MEMORIAS DE ÁNGEL CUADRA

Written by Luis De La Paz

18 de febrero de 2025

POR LUIS DE LA PAZ

Especial para LIBRE

Transcurría el 13 de febrero del 2021, cuando comenzó a circular la noticia del fallecimiento del poeta Ángel Cuadra. No por esperada, su estado físico se había deteriorado en los últimos tiempos, dejó de sobrecoger a sus amigos, a sus hermanos del presidio político, a los escritores que perdían a un colega muy especial. 

Fue en febrero, durante la pandemia china del Covid, que tanta desolación y muerte repartió por el mundo que el poeta nos dejó. Su partida en el año en que cumplía 90 años no tuvo la gran despedida que merecía por culpa de las restricciones impuestas por las autoridades para evitar la propagación del letal virus. 

Esa fue la sensación que percibí cuando asistí a la funeraria y a su entierro, faltaban algunos que compartieron sus celdas de castigo durante sus 15 años de cárcel, sus colegas en la literatura, aquellos que fueron invitados a la Feria del Libro de Miami gracias a sus gestiones, como parte del comité gestor del evento. Se notó la ausencia de miembros del Ex Club, la asociación de los presos políticos que él presidía. La falta de integrantes del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, que consiguió registrar en el PEN Internacional a los cubanos desterrados, cuando asistió al congreso de la organización mundial en Edimburgo, Escocia. Justificadamente faltaron muchos, pero los que estuvieron presentes hicieron honor al poeta. 

Ángel Cuadra fue un hombre que dedicó su vida a la lucha por la libertad de Cuba, que incluso sacrificó parte de su literatura, por darle más tiempo a la causa cubana. Sus artículos semanales de opinión en Diario Las Américas, le permitieron a muchos, sobre todo a los que se sumaban al exilio, entender mejor lo que había pasado en Cuba y sus razones históricas, políticas y culturales.   

Conocí a Cuadra a través del teatro, siempre lo llamé por el apellido como un acto de respeto mayor, aun cuando trabajamos juntos en algunos proyectos mantuve ese respeto. Nuestra familiaridad creció. Primero cuando acudíamos, él en calidad de crítico y yo como público, a ver las obras del Festival de Teatro Hispano de Miami. Él llevaba un solapín adosado al saco, con su nombre y la identidad del medio para el que escribía. 

Luego, fuera del Festival, en las distintas salas de teatro de Miami comenzamos a compartir en los intermedios y a la salida intercambiando opiniones. Así nos fuimos conociendo mejor el uno y el otro. Yo seguía sus críticas teatrales en el Diario, analizaba sus opiniones y las contrastaba con las mías. Muchas veces coincidíamos y eso fue una señal de acercamiento entre ambos. 

Después nos veíamos casi a lo largo de toda una semana cada noviembre durante la Feria del Libro. Ángel Cuadra moderaba las sesiones de los autores locales e invitados internacionales. Su liderazgo como coordinador de los escritores iberoamericanos, logró que importantes figuras acudieran a Miami, una ciudad denostada por muchos por ser el centro del exilio cubano.  

También estimuló a los jóvenes escritores de Miami invitándolos a la Feria. Su desempeño en el comité coordinador del programa en español, fue esencial en que se reconociera a quienes comenzaban a publicar sus libros. Valga añadir, ese trabajo lo realizó laborando muy cercanamente con Juan Manuel Salvat, presidente de Ediciones Universal, también parte esencial del comité de selección de los invitados a la Feria. 

Fue triste cuando lo sacaron del evento a causa de la campaña de Patricia Gutiérrez, hija de Eloy Gutiérrez Menoyo, que tenía una editorial en Puerto Rico, y trajo a la feria a varios autores publicados por ella. 

En una jornada Cuadra moderaba un panel y desde el público Patricia Gutiérrez intentó varias veces interrumpir la sesión para decir algo que deseaba señalar. Cuadra le pidió que no interrumpiera la continuidad del evento y que esperara al final, a la usual sesión de preguntas y respuestas para hablar. Al día siguiente la prensa de Miami se hizo eco de la denuncia de la Sra. Gutiérrez, acusando a Cuadra de haberla censurado, algo que no fue verdad. Yo estaba allí y fui testigo de todo lo que pasó.  Poco después Ángel Cuadra fue sacado del comité organizador de la Feria del Libro de Miami, por orden de las altas figuras del Miami Dade College, institución organizadora del evento. 

Cuadra se sintió muy triste y nunca más asistió al evento, de la misma manera que tampoco la Feria lo invitó como autor. En una ocasión abordamos el tema, incluso le recordé algo que tuvo lugar pocos meses después de aquel evento. Patricia acudió a la Feria del Libro de La Habana, y no le dejaron pasar ciertos títulos que llevaba. En Miami los medios divulgaron el incidente que tuvo lugar en Cuba, pero la aludida no acusó de censura a las autoridades de la dictadura cubana.

En varias ocasiones compartimos mesa en eventos del PEN Club. Él como presidente abría y cerraba los encuentros mensuales del PEN, primero y por muchos años en el Koubek Center, mientras fue parte de la Universidad de Miami, y luego y también por varios años, en la biblioteca de Westchester, donde todavía se realizan las actividades. 

Al poeta lo escuché en esas presentaciones leyendo sus poemas, sus ponencias y ensayos, muchas veces martianos. Cuadra poseía una voz muy personal, una manera de decir sus versos con elegancia, pausa y ritmo. Tenía la voz de un poeta y de un  actor, que lo fue en su juventud en Cuba, formando parte del célebre Teatro Universitario.

Su descontento con el castrismo lo llevó a conspirar y pagó con años de cárcel su rebeldía y amor a la patria. Allí conoció y padeció la brutalidad de los carceleros, vio a compañeros en huelga de hambre. Gracias a gestiones del PEN Sueco y otros centros que pedían su libertad, logró salir de la isla y establecerse en Miami, desde donde continuó su lucha por la libertad acudiendo a foros internacionales para exponer la realidad de Cuba. Su lucha la mantuvo firme y constante hasta el final de sus días.  

De sus años en prisión contó en varias ocasiones una anécdota sobre el dramaturgo René Ariza. Cuadra narraba el momento en que se lo encontró en la cárcel. Ariza fue condenado a 8 años de encierro por escribir un cuento que las autoridades consideraron contrarrevolucionario y carente de valores literarios. Sufrió un trauma brutal, del cual nunca se recuperó.

Ángel Cuadra recuerda que estaba en su celda cuando vio acercarse a un hombre delgado, demacrado y con la mirada perdida. No lo reconoció al principio, solo de cerca y por la voz: tengo hambre, le dijo el dramaturgo con lastimero sollozo. Esta anécdota la contó Cuadras en varias ocasiones y aparece en el documental Retrato inconcluso de René Ariza de Rubén Lavernia, que recoge los últimos tiempos de Ariza antes de fallecer en San Francisco, California en el 1994, a los 54 años.   

Hay que mencionar la obra poética de Ángel Cuadra. En Cuba solo publicó un libro Peldaño. Luego padeció prisión y en el exilio dio a conocer Impromptus, y continuó su ascenso como poeta con otros títulos memorables, como La voz inevitable, Esa tristeza que nos inunda, Tiempo del hombre, Diez sonetos ocultos, Fantasía para el viernes y Réquiem violento por Jan Palach, Las señales y los sueños y De los resúmenes y el tiempo entre otros títulos. Definitivamente una obra sólida.

En una oportunidad viajamos junto al escritor Armando de Armas al Congreso de la Modernidad en Milán, Italia, auspiciado por el editor Armando Verdiglione, que se interesó por la literatura de los cubanos en el exilio, incluso tradujo y publicó a algunos autores de Miami. Cuadra leyó una ponencia inquietante, denunciando los atropellos del castrismo hacia la libertad y la creación literaria.

Hay cubanos en Miami que dejaron su huella en la vida de Miami, y hay calles que llevan sus nombres. En el caso de Cuadra, en el parque de los Derechos Humanos en los jardines de la biblioteca de Westchester, se le erigió un memorial. Una sólida roca con una inscripción en bronce que da cuenta del legado del poeta y del luchador por la libertad.  

Gracias a las gestiones del entonces comisionado del distrito 10, Javier Souto y a pedido del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, se logró colocar ese memorial en su honor, como se merecía un hombre de su trayectoria y dedicación a la patria y la poesía. 

Allí, junto a memoriales ilustres como el Padre Félix Varela, el dramaturgo, escritor y Presidente de Checoslovaquia Vaclav Havel, al sacerdote y luchador Padre Miguel Ángel Loredo, y Antonio Díaz Pou, abogado capturado y ejecutado en Cuba por la dictadura fidelista, se perpetúa también la memoria de un gran cubano, el poeta Ángel Cuadra (1931-2021).

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