No debemos entretenernos de nuevo en revisar la misma historia que los cubanos conocemos muy bien, desgraciadamente, al igual que otros pueblos inocentes arrastrados por él a un abismo similar, tales como Nicaragua y Venezuela; y aún otros más que pagaron con sangre su subversión e infiltración.

Es una historia antigua copiada de la Rusia Soviética de 1918, de la Corea del Norte de 1948 y de la China Roja de 1949: Practicar el odio y la venganza desde el primer día, implantar el terror de las ejecuciones y encarcelamientos indiscriminados, el acoso y la persecución de todos los que pensaban distinto; la abolición de los organismos democráticos; la censura inmediata y total de los medios de comunicación independientes, procurando la ruina de las clases ricas y medias de la nación; el robo de todas las industrias; la derogación de los centros educativos del país para convertirlos en escuelas de adoctrinamiento político; sembrar dañina división entre las razas y las clases sociales y profesionales, y llenar de calumnias e insultos a todo el que se opusiera, acusándole de traidor, vende patria, gusano, reaccionario, etc. Fidel Castro Ruz reprodujo exactamente lo mismo. 

Creó de inmediato, y movilizó, a las “turbas de choque” de la chusma comunista para amedrentar y aterrorizar a la población civil mientras se fomentaba una nueva y única clase social, “la clase miserable”, con el empobrecimiento definitivo del pueblo cubano. Coartó, modificó o eliminó los legítimos órganos de justicia del país. “¡Los viejos decrépitos de la Corte Suprema!” —bramaba con insolencia el “falso mesías” en sus arengas. 

Luego de las “Milicias Revolucionarias”, llegaron los CDR, “Comités de Defensa de la Revolución”; la explotación del campesinado con la falsa “Reforma Agraria”; la “Reforma Urbana” para convertirse en el único arrendador de todas las viviendas alquiladas; el “Cambio de Moneda” para empobrecer de un plumazo a la población entera saqueando los bancos del país y constituyéndose en el dueño de toda la “moneda dura” que aún quedaba en circulación; el “Servicio Militar Obligatorio”, para incautarse de la juventud cubana, adoctrinándola y adosándola a la “Fuerza Armada”; la “Libreta de Abastecimiento”, que no era otra cosa que una cruda “libreta de racionamiento” a fin de controlar al pueblo cubano por medio del hambre y amordazarle aún más. No tuvo reparos en “ejecutar” o “desaparecer” a prominentes figuras de su propio gobierno (tal cual hizo con los Comandantes Humberto Sorí Marín y Camilo Cienfuegos), y amenazar y humillar a otras, hasta hacerles dimitir, marchar al exilio de inmediato o refugiarse en una embajada para salvar la vida. Al “Che” Guevara, un criminal como él, se lo quitó de encima enviándolo a Bolivia en una aventura suicida. A varios de los desaparecidos les convirtió luego, cínicamente, en “mártires de la revolución”, al buen estilo soviético. La tenebrosa lista de afrentas es interminable… 

Quienes han tenido la desgracia de pernoctar por la existencia infrahumana imperante en ese repudiable pecinal nombrado Corea del Norte, conocen de memoria la historia. 

Hoy, el esclavizado y amordazado pueblo cubano también la conoce, y, tristemente, Nicaragua y Venezuela se contaminaron igualmente con la misma plaga aniquilante y ponzoñosa, con sus propias y miserables réplicas del “gran ladrón” Fidel Castro Ruz, “Máximo Líder” de los bandidos y criminales, de los resentidos y los sediciosos; el demente que sólo sabía asesinar, pero no gobernar. ¡Ojalá que Venezuela, al fin, pueda ser salvada! 

Felipe Lorenzo

Hialeah, Fl.