Ese día, a cuenta gotas, fueron apareciendo los barbudos por la televisión. Humildes, penosos, respetuosos, todos parecían ser buenos y religiosos.
Nunca supe cuándo les repartieron rosarios y escapularios para exhibirlos. Porque en las montañas no los tenían.
Si por casualidad algo me agradaba, o quise encontrarles bondades a algunos de ellos, mi padre como un pitirre arriba de un águila me bajaba de la nube.
Mi padre me aclaraba: “Sí, Estebita, quizás haya alguno bueno, pero el que los dirige es un tremendísimo hijo de hiena rabiosa, te lo garantizo». El monstruo todavía no había llegado a La Habana, cuando llegó enseguida pude captar que mi viejo tenía la razón.
Me parecía como que el país completo se derretía ante unos soldaduchos con desgarrados uniforme verde olivo desteñidos. Comparaban a Fidel Castro con Jesucristo. Todavía da vergüenza ajena.
Tanta era la guataquería con ellos de hombres a los cuales yo consideraba “machos enteros” que me lucieron “pajarerías inmundas” sobre todo después que escuché a mi padre muy bravo decir unas palabras que me dejaron perplejo: “¡Ojalá que este tipejo no sea pederasta activo porque aquí se va a dar banquete!”
Poco a poco fueron arribando los comandantes y capitanes. Desfilaban por la televisión como pavos reales, como si hubieran ganado la Batalla de las Termopilas cuando en realidad solamente se trataba de un picnic de varios meses y varias escaramuzas.
Rápidamente fueron sacando las uñas, se acomodaron en las mejores mansiones y se montaron en los autos nuevos de los batistianos. Camilo, con su sonrisa socarrona, fue el que más recibió muestras de saterías populares.
El “Che” Guevara se adueñó de La Cabaña y comenzó un baño de sangre jamás visto en América, mientras un enano amanerado con una cola de caballo hermano de “Bola de Churre” llamado Raúl abrió fosas comunes en Santiago de Cuba y comenzó a tirar ahí soldados fusilados.
Y eso no fue nada, eso solo fue el inicio de la más brutal tiranía concebida en este conteniente. Ese día se inició el exterminio de mi adorada patria. Hace 63 años.
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