Por Jorge Quintana (1954)
En sus aspiraciones emancipadoras el negro cubano contó con líderes muy inteligentes. Desde luego que la gran figura en ese sentido la constituye Juan Gualberto Gómez. Pero unas veces militando en su mismo grupo u oponiéndosele hay otras figuras que merecen el respeto y la consideración de los cubanos. Imposible olvidar a Rafael Sena, el amigo de Martí en la emigración, a Joaquín Granados, a Juan Bonilla, a Margarito Gutiérrez, a Emilio Planas, a Julián González. Pero no hay dudas que después de Juan Gualberto Gómez la figura de más relieve entre los negros cubanos es Martín Morúa Delgado.
No importa que aun haya mouristas y antimourístas entre los negros. A pesar de ello su personalidad, su labor, tenaz y valiente, sus sinceras aspiraciones, todo ello le concede un relieve extraordinario. Fue una gran lástima que Juan Gualberto Gómez y Martín Morúa Delgado no hubieran coincidido en la apreciación del problema negro en la sociedad cubana del siglo XIX y los primeros años del siglo actual. Y lo fue, más que nada, porque si se hubiesen podido unificar aquellas dos grandes mentes en la misma actitud, en el mismo ardor, en la misma pasión, en la misma actividad, mucho más hubiesen ganado los negros de su época.
El 11 de noviembre de 1857 nació Martín Morúa Delgado en la ciudad de Matanzas. El padre es un vizcaíno que posee una modesta panadería en el barrio de Pueblo Nuevo, en aquella ciudad. La madre era africana, de nación gangá. Había sido esclava de una familia de apellido Delgado que tuvo la precaución por enseñarla y prepararla para el día que fuera libre.
El ambiente familiar es pobre. Muy joven aun Martin Morúa Delgado tiene que enfrentarse con la dura realidad y aprender un oficio. Se decide por la tonelería. Comienzan a interesarle las luchas sociales. En el Gremio de los Toneleros le eligen para desempeñar la secretaría.
En enero de 1880 funda en Matanzas el periódico “El Pueblo” a fin de defender, desde sus columnas, los intereses de la gente de su raza. No puede evadirse a las persecuciones de la época. Le prenden. Le secuestran ediciones. Le mantienen incomunicado en el castillo de San Severino. Cuando al fin logra que lo liberten es con la condición de abandonar el país. Se embarca para los Estados Unidos. Allí se instala, allí trabaja y allí estudia. Aprende a hablar correctamente el inglés y el francés.
Por aquella época se hizo volakapudista que era una especie de idioma universal, algo así como el esperanto de nuestros días. Cultiva la literatura. Estudia con especial interés a los franceses. Emilio Zola se ha convertido en uno de sus autores predilectos. El naturalismo está de moda y Morúa Delgado no se puede sustraer al influjo de la moda. Se dedica a traducir la vida de Toussaint Louverture escrita por John Beard y “Called Back” de Hugo Conway a la que titula, en castellano, “Recordación”.
En ideas políticas es separatista. En julio de 1883 es electo vocal del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York. En noviembre de 1884 conoce en Nueva Orleans al general Máximo Gómez. Regresa a Nueva York para trabajar como redactor en el periódico “La República”. Es un fervoroso amigo del general Gómez, quien le encomienda una misión revolucionaria en Panamá para donde sale en marzo de 1885. El 31 de marzo está en Panamá. El 21 de mayo sigue viaje a Kingston, Jamaica. En julio se reúne con el general Gómez. En agosto llega el general Maceo. De aquellas conversaciones Morúa Delgado llega a la conclusión que las desavenencias en el campo de la emigración han hecho fracasar, una vez más, los muy nobles propósitos de los que aspiran a libertar a la patria esclavizada del yugo español.
El 19 de agosto de 1886 abandona Kingston para dirigirse a México, cruzando por el puerto de La Habana el 24, sin bajar a tierra. El 29 ya está en Veracruz. De allí se embarca para Nueva Orleans, encaminándose a Key West, donde fija su residencia. Es un proscripto de su patria. Sus ideas van evolucionando un tanto lentamente. De aquel separatista ardoroso de 1880 comienza a forjarse un autonomista. Es en este punto crucial donde él discrepa de Juan Gualberto Gómez. Para el insigne rebelde la posición del negro podría mejorarse si tomaba parte activa en el movimiento separatista. Morúa, por el contrario, sostenía que el negro tenía que superarse, prepararse intelectualmente y después, evolutivamente, ir conquistando su lugar en el conglomerado social cubano. En 1888 publica “La Revista Popular”.
En Key West contrae matrimonio con la señorita Elvira Granados. Hasta 1890 vive en aquel lugar donde la agitación separatista crecía y se intensificaba. Por esta época concibe escribir su novela “Sofía”. En 1890, con los manuscritos revisados, se traslada a La Habana. Inmediatamente la publica formando el primer volumen de una colección que él mismo titula “Cosas de mi tierra”.
El autonomismo se le acentúa. Repudia la violencia. En 1892 Juan Gualberto Gómez organiza el Directorio Central de Sociedades de Color. Contra el mismo se lanza brioso Martín Morúa Delgado. Repudiaba aquello porque a su entender podía degenerar en un movimiento racista. Él quería la superación del negro, pero que ello llegara con la evolución de los conceptos sociales. Nunca antes, ni mucho menos precipitarla con campañas que estimaba estériles.
De esta época datan sus colaboraciones en la “Revista Cubana” donde publica “La Rusia Contemporánea”, en “El Fígaro” y “La Habana Elegante”. Finalmente comienza a publicar “La Nueva Era” en junio de 1892.
Al reiniciarse la contienda, en febrero de 1895, laboraba como lector en la tabaquería de “Villar y Villar”. Trabajaba entonces en un estudio de la obra novelística de Cirilo Villaverde. La lucha del pueblo cubano le hace reconciliarse con el separatismo. Repudiaba la violencia, pero una vez desatada, era mejor obtener, el máximo de conquistas y este máximo lo representaba la independencia.
A fines de 1896 abandona la isla, trasladándose a Tampa. Su separatismo se hace convicción tan acentuada que no vacila en enrolarse en la expedición que los generales Lacret, Sanguily y Castillo Duany organizan y traen a Cuba en el vapor “Florida”. Es teniente encargado del detall. El 20 de mayo de 1896, cuando las tropas norteamericanas se disponían a organizar el asedio de la ciudad de Santiago de Cuba, desembarcan los expedicionarios del “Florida” por las costas de Oriente. De allí pasa a Camagüey y, finalmente, a Cienfuegos. En plena manigua el periodista vuelve a manifestarse, editando, en unión de Piñán de Villegas “La Libertad”. La guerra se concluye.
En 1899 le designan Secretario del Ayuntamiento de Palmira. Fue por breve tiempo, pues en Santa Clara le reclama el general Gómez para que continúe publicando “La República” como órgano del Partido Republicano que estaban organizando en unión de los generales Monteagudo y Alemán.
El 16 de junio de 1900 se llevan a cabo las elecciones para designar Delegados a la Asamblea Constituyente. Martín Morúa Delgado resulta electo por los republicanos de Las Villas. Allí, en la Convención Constituyente, Morúa se enfrentará de nuevo a Juan Gualberto Gómez. Es que temperamentalmente se repelen. Cuando se pone a discusión la Enmienda Platt Juan Gualberto Gómez, instintivamente, la repudia. Y con aquel temperamento apasionado lo combate. Morúa, por el contrario, la analiza, estudia las condiciones del país y se declara partidario de su aceptación, si de verdad se quería que los norteamericanos se retiraran de la administración pública del país.
La lucha política se torna ardorosa. Aun cuando el general Gómez apoya la candidatura presidencial de Estrada Palma en aquellos comicios del 31 de diciembre de 1901 Morúa la acata por, disciplina. Nunca ha tenido simpatías por el sustituto de José Martí en la dirección del Partido Revolucionarlo Cubano. En esos mismos comicios resulta electo senador por el republicanismo villareño. También ese mismo año publica su novela “La Familia Unzúazu”, que es una continuación de “Sofía”. Ambas forman los dos únicos volúmenes de la colección “Cosas de mi tierra”.
Al estradismo en el poder lo combate Morúa en el Senado. En 1904 propone que se restablezca la lotería. El Senado la aprueba; la Cámara también. Pero Estrada Palma hace uso del derecho al veto. En el Mensaje al Congreso donde le da cuenta del veto impartido a aquella ley, el Presidente Estrada Palma hace alusión velada al autor de la proposición, recordando que en 1891 la misma persona había llamado a la lotería “gangrena social”. Martín Morúa Delgado tragará en silencio aquel ataque del Ejecutivo y se aprestará a librarle más duras batallas.
La reelección de Estrada Palma encontró en Morúa Delgado un tenaz y persistente opositor. Vive en Guanabacoa. Desde las columnas de “La Lucha” fustiga al Gabinete de Combate y todas las maniobras que llevan a cabo en contra de las aspiraciones liberales de llevar, a la primera magistratura de la nación, al general José Miguel Gómez. En la madrugada del 24 al 25 de febrero de 1906 un grupo de liberales exaltados de Guanabacoa asaltan el cuartel de la Guardia Rural. Mueren dos soldados y otros más resultan heridos. Los sublevados se dispersan.
El gobierno estradista no tiene reserva alguna para acusar a Morúa como el instigador de aquel acto. Llega a solicitar del Senado autorización para procesarle y hacerle condenar. La revuelta estalla con furia. Morúa es arrestado junto con otros líderes y recluido en el Castillo del Príncipe de La Habana.
Por primera vez en sus vidas Juan Gualberto Gómez y Martín Morúa Delgado coinciden. En esta oportunidad Don Juan ha llegado al liberalismo, a remolque de su viejo amigo Alfredo Zayas, Morúa viene traído de la mano de José Miguel Gómez. Pero el liberalismo ha asumido la responsabilidad de aquel golpe revolucionario frente al gobierno reeleccionista de Estrada Palma y ambos sufren las consecuencias de una transitoria coincidencia política.
Los liberales triunfan. Don Tomás Estrada Palma abandona el poder. Renuncia. La República se queda acéfala, porque el vicepresidente, general Domingo Méndez Capote, también renuncia. El Congreso no puede, por falta de quórum conservador, designar al sustituto. Y el gobierno de los Estados Unidos decreta la segunda intervención. Se convocan nuevas elecciones. Triunfa la candidatura presidencial del general Gómez. Martín Morúa Delgado es electo Senador por el liberalismo villareño.
Apenas si el Senado comienza a laborar le designan presidente de ese cuerpo colegislador. Es el primer negro que llega a tan alta posición parlamentaria en nuestra patria.
Se mantiene fiel a su amistad con el general Gómez, quien le ayuda en sus afanes políticos, sobre todo cuando el 11 de febrero de 1910 el senador Morúa presenta una enmienda al Artículo 17 de la Ley Electoral, enmienda que se conoce por la Ley Morúa, que prohibía la formación de partidos políticos constituidos exclusivamente por individuos de una sola raza o color, o por individuos de una sola clase con motivo del nacimiento, la riqueza o el título profesional.
A la hora de votarse la enmienda el senador Antonio Gonzalo Pérez logró que se dejase lo de la raza y se suprimiesen las otras restricciones. El Partido Independiente de Color que habían organizado Estenoz e Ivonnet reaccionará contra aquella Ley Morúa sublevándose, paro cuando ello se produzca ya Morúa no vive.
El presidente Gomez le pidió que ocupara la Secretaría de Agricultura. Es el primer hombre de color que llega a ser Secretario de Despacho. Unos pocos menses podrá desempeñarla. Está enfermo. Sabe que es el final. El 28 de abril de 1910 muere en Santiago de las Vegas esta ilustre personalidad cubana, cuya actuación en la vida nacional ha dejado tan honda y profunda huella que todavía tiene sus amigos y sus enemigos, sus detractores y sus enemigos, sus detractores y sus partidarios.
0 comentarios