Mensaje Inspiracional. La leyenda del girasol

Written by Libre Online

15 de julio de 2025

Cuentan que hace mucho, existieron dos pueblos hermanados. Estaban situados al pie del río Paraná. Los caciques de ambas tribus se llamaban Pirayú y Mandió. El primero estaba encantado con esta paz entre ambos pueblos. Se ayudaban e intercambiaban cosas constantemente. Pero Mandió pensó que ambos debían unirse y ser un solo pueblo. 

Pirayú tenía una hermosa hija de la que Mandió se encaprichó. Le propuso a su amigo casarse con ella para unir ambos pueblos, pero Pirayú le contestó: 

– Es imposible, amigo, mi hija Carandaí está prometida al dios Sol desde hace mucho. Solo vive para él. No deja de admirarle y contemplarle y los días nublados entristece hasta el punto de que ha llegado a enfermar en algunas ocasiones… 

Mandió se enfadó mucho y decidió tramar un plan para hacerse con la mano de Carandaí. La chica se temía lo peor, y así fue. Un día, la tribu de Mandió se acercó por el río en canoas y comenzó a prender fuego a las viviendas. Ella fue hasta allí para intentar detener aquella locura y el cacique echó sobre ella una trampa que la inmovilizó. 

– ¡Ya te tengo!- dijo orgulloso. 

El momento en el que nació la leyenda del girasol

Pero entonces, Carandaí clamó al cielo:

– Oh, dios Sol, no permitas esto, no dejes que me lleven con él. 

En ese momento, Kuarahí, el dios Sol, se lanzó sobre todos con fuerza y rodeó con un intenso rayo de luz y calor a la joven. Todos huyeron despavoridos y Carandaí de pronto se transformó en una hermosa flor de tallo largo y grueso y una majestuosa corona amarilla con pétalos brillantes como el sol.

Desde entonces, ella busca constantemente al sol durante el día, como siempre, y deja caer su corona por las noches. Y así es como nació el girasol.

Reflexiones sobre la leyenda del girasol

Este precioso relato, la leyenda del girasol, tiene cientos de años y en él ya se habla de deseo, codicia y fidelidad: 

• La codicia y el deseo de Mandió: En la leyenda del girasol, los dos pueblos habían llegado a un acuerdo, y consiguieron alcanzar la paz, pero un sentimiento, una emoción en uno de los dos jefes desequilibró la balanza e hizo que Mandió llevara al pueblo la desgracia. El deseo se tornó en codicia y ésta a su vez en ira al no tolerar el cacique su frustración. 

• Las consecuencias de la falta de autocontrol de las emociones: Cuando deseamos algo que no podemos conseguir, podemos hacer dos cosas: asumirlo a pesar del dolor o buscar a la fuerza conquistar ese deseo. Esta segunda opción tiene consecuencias muy negativas. Todo lo que se intenta conseguir sin consentimiento del otro, hace daño, a uno o al otro. El control de las emociones es esencial para la convivencia.

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