NI SEGUNDO DEBATE, NI SEGUNDO TÉRMINO. EL TIEMPO DE BIDEN TERMINÓ

Written by Adalberto Sardiñas

9 de julio de 2024

  Para todo propósito práctico, la candidatura de Joe Biden para su reelección a un segundo término presidencial, colapsó en la noche del pasado 27 de junio, diez minutos después de iniciado el primer debate, que, a la vez, en mi opinión, destruyó la posibilidad de un segundo. No puede, no debe, por simple solidaridad humana, ofrecerse otro espectáculo similar. Sería un abuso inhumano someter a un anciano con notables fragilidades físicas, pero, sobre todo, mentales, a una desmesurada presión en las presentes circunstancias. La triste angustia del primer encuentro demostró que el presidente no está apto para un segundo término. Sería demasiado. No podría terminarlo, y, constituiría un peligro para nuestra seguridad nacional en un mundo progresivamente agitado por amenazas de confrontaciones violentas.

Al día siguiente de lo que podría llamarse una catástrofe para Joe Biden y para el Partido Demócrata, los líderes de China, Rusia, e Irán, se explayaban en sus respectivas prensas controladas, en expresiones derogatorias, no sólo para ambos candidatos, sino también para la nación americana. En el transcurso de los 90 minutos del pasado jueves 27, en la disparatada actuación de Joe Biden, tambaleante a veces, balbuciente otras, incoherente, incapaz frecuentemente de completar sus sentencias, mentalmente confuso, América fue arrastrada en la burla de sus enemigos, y en el deslustre ante los ojos de sus aliados.   

Lo que más de 50 millones de americanos presenciaron en la noche del debate, fue la figura de su presidente en un deterioro cognitivo acelerado, que, unido a su obcecada e irracional insistencia en continuar como candidato para otro término de cuatro años, tendría consecuencias, nada favorables, para la estabilidad y el futuro inmediato de la nación. 

Lo que aconteció esa noche fue la confirmación, magnificada, de una persistente preocupación acerca de la edad y salud mental del presidente, mostrando, con evidente claridad, que los demócratas simplemente no pueden derrotar a Donald Trump con Joe Biden como su candidato.

Para los demócratas ha llegado el momento, dada la contundente prueba que dejó el debate, de comenzar la discusión, en serio, en la búsqueda de una alternativa a la candidatura de Biden. Esto le permitiría al partido la nominación de una figura fresca en la recta final al encuentro decisivo de noviembre. 

Por supuesto, en el orden natural de los procesos políticos acostumbrados, el primer candidato para substituir a Biden en este caso sería la vicepresidenta Kamala Harris. Pero ella resulta más impopular que el presidente, con un promedio de aprobación del 39% contra el 40 de Biden. Creo que con este nivel de aprobación la Sra. Harris no es un candidato viable, lo que forzaría al partido a considerar otra opción. ¿Quién entonces? Hay varios, pero el primero que surge a la mente, quién siempre ha mantenido en secreto, pero firme, su interés en la presidencia, aunque a veces lo niega, es el gobernador de California Gavin Newsom. Pudiera ser otra figura. Pero lo incuestionable es el delicado predicamento en que se encuentra el Partido Demócrata ante la disyuntiva que lo sitúa la mala fortuna del último debate.

Hay algo, sin embargo, dentro del complicado embrollo que le rodea con motivo del descarrilamiento del presidente Biden, que no deja de llamar la atención.

Si las deficiencias físicas y mentales de Joe Biden eran tan obvias, mostradas en varias ocasiones en público, destacadas en la entrevista con el Consejero Especial  Robert Hur, que le encontró lapsos mentales y problemas de memoria, si todo esto era del conocimiento hasta del ciudadano de a pie, cómo se explica que sus asesores y su personal de confianza, incluyendo el equipo que lo preparaba para el debate, lo indujera al mismo, incluso ante su insistencia, cuando sabían, o deberían haber sabido, el riesgo y la humillación a la que probablemente se vería expuesto. ¿Lamentable error de cálculo? ¿O alguien interesado en que la nación supiera, de una vez por todas, sin lugar a dudas, el estado real de las cosas? Todo es posible. Desde la negligencia inocente hasta las maniobras que no lo son tanto.

Después de una gira de campaña para controlar daños y recaudar fondos que terminó en New Jersey, Biden y su familia inmediata, pasaron el pasado fin de semana en Camp David debatiendo el mejor rumbo a tomar para capear la crisis política por la que atraviesa el presidente. Se rumora que sus allegados, en deferencia a su decisión, lo apoyarán en su empeño de continuar su aspiración. Sin embargo, dentro del liderazgo del Partido Demócrata, persiste la división entre los que apoyan al presidente y los que prefieren que retire su candidatura.

Lo cierto es que el partido del burro se ha hundido en un embrollo mayúsculo, del cual, hasta el momento en que se escribe este artículo, no le encuentra salida.

En el momento actual, dadas las circunstancias que nos rodean, no es exagerado pensar que el Partido Demócrata saldría tremendamente debilitado si permite a Joe Biden continuar como su candidato. Sus líderes crearon este engorroso dilema en acordar un debate temprano, sin considerar su implícito riesgo.  Les salió mal. El actor no cumplió su role. Ahora el monstruo le ha crecido fuera de control y no saben cómo dominarlo. Tienen en sus manos un presunto nominado, con innegable declive mental, que persiste, tercamente, en servir otros cuatro años en el oficio más demandante humanamente imaginable.

Como nota irónica vale destacar que éste es el mismo Biden que en la campaña del 2020 prometió ser un presidente de transición, para sólo un término. Pero el poder embriaga, y al Biden del presente, le ha crecido la sed y quiere otros cuatro años porque los anteriores no han sido suficientes. 

Si Joe Biden continúa en su testadura insistencia de proseguir con su campaña presidencial, estaría poniendo su interés político personal sobre el supremo interés de la nación y le estaría haciendo un flaco servicio al país en momentos en que la geopolítica mundial se encuentra en tensa situación crispante.

Los líderes demócratas tienen que enfrentar la realidad: Joe Biden no está apto para otros cuatro años en la Casa Blanca.

Tiene que irse voluntariamente…or else. De lo contrario, el partido corre el riesgo de perder la presidencia, el Senado y la Cámara Baja. Así de simple.

BALCÓN AL MUNDO

La decisión de la Corte Suprema sobre la inmunidad presidencial ha provocado diferentes reacciones de los dos grandes partidos del país. Mientras los demócratas la atacan porque, en estos momentos, va contra sus intereses, los republicanos la aplauden porque beneficia a su candidato. Cada cual lo mira desde su particular interés momentáneo, perdiendo en el transcurso, la perspectiva real de la decisión.

Efectivamente, en la realidad del momento, el candidato Donald Trump es el beneficiado; pero la decisión no se basa, estrictamente, en este candidato, sino como afecta a la Presidencia, como institución, el concepto de inmunidad en cuanto a la habilidad de todos los presidentes, no sólo éste, ni el anterior, sino todos, para actuar en el interés nacional, libre de procesamiento por sus actos oficiales.

De no existir la inmunidad como medio de protección al Poder Ejecutivo, el presidente en turno, podría tomar represalia política por acciones tomadas por su predecesor, si éste resultara ser del partido opositor. Comenzaríamos un círculo vicioso imparable con gran perjuicio para el país.

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Los republicanos de la Cámara Baja establecieron un pleito legal contra el fiscal general Merrick Garland para obtener las grabaciones de la entrevista del consejero Especial, Robert Hur, con el presidente Joe Biden, donde éste se mantuvo errático, incoherente y olvidadizo según lo expresado por Hur. Al final, como se evidenció en el famoso debate, todo resultó ser cierto. 

Garland, presionado por la Casa Blanca, se niega a entregar las grabaciones. Otro cover up para ocultar lo inocultable.

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SpaceX, se ha convertido en la primera compañía propulsora de cohetes al espacio. Tiene un valor aproximado a 20 billones de dólares. Elon Musk es dueño del 90% de ella. ¡Casi nada!

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Nuevas imágenes capturadas desde el espacio por satélites de Estados Unidos revelan un crecimiento en el número de estaciones de espionaje acústico electrónico en Cuba, supuestamente conectadas a China, incluyendo una recién descubierta a 70 millas de la Base Naval de Guantánamo.

¿Ven por qué necesitamos un gobierno fuerte en Washington y no una mano temblorosa?

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Siguiendo la tendencia que comenzó el año pasado, otro gobierno europeo, ahora Bulgaria, acaba de elegir un nuevo gobierno de centro-derecha. 

¿Se extenderá este trend a Latinoamérica? Es posible, porque los contagios casi nunca permanecen en una región. Sucede como con las modas.

¿Será Venezuela el próximo?  Lo sabremos en poco más de dos semanas.

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