angélico de sus días luminosos, de sus días esperanzados, de cuando la inspiración le besaba la frente y la fama le ofrecía su regazo engañador.

El sitial en que reposa es una especie de cátedra de líneas más góticas que griegas, adornada en sus caras laterales con manchas alusivas; la de la derecha es un ángel que pulsa una lira; la de la izquierda es otro, que ofrece una guirnalda; estando el dorso cubierto en su mayor parte con la capa caída del poeta, abierta en pliegues, tan académicamente elaborados que son, a nuestro juicio lo único deplorable de esa obra artística.

La escultura descansa en un pedestal de granito rosado mate, como de metro y medio de alto, el fondo aparentemente de doble extensión que el frente, todo proporcionado al volumen de la totalidad; que se compone, de arriba abajo, de una escueta cornisa, el dedo que se aguza algo a medida que sube, historiado con inscripciones en bajo relieve en sus cuatro caras; y se asienta en una escocia decorada con un relieve que figura hojas de acanto abiertas, alternas las grandes con los pequeñas y en sentido opuesto, la que en su orden lo hace en una faja y el zócalo, los dos completamente desnudo de adornos.

La inscripción del frente dice:

EDGAR ALLAN POE

19 JANUARY 1809

7 OCTOBER 1849

DREAMING DREAMS

EVER DARED

TO DREAM BEFORE

La primera parte rectifica el día del nacimiento de Poe, pues mientras que en ella se afirma que fue el 19, en la tumba se expresa que fue el 20 de enero de 1809. Lo que añade una incertidumbre más a las ya conocidas. Porque Baudelaire, fijándose en la rectificación que a tiempo el propio poeta hizo a Griswold, que colocó el nacimiento del poeta en el año 1811, asegura que fue en 1818 y en Baltimore.

 La de su derecha:

WHOSE SWEET DUTY

WAS BUT TO SING

La de la izquierda:

TO THEE

THE LAURELS BELONG

BEST BARD

La de la espalda:

ERECTED BY

THE POE MEMORIAL

ASSOCIATION

OF BALTIMORE

AND THE GENEROSITY

OF MR. ORIN C. PAINTER

Esas inscripciones están deterioradas en más de una letra, De igual modo que algunas de las aristas del pedestal, sin duda por la acción inconsulta de muchachos vagabundos que en todas partes los hay.

Dedicados mis hijas y yo a reunir notas y tirar fotos, observamos que el driver nos miraba con curiosidad a la par que se asombraba de nuestra charla exótica, en tanto que girábamos en torno del ícono contemplado.

En conclusión, podemos decir que es cierto que la estatua acusa la falta de la garra inconfundible de un maestro. De un titán, como se dice ahora de la escultura, pero no es mala y revela simpatía por  el ser representado, la autoriza la firma de M. Ezequiel, en Roma, año 1905 y está ubicada en el Wyman Park.

Tampoco como la tumba por su ausencia de grandiosidad, corresponde a los merecimientos del poeta, pero es un hecho consumado que aceptamos, aunque con carácter provisional. Nos apeló el descuido de sus inmediaciones. Sin embargo, de todo, nada impide que el atormentado cantor pueble aquellos alrededores con los acentos inefables de la poesía que elucubra. Que compone, que recita y hasta es posible que vea, aunque sin palabras humanas ni ojos mortales, llena del mundo misterioso y lejano, que el dolor hizo brotar de las cuerdas de su Lira y que, como una queja interminable, nos conmueve todavía. 

Constancia:

Y esto pasó en el primer reinado de Truman, en horas inolvidables del sábado día 18 de septiembre de 1948, en la ciudad de Baltimore, metrópoli de Maryland.

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