Taiwán tampoco ha dejado de fortalecerse en todos estos años; y, —aun cuando se han enfriado sus relaciones con China Roja— los Estados Unidos no han cesado de dotar armamentos a la isla democrática.
De hecho, en el 2019 se concertó la venta de 66 aviones de combate F-16V de nueva generación, a un costo de 8 billones de dólares, y 108 tanques M1A2T a un costo de 2 billones. Taiwán, conocido en el mundo comercial como “uno de los cuatro tigres asiáticos” por su enorme prosperidad y adelantos, incluso en su industria de guerra, no tiene dificultad alguna en pagar por sistemas de último tipo.
El gran problema China Roja-Taiwán, sin embargo, continúa sin una solución visible. Ante la agresividad progresivamente aguda de China Roja con sus provocaciones constantes, su acelerado crecimiento militar, su expansionismo en el ámbito global y la proliferación de sus actividades de espionaje en todo el mundo, incluyendo sus graves y crecientes contactos con la dictadura cubana (quizá con la intención de una contraparte a Taiwán, a 90 millas de Norteamérica) los Estados Unidos y sus aliados del Indo-Pacífico se preparan cada vez más para enfrentar la espinosa situación que se anticipa.
En los avanzados centros de simulacros bélicos («War Games») se evalúan constantemente los posibles peores escenarios en caso de un conflicto armado. Los sistemas de inteligencia revelaron recientemente que en un enfrentamiento militar con China, los Estados Unidos podrían perder hasta dos portaaviones.
Un desastre colosal, sin duda alguna. Pero, a cambio de ello, las fuerzas aéreas, aeronavales y submarinas de Norteamérica y sus aliados hundirían a toda la flota de superficie de China Roja. No dejarían ni un buque. Sarcásticamente hablando, podríamos afirmar que si China Roja intentara en los subsiguientes años invadir de nuevo a Taiwán, tendría que llegar a nado.
Los dictadores totalitarios nunca claudican. Para salir de ellos «hay que darles candela como al escorpión». Es posible que Xi Jinping mantenga su obsesivo enfoque en someter a Taiwán. Pero todos los estudios estratégicos sugieren que, al final, Taiwán no solamente podría resistir, sino a largo plazo aumentar su estatura política mundial, y hasta tomar el paso decisivo que siempre ha perseguido: Declararse un país soberano.
Felipe Lorenzo
Hialeah, Fl.
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