Patriarca de Albión  y amigo de Cuba

Written by Libre Online

8 de julio de 2025

(Homenaje a los 151 años del natalicio de Winston Churchill, 60 de 

su muerte, 130 de su primera incursión en nuestra Isla y 

80 de su visita oficial a la República de Cuba)  (II)

Por Rafael Jesús de la Morena Santana

Su alma de artista le hizo apreciar la arquitectura y el sistema de fortalezas de la urbe que la hacían inexpugnable. Estuvo alojado en el Hotel Inglaterra, que hoy muestra los documentos que prueban su presencia allí. Le agradó la forma de ser del pueblo, entre nosotros adquirió, según su propia confesión, los hábitos de fumar puros habanos y dormir la siesta.

Partió de regreso al Reino Unido el 14 de diciembre de 1895, en Tampa fue entrevistado sobre la guerra. Él simpatizaba con los cubanos, pero por respeto a sus anfitriones españoles habló con tacto: criticó el sistema de lentos convoyes militares, inefectivos contra la movilidad de los guerrilleros “que los acuchillaban en feroces embestidas”, expresó que a la larga no se iba a poder sostener la lucha de desgaste en la Isla y que los norteamericanos iban a inmiscuirse en el conflicto. A un periodista que le planteó dudas sobre la calidad del soldado cubano dijo: “tal vez no sean buenos soldados, pero como corredores no hay quien los pueda derrotar”, referencia a la táctica del Alto Mando Mambí de veloces golpes de mano, y agotar al enemigo noche y día, con fuego graneado de la infantería y fulminantes cargas de cuerpos de caballería que Churchill, experto como era en esa Arma, consideró superiores a los de los iberos.

La breve estancia de 25 días en Cuba impulsó la trayectoria de Winston Churchill para el resto de su prodigiosa vida: en nuestro suelo llegó a la mayoría de edad, soportó su bautismo de fuego, practicó el espionaje, se confirmó como dibujante, se convirtió en experto corresponsal de guerra y hábil escritor dándose a conocer en la prensa internacional. En las entrevistas sobre la lucha en Cuba, hizo gala de su arte en el uso de la lengua de Shakespeare.

A pesar de la lejanía, siguió de cerca las noticias de los acontecimientos político-militares en la Isla, y ante la intervención militar de Estados Unidos en 1898, expresó en una entrevista del periódico Moming Post: “Cuba es la isla más rica del mundo, la Perla de la Antillas”, “…América puede dar paz a los cubanos y la prosperidad podría volver…”

De vuelta en Albión, reintegrado al Royal Army, en 1896 participa en misiones punitivas en el noroeste de la India. En África, en 1898 bajo las órdenes de Lord Kitchener, carga con el 21°de lanceros sobre los jinetes del Madhi, combate previo a la toma de Khartoum en el Sudán. En la guerra anglo-bóer, en Sudáfrica, es corresponsal del Moming Post. Aconsejó utilizar las tácticas de guerra irregular aprendidas en los campos de batalla de Cuba, al ver los métodos similares de los Boers. Hecho prisionero, logró evadirse de forma espectacular y regresó famoso a Inglaterra.

Convertido en un ídolo, entró en la política, es electo a la Cámara de los Comunes en 1900. Su elocuencia le lleva al gobierno, en 1911 es Ministro de la Marina. Equipa la Armada Real con cañones de 15 pulgadas, introduce el uso del combustible líquido en los barcos de guerra y crea la aviación militar, fue el primer miembro del gabinete que piloteó un avión.

En la Primera Guerra Mundial, fracasada la expedición a los Dardanelos de 1915 que el ideó, renuncia y va a combatir en las trincheras de Francia como coronel del Royal Scots Fusiliers. En 1917 es nombrado Ministro de Municiones, promueve el uso del tanque de guerra, arma que, junto al arribo de las fuerzas norteamericanas, le da la victoria a la Entente.

En 1926, siendo Ministro de Hacienda, realizó su primera visita oficial a la Santa Sede, llevó con él a su hijo Randolph, que recibió la bendición del Pontífice. En la entrevista con Pío XI, le reafirmó el aprecio y respeto del Reino Unido. Cuando en abril de 1938 el Papa se opuso a la visita de Hitler a la Basílica de San Pedro, el político británico le envió un mensaje de apoyo.

Tribuno mayor en la Cámara, desde 1933 advierte de la amenaza del nazismo para la paz, pero pocos le hacen caso. En 1935 exige que se defienda a Etiopía de la agresión italiana, alerta sobre la necesidad imperiosa de una poderosa aviación militar, sabe que en el aire se dará la batalla vital por su patria. Los nazis lo consideran “el enemigo número uno”.

La tormenta se desencadena sobre Europa en 1939, se convoca a Churchill: Primer Lord del Almirantazgo, en la flota corre la voz: ¡Winston ha vuelto! En 1940, los nazis van contra Occidente, se desploma el gobierno y las miradas se vuelven al viejo profeta de aspecto bondadoso y corazón de hierro, en su voluntad inquebrantable se cifran las esperanzas. El Rey le ofrece el timón de la maltrecha nave, solo él era capaz de infundir energías al espíritu de Inglaterra, lo hizo en tal grado, que no tiene parangón en la Historia Contemporánea.

Churchill exclamó al asumir como Premier: “… ¡No tengo nada que ofrecer sino sangre, fatigas, lágrimas y sudor! …Nuestra política es hacer la guerra, por mar, tierra y aire, con todo nuestro poder y con todas las fuerzas que Dios pueda darnos”.

Con el desastre en ciernes, su intrépida iniciativa salva al Ejército atrapado en Dunkerque, pero a la caída de Francia, Inglaterra queda sola ante el enemigo, Churchill, inflexible, responde con palabras de fuego:… “Confiando humildemente en Dios…, acometamos los deberes que nos esperan con todas nuestras fuerzas, y recordemos que si el Imperio Británico ha de vivir mil años, los hombres dirán: Aquella fue su mejor hora”… “Adelante todos: al deber, a la batalla, a la tarea,… Pelearemos en mares y océanos, pelearemos en el aire, pelearemos en las playas y en los sitios de aterrizaje, pelearemos en los campos y en las calles, pelearemos en los cerros; nunca nos rendiremos”.

El júbilo fue la respuesta, los británicos derrocharon heroísmo, su honor, exaltado por aquel ministro indomable, se mantuvo firme ante el tremendo impacto de la “guerra relámpago” germana, dando un ejemplo de determinación que jamás se olvidará.

Churchill fue el arquitecto de la Gran Alianza contra el Eje Roma-Berlín-Tokio. En julio de 1940 agradeció la resolución de la Segunda Reunión de Consulta entre los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, efectuada en La Habana, que llamó a las Naciones de nuestro hemisferio a resistir si la agresión nazi llegaba al Nuevo Mundo, y a enfrentar las maniobras de la quinta columna en Las Américas. En agosto de 1941, redactó la Carta del Atlántico con Roosevelt, garantía de la democracia, que Cuba firmaría en enero de 1942 como parte de la “Declaración de las Naciones Unidas”.

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