El 15 de febrero, día en que escribo este relato, se cumplen 34 años desde que falleció mi querido padre, Dionisio León Cuevas. Él provenía de una familia humilde que siempre valoró la libertad, el respeto y los derechos de los demás.
Él fue un hombre que siempre luchó por el bienestar y el decoro.
Mi padre siempre fue devoto de los ideales de José Martí y de todos los patriotas mambises que pelearon por la libertad de Cuba.
Ni él, ni sus hermanos y demás familia eran políticos, pero seguían los designios de los gobiernos. Él siempre sintió simpatía por el Gobierno de Fulgencio Batista, como antes dije, no era político, y su lucha era trabajar con honradez y honestidad.
Mi padre en los gobiernos de Batista primero, el de Grau San Martín, el de Prío y Batista otra vez nunca perdió nada, pero sí ganó mucho, ganó porque era libre. Dentro de la ley, hacía lo que quería como todo cubano honrado y de principios, nunca fue molestado por ningún gobierno, hasta que llegó en enero de 1959 la maldita revolución. En ese momento, sus aspiraciones fueron truncadas para él y el pueblo cubano.
El día posterior a la noticia del Asalto al Cuartel Moncada por Fidel Castro, mi padre y sus hermanos comentaban que era una mala señal, que tenía inclinación comunista. Aunque mi padre no era político, era seguidor de los gobiernos y de lo que pasaba alrededor de la política.
Dionisio León Cuevas nació el 9 de octubre de 1910 y falleció el 15 de febrero de 1990, a la edad de 80 años, a causa de un colapso cardíaco.
En 1934 contrajo matrimonio con Tomasa López Águila, ambos de familia campesina humilde. De esa unión nacimos seis hermanos, dos varones y cuatro mujeres. Tuvimos una crianza sencilla, pero con respeto. Mi padre nos decía: “La familia es el decoro y el respeto que debemos tener siempre presente”. Él y mi madre eran católicos romanos y nos inculcaron esa fe. Nos decían: “Dios y la familia van de la mano y no se pueden separar; tienen que compartir comunión”.
Desde que Fidel asaltó el Cuartel Moncada, mi padre decía: “Esta espina es comunista”. Cuando desembarcaron el 2 de diciembre de 1956, muchas veces dijo: “Si ese señor triunfa, nos invadirá el comunismo”. No se equivocó; tuvo una intuición extraordinaria.
Voy a mencionar otro presagio o corazonada que tuvo, y este fue de mi abuelo materno, Fulgencio López. Él decía: “Dionisio, si la revolución triunfa, se va a acabar Cuba; esta gente lo va a destruir todo”. Así ha sido, como se está viendo: “Han acabado con el cubano, desde todo punto de vista, tanto física como moralmente”.
Mi padre, dos hermanos, cinco sobrinos y yo su hijo, sufrimos prisión; otro tuvo que emigrar forzosamente.
En 1971, varios de la familia fuimos desterrados de nuestra provincia hacia otra sin haberlo pedido, por el solo hecho de los ideales anticastristas que emanaban de nuestra familia, así como otros miles que también sufrieron y están sufriendo el desastre.
Al final, tuve que venir a este país (Estados Unidos) y dejar mi patria, algo que nunca se vio en Cuba, antes de 1959.
Hay un refrán que dice: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Muchos se equivocaron, pero miles estuvieron en lo cierto sobre la revolución que se avecinaba. A esos hombres que no se equivocaron hay que reconocerlos por su lucidez.
Lo hecho, hecho está, vamos a seguir luchando, algún día venceremos sin duda.
Quien camine firme, que sus pasos no caigan en el vacío. Sigamos caminando firmes, y nuestros pasos llegarán a la cúspide.
Pedro León López
Spokane, Wa.
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