Operación Pedro Pan causa directa de la Operación Engaño

Written by Alvaro Alvarez

21 de octubre de 2025

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

El cerebro humano contiene miles de millones de neuronas organizadas en estructuras que coordinan el pensamiento, las emociones, la conducta, el movimiento y las sensaciones. 

Los lóbulos frontales ayudan a controlar el pensamiento, la planificación, la organización, la solución de problemas, la memoria a corto plazo y el movimiento.

Una neurona está formada por el soma o cuerpo celular (el cual contiene el núcleo), dendritas y axones. El núcleo de la neurona es su parte más importante. Se localiza en el interior del soma y está delimitado con el resto del citoplasma. En su interior, a su vez, se encuentra el material genético de la neurona (ADN). El núcleo es muy importante porque controla la expresión del material genético y, además, es la base central de la neurona, donde se regulan todos los procesos.

El amigo lector pensará qué tiene que ver toda esta lección científica con el tema a tratar, pues lo resumo muy fácilmente. El núcleo de todas las neuronas del cerebro de Fidel Castro estaba repleto de: engaño, mentira, embuste, estafa, timo, fraude, farsa, engañifa, burla, trampa, falsedad, invención y traición.

No puedo asegurar si el 26 de julio de 1953 ya tenía pensado todo eso o lo planeó después del 2 de diciembre de 1956 (fecha del desembarco del Granma) pero lo cierto es que nos llevó a la Gran Estafa que se ha mantenido durante 66 largos años.

En los primeros meses de 1958, mi padre y yo, instalamos un cable-antena que abarcaba toda la azotea de nuestra casa para poder oír las transmisiones de la “radio rebelde” desde la Sierra Maestra y poder escuchar a Orestes Valera, Jorge E. Mendoza-Reboredo y Violeta Casal. 

Eso nos sirvió para poder comparar lo que realmente sucedió después del 1° de enero de 1959 y por supuesto dejar de simpatizar con la revolución en el mismo enero de 1959.

Recuerdo cuando les pedían a los soldados del ejército batistiano, deponer las armas y serían perdonados. Pero la realidad fue otra, desde los primeros días de enero, empezaron a fusilarlos sin juicio previo.

El domingo 11 de enero de 1959, un Tribunal Revolucionario en Santiago de Cuba condenó a muerte a 4 tras un juicio sumario de 4 horas al ritmo de 4 minutos para cada sentencia. Estuvo dirigido por Belarmino Castilla Mas (1934-2015) y Jorge “Papito” Serguera (1932-2009) actuó como Fiscal, todo se desarrolló en un ambiente de circo, sin abogados defensores ni pruebas que los incriminaran. 

Posteriormente, el Tribunal presidido por Raúl Castro, al mando de la provincia de Oriente, condenaron a la pena de muerte a 68 hombres más, Raúl Castro declaró que “si uno era culpable, todos eran también culpables”. También condenaron a 10 hombres a 10 años de cárcel y absolvieron a 47. 

En la prisión de Boniato, 6 sacerdotes escucharon las últimas confesiones de los condenados. Luego, atados con cuerdas y en pares, fueron llevados en camiones a un campo de tiro en La Loma de San Juan.

La Masacre de la Loma de San Juan ocurrió el lunes 12 de enero de 1959 con el fusilamiento de 72 supuestos colaboradores de Batista condenados sumariamente al ser acusados por Raúl Castro de cometer torturas y asesinatos en masa. 

Se había puesto en práctica la Operación Engaño. Entre enero y abril de 1959, alrededor de 1,000 fueron denunciados y juzgados por medio de procedimientos sumarísimos, de los cuales 550 fueron fusilados y muchos de ellos bajo las órdenes del Che Guevara.

El 17 de mayo de 1959 Fidel Castro firmó la Ley de Reforma Agraria. Se abrió entonces un proceso de expropiaciones, nacionalizaciones y confiscación de bienes que afectaron fuertemente a la clase alta y a algunas empresas estadounidenses, así como la de otros países.

El 6 de agosto de 1960, bajo la Ley 851, Castro comenzó con las intervenciones (robos) de estas 26 empresas norteamericanas: Compañía de Electricidad, de Teléfonos, United Fruit Company, Esso Standard Oil, Texas Company West Indian, Sinclair Cuba Oil Company y 20 Centrales Azucareros.

Como ya se había instalado oficialmente el terror y el odio, las familias empezaron a temer por sus hijos al darse cuenta de que habían sido ENGAÑADOS. 

En el otoño de 1960 el director de la Academia Ruston de La Habana el Sr. James Baker recibió una petición del padre de un alumno cubano. ¿Podría el señor Baker conseguir una beca en los EE.UU. para sus dos hijos? Baker sabía que el padre estaba muy comprometido con la oposición a Castro. El Sr. solamente continuaría con su participación en las actividades anti- revolucionarias de estar seguro de que sus hijos estarían afuera de toda represalia. 

Provisto con los nombres de 15 ó 20 niños que él sabía que necesitaban salir del país, Baker planeó un viaje a EE.UU.

Al llegar a Miami, Baker se reunió con grupos de empresarios estadounidenses, muchos de los cuales habían sido echados de Cuba por el gobierno y cuyas empresas habían sido confiscadas por Castro. Uno de ellos le sugirió que hablara con el padre Bryan O. Walsh, que dirigía la Beneficencia Católica o Catholic Welfare Bureau (el CWB). El padre Bryan O. Walsh, un sacerdote irlandés que también estaba preocupado por los niños cubanos, podría conocer algún lugar que sirviera para establecer la proyectada escuela. El señor Baker y el padre Walsh se conocieron el 12 de diciembre de 1960.

Baker le pidió ayuda para sacar a unos 200 niños, alumnos de su escuela y traerlos a los EE.UU. Walsh y Baker trabajaron arduamente para asegurarse que los niños cubanos fueran recibidos y juntos delinearon un plan para sacarlos de Cuba, conseguirían visas de estudiantes. 

Pero para recibir una visa de estudiante era necesario presentar pruebas de que el niño había sido admitido en una escuela del país. 

Baker fue a ver a la señora Agnes Ewald de la escuela de segunda enseñanza Coral Gables High School en Miami y entre ambos pusieron en práctica un plan por el cual él le daría nombres a ella y ella, a su vez, conseguiría los documentos. Con estos documentos, la embajada de los EE.UU. en La Habana podía extenderles las visas de estudiantes a los niños. Las valijas diplomáticas de la embajada transportarían los documentos sin peligro. El complot básico de sacar a los niños de Cuba ya estaba en marcha.

Norma Lemberg, quien había residido en La Habana estuvo trabajando muy unida a Mrs. Agnes Ewald del Coral Gables High School.

Norma (1918-2011) y su esposo Leon Lemberg llegaron a Miami en 1960. Fue miembro clave de un pequeño grupo de padres de la Academia Ruston que recibió aviones y llevó a niños a su casa y colaboró estrechamente con otras agencias para cuidar de estos niños. Posteriormente, trabajó para el Programa de Refugiados Cubanos del Estado de Florida. A los 55 años, obtuvo su Maestría en Trabajo Social en Barry College. Trabajó para el Estado de Florida durante 17 años. Su último puesto fue el de directora de todos los servicios estatales para personas mayores y niños en el condado de Dade.

Este fue el comienzo de la Operación secreta. El Sr. Baker sacaría a los niños de Cuba y el Padre Walsh proporcionaría albergue a quienes no tenían familiares o amigos aquí.

El 15 de diciembre, un grupo de estos empresarios norteamericanos le trajeron al padre Walsh una carta de James Baker con los primeros 125 nombres de niños cubanos listos para salir solos de Cuba una vez sus visas de estudio se recibieran en Cuba.

El 26 de diciembre de 1960 la operación clandestina dio sus primeros frutos. Vívian y Sixto Aquino fueron los primeros niños que bajaron del avión en el Aeropuerto Internacional de Miami con otros 3 niños a las 4:30 de la tarde a bordo del vuelo 422 de la Pan American World Airwais. El 28 de diciembre llegaron 2 más y el 30 de diciembre otros 6. El 4 de enero de 1961 ya habían llegado 29 niños solos.

Baker y Walsh se habían puesto de acuerdo en no comunicarse a través del teléfono, ya que las llamadas internacionales estaban controladas. Pero el día 30 de diciembre, Walsh recibió una llamada de Baker, quién ya había regresado a La Habana. Baker le explicó que la embajada estaba reteniendo la emisión de visas de estudiantes. Padre Walsh llamó a Frank Auerbach, de la sección de visas del Departamento de Estado en Washington y éste le informó que el gobierno estaba dispuesto de otorgar las visas solicitadas por Baker, pero bajo la condición que una organización reconocida y establecida en los EE.UU. tenía que asumir la total responsabilidad de los niños. Walsh, sin titubear, tomó la decisión de que la Diócesis de Miami fuera la institución que asumiera tal responsabilidad. Envió la declaración notariada requerida al Departamento de Estado por entrega especial bajo su propia autoridad, sin consultar a sus superiores eclesiásticos en la Diócesis de Miami.

Debemos recordar que el 4 de enero de 1961 las autoridades cubanas ordenaron a los empleados y funcionarios norteamericanos evacuar la embajada. Les ordenaron subir en un autobús y los llevaron al puerto, desde donde salieron en barco hacia Estados Unidos. Ya los familiares se habían marchado antes y ellos estaban con las maletas listas. 

El domingo 8 de enero de 1961, padre Walsh voló a Washington para a las dos de la tarde discutir los planes en las oficinas de Mr. Robert F. Hale, director de la Oficina de Visas del Departamento de Estado y Frank Auerbach, jefe de la Sección de Visas del Departamento de Estado.

En la reunión, Auerbach sugirió que la Oficina de Bienestar Católico podría solicitar al Departamento de Estado la exención de los requisitos de visa para 23 niños que venían directamente de Cuba. Los niños allí corrían peligro inminente de lavado de cerebro comunista, argumentó, y esto constituía una emergencia que, según la Ley, podría ser la base para conceder esta petición.

Al día siguiente, padre Walsh recibió la noticia de que los permisos especiales, llamados “exenciones de visa”, habían sido aprobados.

El mismo lunes 9 de enero, en un paso sin precedente, el Departamento de Estado le concedió al padre Walsh la autoridad de entregar un permiso especial (Visa Waiver en inglés) a cualquier niño de entre 6 y 16 años que deseara entrar a los EE.UU. bajo la tutela de la Diócesis de Miami. 

Mientras que para los casos entre 16 y 18 años se estableció la obligatoriedad de remitir previamente a Washington los nombres y fechas de nacimiento para su aprobación por razones de seguridad.

Aunque Walsh tenía la autoridad de expedir las Visas Waivers, no tenía manera de enviarlas ya que la embajada estadounidense en La Habana había cerrado el día 3 de enero y no había más valijas diplomáticas. 

Era imprescindible que estos permisos especiales llegaran a Cuba antes de que los niños viajaran dado que las aerolíneas pagaban multas si transportaban pasajeros sin visas, o en este caso, permisos especiales. Cómo en ese tiempo, el gobierno de Cuba todavía permitía a los cubanos entrar y salir de la Isla, cubanos de confianza que regresaban de los EE.UU. fueron reclutados para traer y distribuir los permisos especiales en Cuba. 

Sara del Toro de Odio (1914-1998) fue una de esas personas. Ella había llevado a sus 5 hijos mayores a Miami al final de 1960. Allí se encontró con su buen amigo, Maurice Ferré, quien la llevó a conocer al padre Walsh. En su viaje de regreso, trajo consigo la primera remesa de permisos especiales para los niños cubanos. 

El rumor de las Visas Waivers recorrió por toda la Isla.

Sara del Toro de Odio podía, entre otros, viajar a Miami como turista o empresaria sin llamar la atención de los castristas. Mientras estaba en Miami, Walsh le entregaba las Visas Waivers para volver con ellas a Cuba. Los permisos especiales se enviaban en blanco excepto por su firma. Al llegar a Cuba, Sara y sus cómplices distribuían las Visas Waivers.

Después, los cómplices distribuían más Visas Waivers, que pronto fueron fotocopiadas de acuerdo con la demanda. A continuación, esos cómplices distribuían más Visas Waivers, a veces falsificando la firma del padre. Y, así, la operación se repetía. Era necesario que la Operación funcionara de tal modo porque, de esta manera, los permisos especiales podían llegar a toda la Isla y se les ofrecían a todos los padres que deseaban sacar a sus hijos del país y enviarlos a los EE.UU. 

Adicionalmente, sí una sola persona distribuía los permisos especiales, recibiría muchas personas en su casa, personas buscando una Visa Waiver y esto despertaría sospechas. Pero, si había muchas personas repartiendo los permisos especiales, entonces no llamaban tanto la atención de los segurosos o del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), una red de vigilantes-chivatos en cada vecindario, cuya función era espiar y denunciar a sus vecinos. 

Antes de salir de Cuba, en 1961, James Baker creó un comité de cinco personas y les encomendó la distribución de visas. Estaban compuestas por Phyllis Harrison Powers (alias, Penny Powers), profesora británica de la Academia Ruston de La Habana y exenfermera involucrada en el Kindertransport de 1939; Berta de la Portilla, también profesora de la Academia Ruston; su esposo, Francisco Finlay (Pancho) director de KLM Airlines en Cuba; Serafina Lastra, líder del grupo y profesora del Colegio Dominicas Americanas y su esposo, Sergio Giquel, dentista-ortodoncista que guardaba en sus archivos los nombres de los niños que solicitaban visas, disfrazados de pacientes.

La Operación se realizó bajo términos de la mayor discreción. La razón por la cual se debía ser tan discreto fue por el temor de que los padres de los niños transportados fueran descubiertos como antirrevolucionarios y sufrieran algún tipo de represalia. 

De saberse los nombres de los niños que tomaban los vuelos, el gobierno cubano podía seguirles la pista y, así, encontrar a los padres. La discreción también era fundamental a los efectos de proteger aquéllos que ayudaban con la Operación. De ser descubiertos o denunciados, serían considerados como traidores a su patria y condenados a las cárceles de Castro, famosas por el mal trato, la tortura o el paredón. 

Había otros motivos para mantener la operación en secreto. Por ejemplo, el Buró Federal de Investigación (FBI) tenía sospechas de que el gobierno cubano se podía aprovechar del programa para enviar espías e infiltrarse en el país. 

Es importante aclarar que la Operación no sólo era para los hijos de padres involucrados en la oposición. También, había niños de padres que, a pesar de no asociarse con la resistencia, querían salir de Cuba, lo cual ayudaba a ocultar a los otros. 

Muchos padres eran de la opinión que, si iban a perder a los hijos, preferían perderlos en un país democrático más que en un país comunista.

Una segunda variante alternativa, propuesta por Walsh, fue la creación de una vía Habana-Kingston-Miami contando con la colaboración de las autoridades británicas y de la Iglesia Católica de Jamaica.

Para ultimar todos los detalles, el 10 de enero de 1961, Walsh y la supervisora para el cuidado de los niños del Catholic Welfare Bureau, Miss. Rachel Erwin, viajaron a Jamaica, donde fueron recibidos por la jerarquía católica de ese país. El obispo de Kingston, Monseñor McEleney, brindó toda la cooperación necesaria. También se reunieron con el cónsul general norteamericano y con los Directores de las aerolíneas Pan American y K.L.M., en Jamaica, para garantizar el éxito de la Operación.

En esta nueva etapa, el equipo que actuaba en La Habana obtenía las visas británicas para los niños a través de la embajada inglesa en Cuba y al arribo a Jamaica los mismos recibían la visa norteamericana para continuar hacia EE. UU. 

Penny Powers fue el principal contacto con la embajada británica en La Habana, llegando incluso a recibir autorización de su gobierno para otorgar visas británicas para viajar a Jamaica.

El gobierno británico no sólo permitió el uso de sus visas y de su embajada en actividades clandestinas, sino que sus diplomáticos en La Habana fueron utilizados en los continuos viajes que estos hacían entre Cuba y EE. UU en función de la Operación.

En horas de la tarde del 17 de enero de 1961 arribaron a Jamaica los primeros siete niños que inauguraban esa nueva ruta, los que continuarían viaje hacia Miami la tarde del día siguiente.

Los niños refugiados que llegaban a Miami sin acompañantes se enfrentaban a dos destinos: “o eran reclamados por familiares o amigos, como sucedía en la mitad de los casos, o iban a parar a refugios provisionales hasta que aparecieran hogares permanentes para ellos”.

El primer campamento para hospedar a los niños fue en Kendall situado entre las avenidas 107 y 117 y entre las calles 76 y 84 del Suroeste, lo que hoy se conoce como Indian Hammocks Park, para varones de 12 a 14 años.

Los otros dos estaban en Florida City para las niñas de todas las edades y los varones hasta los 12 años y Camp Matecumbe (138 avenida y 120 calle del suroeste) para los varones de 15 hasta los 18 años.

El Campamento Matecumbe, era un campamento juvenil de verano diocesano antes de la crisis de refugiados, albergó a más de 300 niños durante los períodos álgidos de la Operación y el Programa para Niños Cubanos. Aunque se concibió como un refugio temporal, albergó a niños durante períodos más largos que Kendall porque los adolescentes mayores eran los más difíciles de colocar en familias de acogida o en grupos de acogida.

El padre Francisco Palá, fue el primer administrador de Matecumbe, cuando se inauguró en julio de 1961, allí estuvieron trabajando y ayudando a los niños, el cantante Carlos Oliva que había salido de Cuba vía Colombia y José “Pepe” López (natural de Remedios).

Florida City se convirtió en el centro más poblado de Miami, albergando en su apogeo hasta 500 niños (niñas de todas las edades y niños hasta los 12 años).

Sus actividades estructuradas y supervisadas incluían picnics y excursiones a la playa. Para mantener al menos un atisbo de vida social normal en circunstancias tan inusuales, se celebraban frecuentes fiestas de baile con adolescentes del Campamento Matecumbe.

Tras el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos el 17 de abril de 1961, que provocó el arresto de más de 200,000 personas, aumentó la demanda de exenciones de visas. El comité tuvo que ampliar y desarrollar medidas de seguridad más estrictas. Penny Powers contactó a Ramón (Mongo) Grau Alsina (1922-1998) y su hermana Leopoldina (Polita) Grau Alsina (1915-2000), ambos sobrinos del expresidente Ramón Grau San Martín que mantenían una activa vida social en círculos diplomáticos de La Habana. 

Ramón, contactó a Marie Boissevant, esposa del embajador holandés en Cuba, cuya familia de rusos blancos habían huido del comunismo en 1917. Ella realizó varios viajes a Miami en KLM, y pudo traer más de 500 exenciones de visa en cada uno.

Personal diplomático de las embajadas de Italia, Suiza, Gran Bretaña, Argentina, Uruguay y Panamá también actuaron como portadores de visas. 

Emanuel Carvajal, quien se desempeñó como embajador de Costa Rica en La Habana en 1961 y su esposa Bertha, declararon públicamente haber ayudado a Grau en el trasiego de documentos migratorios norteamericanos.

Las visas en blanco contrabandeadas con la firma del Padre Walsh fueron reproducidas en grandes cantidades, con Mongo Grau copiando la firma de Walsh. 

Ayudaron a Mongo Grau Alsina en estas labores: Israel Padilla Frades, Polita Grau Alsina, Toribio Bravo, Alberto Cruz Caso, Albertina O’Farril de la Campa, Manuel de Jesús Companioni Sousa y Alicia Thomas Chinique.

Para la recolección y confirmación de los nombres de los niños que sacarían por la Operación, Grau reclutó al sacerdote Raúl Martínez González, párroco de la iglesia de Santa María del Rosario, quien designó a dos de sus feligresas la misión de recorrer todo el país para contactar a otros sacerdotes que serían los encargados de confeccionar las listas con los nombres de niños cuyos padres deseaban enviarlos a EE. UU. Con una frecuencia quincenal estas personas visitaban la casa de los Grau y entregaban los listados con los nombres de niños que necesitaban documentos para poder viajar.

Francisco “Pancho” Finlay, director de KLM, Ignacio Martínez Ibor y Tony Cornelias, de Pan American Airlines, reservaban los asientos para los niños. 

Las solicitudes de visas se realizaban a través de Mongo y Polita y su círculo íntimo de amigos, el comité, maestros, sacerdotes y monjas. 

En 1962, cientos de personas formaban parte de la compleja red de la Operación. Las autoridades cubanas interrogaban a los participantes ocasionalmente, pero aceptaban los documentos falsificados y permitían que los niños salieran del país. 

La Operación no fue una actividad completamente ilegal y el arresto de las más de 500 personas involucradas se retrasó hasta enero de 1965. Hubo excepciones: Sara del Toro de Odio fue arrestada en octubre de 1961. Nadie fue acusado oficialmente de participar en la Operación Pedro Pan; se les acusó de conexiones con la CIA y de “conspirar contra la integridad y la estabilidad de la nación” conocido como el delito CIEN. 

Mongo Grau fue sentenciado a 30 años de cárcel y permaneció en prisión desde enero de 1965 hasta septiembre de 1986. Voló en un avión fletado a Miami junto con otros 65 presos políticos el 15 de septiembre de 1986. 

Para agosto de 1961, 500 niños cubanos no acompañados llegaban mensualmente a Miami. Tres agencias religiosas se encargaban de los niños a nivel local: la Oficina de Bienestar Católico, el Servicio para Familias y Niños Judíos y la Oficina de Servicios para Niños Protestantes. A nivel federal, el presidente Eisenhower asignó $1,000,000 en diciembre de 1960 para la asistencia a refugiados cubanos, y parte del dinero se destinó al programa para niños.

En febrero de 1961, el presidente Kennedy ordenó $4,000,000 en ayuda a las agencias de socorro que se ocupaban de los refugiados cubanos. Una vez en Miami, los niños podían ser reclamados por sus familiares o ir a albergues temporales a la espera de una ubicación permanente. Los fondos federales cubrían alimentos, ropa, transporte, viajes y tratamiento médico. 

Para 1962, había 10,000 niños cubanos en Estados Unidos y el programa, bajo la Oficina Católica de Bienestar Social, se había expandido a 300 empleados: trabajadores sociales, sacerdotes, cocineros, conductores, médicos, psicólogos, etc. 

Pancho Finlay reservaba asientos todos los días para el vuelo que salía diariamente de La Habana con destino para Miami. En cuanto un niño consiguiera su visa y el dinero ($25) para comprar su boleto, siempre había asiento disponible. El dinero para comprar los boletos se enviaba de los EE. UU a Cuba. El Havana-American Chamber of Commerce era un grupo de empresarios norteamericanos quienes habían sido echados de Cuba y sus negocios nacionalizados por el gobierno cubano. Ahora, el grupo se había formado de nuevo y su base se encontraba en Miami. Ellos recaudaban fondos y los remitían, en dólares, a la agencia de viajes Harry Smith Travel Agency localizada en la calle Lonja #213 en La Habana, cuyos dueños eran los anticastristas Gilbert Smith y su esposa Louise, que vivían en 5ª Ave. #4421, Marianao.

El trámite era fácil, con la Visa Waiver en la mano, un padre iba a la agencia de Harry Smith y sacaba un pasaje para su hijo. Si había un riesgo de que a un padre lo vieran entrando en la agencia, entonces sólo tenía que ponerse en contacto con la agencia por teléfono o a través de un mensajero. Allí lo esperaba el dinero para pagar por el boleto, un obsequio del Havana-American Chamber of Commerce. Con el boleto comprado, la agencia le daba el nombre del niño a Berta de la Portilla, ella, a su vez, compilaba una lista de nombres y se la entregaba a su esposo, Pancho Finlay, gerente en Cuba de la aerolínea holandesa KLM. Con los asientos ya reservados, él le entregaba la lista con los nombres de los pasajeros para embarcar ese día a los oficiales de la inmigración. 

Cuando el niño llegaba al aeropuerto José Martí de Rancho Boyeros con su Visa Waiver y su boleto, su nombre aparecía en la lista de vuelo.

Los nombres en la base de datos estaban en lo que los historiadores de la Operación llaman “el Registro del Aeropuerto”’, una lista escrita a mano de los nombres de los niños que acopió Jorge Guarch (el popular George) un cubano exilado que la Iglesia Católica contrató para recibir a los niños en el Aeropuerto Internacional de Miami y ayudarlos con los documentos.

Se sabe que hubo un hombre que le llevó al padre Walsh un niño llamado Pedro para que le buscara refugio mientras sus padres lograban salir de Cuba.

Hasta aquí en la jerga de la Operación era llamada “La Tierra de Nunca Jamás” (Neverland), pero el viernes 9 de marzo de 1962, el periodista Gene Miller del Miami Herald publicó un artículo que lo encabezó así: Children Flee From Castro’s Clutches. Peter Pan Means Real Life to Some Kids (Los Niños Huyen de las Garras de Castro. Peter Pan Significa Vida Real para Algunos Niños). A partir de ese día todos empezaron a llamarla Operación Pedro Pan.

En 1964, los tres campamentos se consolidaron en uno. Monseñor Walsh organizó el traslado de los niños a un cuartel de la Marina estadounidense en desuso en el aeropuerto de Opa-Locka. 

Principalmente, los campamentos se consideraban viviendas temporales. El objetivo principal de la Oficina de Bienestar Católico era trasladar a los niños de los centros de Miami a hogares de acogida permanentes, de ser posible en Miami con otros cubanos. Pero a medida que el número de niños cubanos ascendía a miles, Walsh tuvo que recurrir a la Conferencia Nacional de Caridades Católicas y a las diócesis católicas de todo EE.UU. en busca de ayuda. Aprovechando 95 agencias de cuidado infantil en más de 35 estados, la Oficina de Bienestar Católico colocó a casi 6,500 niños. 

Las colocaciones fuera de Miami incluían familias de acogida católicas, centros de cuidado infantil católicos, orfanatos católicos y hogares comunitarios católicos. Los niños se enviaron a todo el país, a lugares como Albuquerque, Nuevo México; Yakima en Washington; Helena en Montana; Búfalo en Nueva York; Filadelfia en Pensilvania y Cleveland, Ohio.

Una gran preocupación de Mons. Walsh era que la fe religiosa de los niños debería ser salvaguardada. Ésta era una de las principales razones por la que los padres mandaban a sus hijos al exilio. Aunque eran pocos, cuando llegaba un niño de Cuba de la fe judía o protestante, el niño se transportaba al campamento temporalmente y se contactaba a la agencia designada o la Benéfica Judía o al Buró Protestante de Servicio a los Niños para la ubicación correcta y apropiada del niño.

Por tanto, en Cuba se había establecido una Red que llegó a toda la Isla y en su centro estaba la señorita Penny Powers, la ciudadana británica. 

Entre sus colaboradores se encontraban Ramón Grau (22 años preso), Leopoldina Grau (14 años presa), Francisco Finlay, su esposa Bertha de la Portilla, el Dr. Sergio Giquel Echevarría y su esposa Serafina Lastra, Sara del Toro Abril (6 años presa), Albertina O’Farril de la Campa (14 años presa). Además, participaron en la Operación y estuvieron presas: Gloria Alvarez (conocida como Nenita Caramés), Alicia Thomas, Hilda Feo Sarol, Nena Nietze, Estrella Arián, Margot y Julia Calvo.

En octubre de 1961, con la ayuda federal proporcionada a través del Programa para Niños Refugiados Cubanos No Acompañados y bajo la supervisión del Departamento de Bienestar Público del Estado de Florida, la Oficina Católica de Bienestar Social, a 56 kilómetros al sur de Miami, en la ciudad de Florida City, arrendó 18 estructuras, compuestas por 83 unidades de viviendas, que ocupaba 6 acres, en una urbanización conocida como Coral Bay Manor, ubicada en la zona noroeste de la ciudad, como respuesta directa a la apremiante necesidad de un centro separado para las niñas y los niños preadolescentes que comenzaron a llegar en mayor número inmediatamente después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961 y la proclamación de Cuba como estado socialista por FC.

Inmediatamente después de su apertura en noviembre, el Campamento para Niños Cubanos de Florida City fue el mayor de los albergues y estaciones de tránsito de la Operación Pedro Pan y fue ocupado por niñas que hasta entonces habían residido en alojamientos mixtos separados en el Hogar Infantil Cubano de Kendall. 

A ellas se unieron niños de 12 años o menos de los campamentos de Kendall y Matecumbe. 

Sin embargo, a medida que llegaban adolescentes mayores de Cuba, algunos niños de 13 y 14 años eran trasladados con frecuencia al Campamento de la Ciudad de Florida desde otras instalaciones para dar cabida a los recién llegados. 

Las niñas estaban acompañadas por las Hermanas de San Felipe Neri, quienes ocupaban muchos de los puestos docentes en la escuela primaria del campamento y atendían sus necesidades espirituales. 

Los párrocos atendieron las necesidades de los niños. 

Las hermanas y los sacerdotes contaron con la ayuda de 28 matrimonios cubanos de mediana edad que sirvieron como padres de familia, y maestros laicos calificados que impartieron cursos de educación primaria y secundaria en una amplia variedad de materias. 

Entre esos matrimonios estuvieron: Miguel Ángel Quesada y su esposa Neyda Ortiz; Antonio Madrigal y Maritza Estrada.

En 1961, se construyó un comedor y en 1962 se amplió. 

A finales de 1962, se completó el edificio más grande del campamento, que se convirtió inmediatamente después en la residencia principal de las niñas.

A excepción de tres, todas las estructuras del campamento dan a ambos lados de la sección de la 2ª Avenida del N.O. que une las calles 16 y 14 del N.O. De hecho, la 2ª Avenida del N.O. es la arteria principal que atraviesa el corazón del campamento. 

El eje que proporciona la 2.ª Avenida NW culmina en un edificio de más de dos manzanas de largo, al que los niños llamaban El Barco, porque se asemejaba a un crucero cuando estaba iluminado de noche. Los demás edificios eran en su mayoría rectangulares, y los espacios intersticiales ofrecían zonas recreativas, como canchas de baloncesto y voleibol en la zona más grande, un santuario a la patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad, y un pequeño parque en una zona más pequeña, con canchas. 

Al igual que las demás instalaciones de tránsito operadas por la Oficina Católica de Bienestar, el Campamento de la Ciudad de Florida contaba con una enfermería moderna y bien equipada, atendida por un médico calificado y enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales certificados. El campamento contaba con la autorización del Departamento de Bienestar Público del Estado de Florida para albergar a 700 niños, que también realizaba inspecciones periódicas de rutina para garantizar el cumplimiento de las normas federales y estatales de bienestar infantil. 

Hubo 6,584 niños Pedro Pan que fueron alojados con familiares o amigos o personas de bien que los acogieron.

Se estima que casi 3,000 de los más de 7,464 niños de la Operación Pedro Pan, bajo el cuidado directo de la Oficina Católica de Bienestar entre 1961 y 1972, residieron en algún momento en el Campamento de la Ciudad de Florida. Tras su cierre gradual, cerró definitivamente en junio de 1966. Para entonces, la mayoría de los residentes restantes se habían reunido con sus padres.

Esta fue la operación de rescate de niños más grande de la historia registrada, y Carlos Eiré, uno de esos niños y hoy profesor de Historia en la Univ. de Yale, en un discurso en 2011 en Miami dio sus reflexiones sobre el significado de la Operación Pedro Pan mirando hacia atrás medio siglo después.

Margarita García, residente del área de Chicago, fue una de las niñas que encontró una segunda familia en la zona mientras esperaba reunirse con su madre más de un año después. Calcula que más de 80 niñas también fueron enviadas a la zona de Chicago.

Tenía 14 años cuando llegó sola a Estados Unidos. Su familia en Cuba, temiendo por su vida y preocupada por si la adoctrinaban en el régimen comunista, se arriesgó con la Operación Peter Pan. Finalmente se convirtió en la directora de una exitosa Agencia de Marketing.

La familia Fernández Casanovas de La Habana enviaron a 7 hijos en 3 grupos separados para no despertar sospechas. Los primeros en salir fueron: Eduardo, María Cristina y Jorge L. que llegaron el 1° de septiembre de 1961. Luego el 5 de noviembre de 1961 llegaron Patricia, José Ramón y Guillermo.

Finalmente llegó Beatrice el 25 de marzo de 1962.

“Sabes el hecho de que incluso en tu propio vecindario no podías hablar porque tenías miedo y mi papá me advertía, no hables con nadie, no puedes confiar en nadie”. “Nunca me di cuenta de los sacrificios que mis padres hicieron por nosotros. En ese momento, cuando tenía 7 años, pensé que me habían abandonado. Pero ahora, mirando hacia atrás, realmente lamento no haber tenido nunca la oportunidad de decirle a mi padre, gracias por el sacrificio que hiciste, porque fue un sacrificio enviar ocho niños y no saber si los volverías a ver”, dijo Guillermo “Bill”, que tenía 7 años.

Tres de los hermanos terminaron en un orfanato y reformatorio (ahora cerrado) en Staten Island.

“El hecho de que no pudiéramos salir juntos de Cuba fue muy emotivo. Fue horrible porque no sabíamos si nos íbamos a encontrar de nuevo”, dijo el hermano mayor, José Ramón.

“No tenía idea de lo que estaba pasando y todo lo que recuerdo es que mi mamá me dijo que no hablara con nadie. No tenía idea de que iba a un aeropuerto ni adónde iba”, dijo Beatrice que cuando tenía 9 años fue la última en salir de Cuba.

Eduardo dijo: “Fue horrible, sentí que era mi culpa, como si hubiera hecho algo mal”.

De vez en cuando lloro. Y todo el mundo hace eso cuando tiene un trauma, ¿verdad?, dijo Patricia, que tenía 4 años.

El padre (Fernández) acabó encontrando un apartamento en Elizabeth, Nueva Jersey para sus hijos. La madre (Casanovas), ciudadana española, vino después.

Gladys Gómez Rossie (Cuban Heritage Collection at UM) llegó el 10 de marzo de 1961 y estuvo 17 años separada de sus padres.

Eloy Cepero llegó junto con sus dos hermanos el día 11 de junio de 1962. Fueron acogidos por el matrimonio sin hijos, Elizabeth y McGregor Smith que era presidente de Florida Powers and Light (FPL).

Se estima que fueron 14,048 en total y de ellos 8,300 niños (60%) y 5,700 niñas (40%), los que salieron en los 666 días transcurridos entre el 26 de diciembre de 1960 y el 23 de octubre de 1962. De allí los dispersaron en 41 estados en hogares temporales, orfelinatos e internados católicos, gracias a la ayuda de 95 Agencias.

La mayoría de las familias se pudieron reunificar después de las salidas por Camarioca, del 28 de septiembre al 15 de noviembre de 1965 y desde el 1° de diciembre de 1965 los llamados Vuelos de la Libertad que duraron hasta el 6 de abril de 1973.

Muchos de los niños, ahora adultos, cuando fueron consultados aseguran que, más que nada, sienten gratitud por sus padres que tomaron la extraordinaria decisión de separarse de sus hijos, en algunos casos por el resto de sus vidas, para buscarles un futuro mejor.

Como dijo a BBC el Pedro Pan, Jorge Finlay: “Nadie puede juzgarlos por haber tomado esa decisión. Yo no creo que, poniéndome en su lugar, habría hecho algo distinto. En absoluto”.

Monseñor Bryan O. Walsh falleció el 17 de diciembre de 2001, a los 71 años. Existe en el suroeste de Miami dos calles en su honor. Una en la 120 calle y la 137 Ave. y la otra en la 120 calle y la 107 Ave. 

Otra recordando las Muchachitas de Villa María, de San Antonio, Texas, en la calle 25, Miami.

Otra calle Pedro Pan en Kendall Indian Hammocks Park.

En 2008 la Ciudad de Miami nombró la Ramón y Polita Grau-Alsina Avenue. Otra calle Pedro Pan, en la 2ª Avenida entre las calles 14 y 16 en Florida City.

Hay monumentos Pedro Pan en la calle 10 y la 13 Ave. Otra inapropiada escultura en el 600 de Biscayne Boulevard, frente a la Torre de La Libertad.

Entre los Pedro Pan más reconocidos están: Eduardo Aguirre (embajador); Lissette Alvarez Chorens (cantautora); Máximo Álvarez (Sunshine Gasoline); Olga Alvarez Chorens (cantante); José Azel Salomo (escritor); Miguel A. Bezos (padrastro de Jeff de Amazon); Joe Carollo (político); Eloy Cepero (financista y musicólogo); Willy Chirino (cantautor); Octavio Cisneros (obispo); María de la Milera; Eloísa Echazábal Pi (Miami Dade College); Carlos Eiré (profesor Univ. de Yale); Margarita Esquiroz (jueza); Emilio Estefan (productor musical); Felipe Estévez (obispo); Ileana Fuentes (periodista); Pedro E. García-Prieto (Supervisor Escuelas); Antonio Gordon (médico); José A. Madrigal-Estrada (profesor Univ. de Auburn); Mel Martínez (Senador); Carlos Mayans (alcalde Wichita) Ana Mendieta (artista); Eduardo Padrón (Miami Dade College); Demetrio A. Pérez-Jorcano (escuelas Lincoln-Martí y Semanario Libre); Enrique “Rick” Prado (CIA); Tomás Regalado (tasador de la propiedad); Santiago Rodríguez-Ceijas (pianista clásico); Carlos Saladrigas (empresario); Ralph Sánchez (promotor carreras de autos); Juan Sosa (sacerdote); Víctor Triay (profesor y autor); Marisela Verena (cantautora); Guillermo Vidal (alcalde Denver); Ricardo Viera-Ramos (profesor de arte); Octavio Visiedo (supervisor escolar); Francisco Wong (médico y profesor). 

Por supuesto hay muchísimos más Pedro Pan que se merecen estar en esta lista, por lo que han contribuido con su trabajo a este país.

Entre 1966 y 1974 el sacerdote Antonio Camiñas (nacido en Remedios) estuvo recibiendo por lo menos a 4,000 jóvenes cubanos que viajaban solos a Madrid y los alojaba en distintos lugares hasta que podían salir para los Estados Unidos. Esto se conoce como “Los Niños del Padre Camiñas” o “Los Choripan”.

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