Perfectamente comprensible es que miles de arribistas apoyaran la barbarie imperante desde 1959.
Los cubanos somos abiertos, aspavientosos y dentro de las filas oportunistas sumamente guatacas y alardosos.
Lo increíble fue (y sigue siendo) que miles de fidelistas acallaran sus verdaderos sentimientos, ocultaran su verdadera militancia y se infiltraran en las filas de la beligerante oposición.
Un ejército en pleno combate causa menos bajas y estragos que los infiltrados del G2 en Cuba.
Se hicieron pasar por buenos, por patriotas, por anticastristas, por contrarrevolucionarios cuando en realidad eran unas sabandijas al servicio de la recién estrenada tiranía.
Se infiltraron, diezmaron filas, destruyeron a estupendas, valiosas y valientes personas y pulverizaron a organizaciones como MRR, MRP, 30 de Noviembre.
Por culpa de ellos miles de patriotas fueron condenados a 30 años de prisión y llevados ante el paredón de fusilamientos.
Callados, fingiendo, sin que ni siquiera sus familiares más cercanos supieran sus verdaderas intenciones, desmantelaron la gloriosa gesta liberadora.
Se infiltraron en las Iglesias, en los Seminarios, en los Conventos, dentro de sinagogas, en los Masones, actuaron como firmes creyentes, fueron desde ser monaguillos hasta seminaristas.
Del lado de acá lograron tremendos estragos, frustraron muchísimas acciones bélicas, hasta uno de ellos logró llegar a ser jefe militar de Alpha 66.
Tristemente famosa se hizo la Red Avispa; Ana Belén Montes fue una convicta estadounidense condenada por espionaje a favor de la tiranía castrista. Por lo mismo fue condenado Mariano Faget, hijo.
En la actualidad, en nuestro entorno, pululan las “ciberclarias”, discrepando, criticándonos, atacándonos, polemizando, buscando la división entre nosotros.
Están en el segundo piso del Ministerio del Interior, sentados en las piernas de Ramiro Valdés, echándonos con el rayo.
Y yo aquí bloqueándolos y esperando el día de mañana levantar miles de patíbulos para Raúl y para ejecutar al G2 en pleno.
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