Patriarca de Albión  y amigo de Cuba

Written by Libre Online

1 de julio de 2025

(Homenaje a los 151 años del natalicio de Winston Churchill, 60 de su muerte, 130 de su primera incursión en nuestra Isla y 80 de su visita oficial a la República de Cuba)  (I)

Por Rafael Jesús de la Morena Santana

En 1971 vimos la película “Rebelión” con Errol Flynn y Ann Sheridan, sobre la Resistencia contra los nazis en Noruega. En una escena los conspiradores están reunidos, uno escucha la radio, lo cuestionan y responde: – “Mister Churchill va a hablar hoy”. Enseguida se escucha una voz, era la del Primer Ministro inglés: “…no desesperéis valientes Noruegos, vuestra tierra será purificada de invasores y traidores…no cedan ni un ápice”, el orador emocionó a los patriotas.

Le pregunté a mis padres quien era ese político excepcional, investigué y comencé a conocer al Patriarca de Inglaterra, él se convertiría en mi personaje histórico predilecto. En los últimos meses se han conmemorado: el 151 aniversario de su natalicio, el 30 de noviembre de 1874 en Blenheim Palace, Oxfordshire, y los 60 años de su desaparición física en Londres el 24 de enero de 1965, en esa fecha un triste mensaje recorrió el mundo: “¡Winston Churchill ha muerto”. Ese día el hombre que desafió a las tiranías y superó circunstancias adversas para ganar increíbles victorias, fue al encuentro del Creador y cruzó el umbral de la leyenda.

Winston Churchill es el Coloso del siglo XX en el orbe, y un icono de su patria, la Gran Bretaña, pero es poco conocido fuera de los círculos académicos que, durante la mayor parte de su larga existencia, tuvo una estrecha relación con Cuba, de la que siguió su devenir histórico y en la que asumió costumbres que le acompañaron hasta el fin de sus días.

Muchos cubanos no conocen bien al genial político británico, porque los comunistas que desgobiernan a Cuba son enemigos de Churchill, y en los programas de Historia de las escuelas, se tergiversa o se omite su sobresaliente trayectoria. La mejor deferencia al héroe que nos brindó su aprecio es divulgar ahora entre nosotros su recuerdo:

En Cuba comenzó la epopeya que fue su vida, porque al graduarse de Teniente de húsares en el Royal Military College de Sandhurst, Winston buscó en el mapa un lugar para estrenar sus conocimientos y habilidades. Al conocer las noticias de la insurrección cubana, Churchill decidió que ese era el escenario ideal para dar los primeros pasos en el sendero de la gloria.

Planteó a sus superiores y familiares la idea de foguearse en combate real, y le conceden permiso para ir de observador a la guerra en Cuba. Consigue un contrato de corresponsal de guerra y recibe la orden del Coronel Edward Chapman, de la Inteligencia Militar, de investigar sobre el nuevo tipo de balas que usa el ejército español. Parte a la Isla vía Estados Unidos.

El 20 de noviembre de 1895, hace 130 años, con el teniente Reggie Bames, llegó a la Llave del Golfo. Le fascinó desde el barco la vista de La Habana y sus castillos, pero en sus Memorias expresó: “Este es un lugar donde cualquier cosa podría pasar, aquí quizás deje mis huesos”. Fue recibido por el Capitán General Arsenio Martínez Campos, quien le permitió partir a las zonas de combate, asignado al Estado Mayor del General Alvaro Suarez Valdés. Llegó por tren a Sancti Spíritus y con esa unidad hispana al poblado fortificado de Arroyo Blanco.

En ese momento, el Ejército Libertador de Cuba desplegaba su principal tarea estratégica: la Invasión a Occidente, y el General Valdés debía interrumpirla. La Columna Invasora avanzaba a través del territorio de Sancti Spíritus, después de la unión de las fuerzas de los Generales Máximo Gómez y Antonio Maceo en Lázaro López el 30 de noviembre, coincidiendo con el natalicio del joven inglés. Resultó que, en su rápida marcha al oeste, cuerpos volantes de los mambises que protegían los flancos de la hueste cubana, intercambiaron disparos con la columna de Valdés y por eso Churchill celebró su 21 cumpleaños, bajo las balas.

El General Valdés acampó en Trilladeritas, allí el regimiento ibero sintió la presión de Gómez y Maceo, cuyos tiradores lo tuvieron en jaque durante horas. El 2 de diciembre, en el combate de La Reforma, Churchill contempla la táctica cubana de golpear al rival, estancar su maniobra, y con rapidez dejarlo a retaguardia mientras la tropa mambisa seguía adelante. Sobre la acción envía un trabajo en el que describe a Máximo Gómez, a quien pudo observar desde lejos con los binoculares cuando el Generalísimo dirigía el ataque de los mambises: “El General, un hombre muy valiente, con su uniforme blanco y grados en oro, sobre un caballo gris…”

Envía relatos sobre el sistema de guerra de guerrillas de los cubanos, “los españoles están peleando contra fantasmas”, él se había dado cuenta de que era muy difícil vencer la resistencia de unos guerreros que provocaban a sus enemigos, los atacaban, les causaban pérdidas y luego, como por ensalmo, desaparecían en la manigua redentora.

Él comprendió el derecho de los cubanos a crear su república luchando contra la tiranía. Apreció la audacia de Gómez y Maceo, de quienes escribió con respeto para la prensa londinense como repórter del “Daily Graphic”. En sus artículos opinó: “Los insurgentes ganan apoyo popular continuamente. No hay duda de que poseen la simpatía de la mayoría de la población cubana”, “la demanda por la independencia es nacional y unánime”, …” “España se desangra ante un ejército armado con una formidable espada llamada Machete…”.

En 18 días de operaciones, (entre el 24 de noviembre y el 11 de diciembre) hizo la vida del soldado: largas marchas, se bañó en los ríos, durmió en hamacas y en el suelo. Perfeccionó su habilidad de pintor con bosquejos de las armas, los soldados y la caballería. En declaraciones posteriores afirmó que nunca disparó contra los mambises. En Cuba le fue entregada su primera condecoración: la Cruz Roja de España por Méritos Militares de primera Clase, cortesía de sus aliados, que el exhibió en Inglaterra en su uniforme a pesar de contravenir las ordenanzas, porque su primera campaña le había dejado una marca perenne.

Aprovechó su estancia para conocer la Isla: en los campos disfrutó del paisaje al galopar con los españoles. En La Habana saboreó la comida cubana y entró en contacto con el ron, quizás entre nosotros tomó el camino que lo llevó a ser un “drinker” de categoría, porque él fue célebre también por su apego a las bebidas alcohólicas, afición que le sería muy útil años después, en sus encuentros con José Stalin, donde el vodka caía en las copas cual cataratas.

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