Cuentan que al principio de todos los tiempos, cuando los dioses comenzaron a crear el mundo, pensaron en dónde colocar algunos de los árboles más nobles. Los dioses mandaron tres de los árboles a la costa: el pino, el piñón y el encino. Pero para llegar a la costa, cerca de los hombres, los árboles tenían que atravesar una inmensa montaña.
Después de caminar entre duros parajes, y ya cuando estaban en la zona alta de la montaña, el piñón se cansó.
– Amigos, no puedo más. Me quedaré aquí.
– Debemos llegar a la costa, no te desanimes- dijo el encino.
– Seguid sin mí. De verdad que no puedo andar más.
Y el piñón se quedó a vivir en lo alto de la montaña.
Empezaron a bajar por la ladera el pino y el encino, pero junto en la falda de la montaña, se paró el pino.
– Amigo encino, estoy agotado. Sigue tú hacia la costa. Yo me quedaré aquí.
– Venga, pino, queda poco. Un poco más y llegaremos a donde están los hombres.
– Ojalá pudiera, pero estoy realmente agitado.
– Está bien- dijo el encino- Terminaré yo el viaje.
Y el pino se quedó allí a vivir, en las faldas de la montaña. El encino, a pesar del agotamiento, continuó andando, más y más, hasta llegar a la costa. Cuando vio que estaba cerca de los hombres, descansó al fin.
Desde entonces, los hombres disponen de hermosos bosques de encinos en todos los poblados de la costa y tanto ellos como sus animales pueden beneficiarse de sus bellotas.
Reflexiones sobre la leyenda mexicana El viaje de los árboles sagrados
El encino es un árbol fuerte, grande y longevo. Además nos ofrece innumerables beneficios. Pero además esta leyenda, ‘El viaje de los árboles sagrados’, nos habla de valores esenciales, encarnados en esta ocasión en un árbol que llega a ser centenario.
• Quien persevera, lo consigue: El encino también estaba cansado del viaje, como sus compañeros, pero tenía una misión que cumplir y una gran fuerza de voluntad, así que perseveró y sacó fuerzas de flaqueza para llegar a su destino y cumplir su cometido. Y solo cuando vio cerca los poblados de los hombres, decidió parar. Fue el único de los tres árboles sagrados que consiguió cumplir con lo que les habían encomendado. Y lo consiguió con esfuerzo y perseverancia.
• Rendirse antes de tiempo: Tanto el pino como el piñón se rindieron antes de llegar a su destino. Estaban cansados y a pesar de la insistencia del encino, no quisieron continuar. Podrían haberlo hecho seguramente, pues son árboles muy fuertes, pero les faltó la fuerza de voluntad y ese sentido de la responsabilidad que sí tenía el encino. Aunque gracias a ello, debemos decir, y según esta leyenda, hay pinos y piñones en la montaña.
“Quien persevera, lo consigue”
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