ORLANDO VALLEJO, Un Fenómeno de la Popularidad

Written by Libre Online

23 de octubre de 2024

Por DON GALAOR (1954)

Uno de los casos de popularidad más extraordinarios que se han dado en Cuba es el de Orlando Vallejo.

Es pequeñito, delgado y debe vestirlo algún enemigo.

Su arreglo personal es el de cualquier hombre ajeno a la farándula. Su actitud frente al público, la de un anónimo intruso que está temiendo que le griten ¡Vete!

Sin embargo, Orlando Vallejo es quizá uno de los cantantes más populares de Cuba.

Y el fenómeno es fácil de explicar. Cuando Vallejo empieza a cantar no hay traje, ni maquillaje, ni actitud huidiza que prevalezca.

Allí está su voz. La voz del bolero. Y todo el mundo se rinde ante ella, sin fijarse en quien la emite.

Todo esto, con palabras más o menos parecidas, lo comentábamos con él y Alipio García, una noche.

Alipio García mantiene en el cartel de sus shows a Orlando Vallejo desde hace tres años. Y dice que no le pesa.

Con versos que recita Guerrero, o canciones y rumbas a cargo de hermosas mujeres que alivian el espectáculo con sus encantos de maravilla. Con esporádicas visitas de Benny Moré y en mano-a-manos antológicos con Femando Álvarez y Roberto Faz. O solo. Sin más números de consideración que su voz y su estilo sobrio de intérprete discreto pero cabal, Orlando Vallejo puede proclamar con orgullo su condición de gran atracción.

Fíjense que les he dicho, intérprete discreto pero cabal. Porque como otros intérpretes que yo conozco y conoce el lector, Vallejo nunca se ha sentido tentado de enmendarle la página al autor.

Vallejo canta lo que ha escrito el autor. Nada de mixtificar la melodía con floreos que a la postre no conducen más que a un extremo. Al de comprender que el cantante no está muy seguro de sus facultades. Y recurre a todos esos latiguillos melódicos que igualan monótona y fatigosamente para el oyente todas las canciones.

En la voz de Vallejo el bolero mantiene su melodía. Su ritmo. Su caudal lírico. Tal cual lo ha escrito cada compositor.

Por eso lleva veinte años entre los primeros interpretes criollos. Por eso cuando él sale a cantar su voz se prende como un piropo al oído de las mujeres y como una esperanza a la emoción de los hombres que le escuchan.

De todas estas consideraciones surgió la idea de esta entrevista.

Y allá fuimos.

LA ENTREVISTA

El automóvil se detuvo en un cruce de ferrocarril. Atrás había quedado la calzada asfaltada. Los establecimientos modernos. La civilización, en una palabra.

—¿Y esto? —Pregunto a Charlie Seiglie.

—Esto es que tenemos que seguir a pie.

—¿Por la línea del ferrocarril?

—Si. Me dijeron que antes de llegar al paradero de la destilería vive Vallejo.

Se experimenta la impresión de los escenarios para películas de misterio.

De un lado la pared, sin ventanas, de una gran industria. Del otro, lado cercas de material rudimentario, improvisadas por el hombre y cubiertas de matorral por la naturaleza.

—¿Te das cuenta por qué Vallejo no tiene automóvil todavía? 

– No. ¿Por qué?

–Porque no lo necesita. Lo que necesita Vallejo es una carriola de línea para venir a su casa.

—Sí, es verdad.

— ¡Chicho! —Gritó Charles empujando una puerta de lata que cierra con cadena y candado.

—¿A quién llamas ahora?

—A Vallejo. Le llaman Chicho en su casa. ¡Chicho!

Ladró un perro allá adentro. 

—¿Qué pasa? —Respondió una voz de mujer.

—¿No está Vallejo?

— ¡Si!… ¡Chicho, te buscan!

— ¡Adelante! —¿Y el perro?

— ¡Está amarrado, no hay novedad! ¡Pasa!

Orlando Vallejo ha venido hasta nosotros mientras respondía.

Gallinas, patos, palomas, cubren parte del patio picando los granos que el propio cantante acaba de arrojarles.

Seiglie aprovechó la escena para hacer su primera instantánea.

La casa donde vive el primer bolerista de Cuba es de madera. Pero en cuanto se entra en ella se advierte la pulcritud y el ordenamiento de todo hogar criollo.

Contrasta violentamente la vida rústica que dejamos en el exterior con esta clara y limpia pulcritud que reina adentro.

—¿Todo esto es de su propiedad? 

—Le pregunto a Vallejo.

—¡Qué va! Esto lo tengo arrendado a los ferrocarriles.

—¿También esto es propiedad de los ferrocarriles?

—Si.

—¿Le gusta vivir aquí?

—¿Y dónde voy a ir que me cueste más barato y que pueda mantener mi cría de gallinas, palomas y cerdos?

—¿Lleva entonces, mucho tiempo aquí?

 —Quince años.

La señora, como buena criolla nos brinda café.

—¿Le hago café?

—Venimos de almorzar, muchas gracias.

—¡Ah! Después de almorzar el café es lo indicado.

No era cosa de rechazarlo dos veces.

—¿Desde cuándo está usted cantando? —le pregunto.

—Yo canté toda mi vida, Don Galaor. Todavía estaba en el colegio, estudiando con el profesor Julio Morillo, cuando con Héctor Llanes y Alfonso Aguabella formé un trío. Así empezó la cosa.

—¿Hace mucho tiempo de eso?

—¿Para qué se lo voy a decir? Yo voy a cumplir cuarenta años. Y eso fue cuando todavía iba al colegio. Héctor Llanes es hoy policía, y Alfonso Aguabella, teniente.

—¿Y ya no hizo otra cosa?

—No podría. Canté con un septeto de Arroyo Naranjo, mi pueblo, que se llamaba Progreso. Canté tangos en los cines de Calabazar. Santiago de las Vegas y Arroyo Naranjo…

La enumeración la va haciendo Vallejo sin prisa. No quiere dejar ningún nombre en el olvido.

Dice que ha pasado mucho tiempo. Pero cada paso dado por él en aquellos difíciles días de sus comienzos, los conserva frescos, intactos, en su recuerdo.

—Un día, cantando en la Sociedad de Arroyo Naranjo, me oyó José Antonio Quintana, director de la orquesta de su nombre, Quintana.

– ¿Y qué le dijo el maestro Quintana?

-Me preguntó si quería cantar con su orquesta.

–¿Y claro usted dijo que sí?

—Casi un año estuve con Quintana y sus muchachos.

—¿Por qué los dejó?

—Porque Belisario López me llevó con la Havana Casino.

La sucesión de nombres de orquestas y conjuntos prosigue en los recuerdos de Orlando Vallejo.

Se podría hacer una historia del movimiento musical popular con sólo repetir títulos y nombres.

¿Lo dudan? Pues tomen nota: Orquesta Sevilla Biltmore, Orquesta Típica de Cristóbal Paulin. Riverside, Rene Touzet, Lorenzo Pego. Conjunto Cubavana de Alberto Ruiz. Cuarteto de Remberto Becker. Conjunto de Ernesto Grenet. Los Guaracheros de Oriente de Ñico Saquito. Quinteto de Celso Vega. Conjunto de Nelo Sosa. 

Orquesta del Niño Rivera. Conjunto Casino. Orquesta de Luis Alfonso. Conjunto de Luis Santí. Orquesta de Orestes Santos. Conjunto de Senén Suárez. Conjunto de Eulogio Casteleiro. Orquesta de cuerda de Bebo Valdés. Trío de Luisito Plá. Conjunto de Roberto Faz. La Sonora Matancera y la Típica de Aragón.

¿Se convencen?

Su voz. Su estilo. Su capacidad de trabajo, sobre todo, están presentes en el ánimo de los directores de conjuntos y de orquestas. Y en cuanto Vallejo puede, cuentan con él.

Hay también una relación de lugares. Organizaciones, cabarets, estaciones de radio y televisión, que mencionados en el orden cronológico que Vallejo los recuerda, es también un capítulo interesante del itinerario de este popularísimo bolerista.

Hotel Sevilla Biltmore, Casino de la Playa, Hotel Nacional, Radio Progreso, CMQ, Cabaret Montmartre, Cabaret Zombie, Cabaret Casablanca, RHC-Cadena Azul, Tropicana. Televisión con Gaspar Pumarejo en el teatro “Alkazar”. Show del Medio Día. Caracas, Venezuela AliBarClub.

Es fácil comprender que un cantante, hoy en día, no se populariza de manera tan absoluta como se ha popularizado Orlando Vallejo, si no abundan sus grabaciones.

Y éste es el capítulo más sensacional de la carrera de este magnífico bolerista.

Los discos Panart fueron los primeros que difundieron su voz por los ámbitos de toda Cuba. Cuando cantaba con el Conjunto de Ernesto Grenet.

Con los Guaracheros de Ñico Saquito, que eran él y Senén Suárez, Tony Tejera y Roberto Valdés, cantó para los discos RCA Víctor.

Con la Orquesta del Niño Rivera, para discos Ansonia.

Con el Conjunto Casino empezó a cantar como solista. Todavía no se dedicaba exclusivamente al bolero. Y su voz grabó de nuevo con Panart, guarachas, rumbas, congas; y, claro, algún que otro bolero.

Para la Sicca con el Conjunto Casino.

Con Remberto Becker, para la Ansonia. Con los Hermanos Castro, Niño Rivera, Enrique Jorrín y el Cubavana, para la compañía de discos Bernees.

Con todos esos nombres y títulos, les he trazado una trayectoria de Orlando Vallejo, que se inicia en los días inciertos de la Sociedad de Arroyo Naranjo y culmina en el AliBarClub, es un mano-a-mano con los cantantes que con él, ostentan el reinado del bolero. Benny Moré, Roberto Faz, Fernando Álvarez y Rolito. Su popularidad crece por día, aún más. Todo el mundo quiere oírle.

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