Por Orlando Castañeda (1953)
Nos dicen los libros sobre Astrólogía que el origen de esta complicada ciencia es difícil averiguarlo con plena exactitud, ya que, inclusive, sus estudios fueron ampliados en vasta escala por los caldeos. Pero, sin embargo, se sabe que el primero que reunió de un modo sistemático los fragmentos de la Astrología de los caldeos fue Tolomeo, llamado el rey de los astrónomos.
Esta ciencia siempre ha contado con millares de adeptos y de ella se han valido soberanos y hombres de Estado para la dirección de su política. Fueron cultivadores de la Astrología: Homero, Pitágoras, Sócrates, Hipócrates, Platón, César, Horacio, Virgilio, Dante, Galileo, Bacon, Shakespeare, Milton, Goethe, Napoleón, Byron y otras muchas celebridades que harían interminable esta relación.
Según los entendidos en la materia, la Astrología corresponde a la fisiología de los cuerpos celestes, como la Astronomía pertenece a su anatomía; y que fundamento de los diagnósticos y pronósticos lo constituye el horóscopo.
El sentido etimológico griego de la palabra horóscopo es «lo que se ve al Oriente», en el momento del nacimiento de una persona. Por tanto, desde luego, huelga que nos detengamos en destacar que, de acuerdo con los antiguos astrólogos, el futuro de todo ser humano, desde el preciso instante en que nace está sujeto a lo dispuesto por los astros en general, y en particular de los astros más próximos a la tierra, cuyas influencias ejerce en sentido favorable o desfavorable o mediocre, conforme a la posición de ellos en el Zodiaco que se haya dividido en 12 sectores iguales llamados signos.
Aunque ciertamente la finalidad de la Astrología no se limita a su aplicación en la elaboración de horóscopos por ser solamente una de sus elementales utilizaciones, no es nuestro ánimo investigar con detalles suficientes las bases necesarias para la plena comprensión de este complejo problema, y si bien resulta anticientífico, lo aceptamos sin ambages, más que nada, porque nos conduce con mayor rapidez hacia la verdad y también por considerar la siguiente manifestación del inglés Sir J. Arthur Thompson: “La ciencia como ciencia nunca hace la pregunta ¿por qué?”.
Evidentemente que constituye una coincidencia notable en cuanto a lo que significa en la agitada y excelsa existencia de Martí la ciencia astrológica, si aceptamos como posible las influencias astrales sobre el acaecer terrestre, o más bien si interpretamos la verdad científica como él – mismo la entendía, en el sentido de que “es un placer exquisito el de buscar la causa de los sucesos”.
La constelación de Acuario, onceavo signo zodiacal, es el que corresponde al Apóstol de la independencia de Cuba por la fecha de su natalicio, el viernes 28 de Enero de 1853.
La naturaleza mental y humana de este signo está demostrada por el símbolo hombre y el rasgo más característico de sus hijos es el amor a la naturaleza humana. Esta particularidad la confirma el mismo Martí en la frase lapidaria: “El que está con la naturaleza humana, está en lo cierto”.
Acuario es un signo intelectual y su intuición a mezclar el arte con la ciencia e inclinación a la literatura y a la filosofía es proporcionada por el rayo de Urano, que es su planeta regente. Además, es amante de la buena música. Estas cualidades las avalora Martí al entender que «el instinto, la intuición, es aquello sin el cual nunca lograríamos descubrir el sentido de la vida». Con respecto al arte, él que era por temperamento todo artista, lo concebía como “el modo más corto de llegar al triunfo de la verdad, y de ponerla a la vez de manera que perdure y centellee en las mentes y en los corazones”.
En cuanto a las ciencias, era su criterio de que «confirman lo que el espíritu posee: la analogía de todas las fuerzas de la naturaleza; la semejanza de todos los seres vivos; la igualdad de la composición de todos los elementos del Universo; la soberanía del hombre, de quien se conocen inferiores, más a quien no se conocen superiores».
Desde muy niño, apenas contaba 16 años, Martí sintió inclinación por la literatura y en más de una ocasión dio prueba plena de su precoz y clara inteligencia literaria, hasta llegar a ser por su originalidad uno de los escritores a quien más debe la lengua castellana: «La literatura—dijo él— no es otra cosa más que expresión y forma, y reflejo en palabras de la naturaleza que nutre y del espíritu que anima al pueblo que la crea».
En múltiples oportunidades Martí dejó constancia de su profundo conocimiento por la ciencia que trata de la esencia, propiedades y efectos de las cosas naturales, y consecuente, en forma sencilla y concreta, nos dice que «la filosofía no es más que el secreto de la relación de las varias formas de existencia».
De la buena música Martí fue un entusiasta amante y conocedor y por ende muy atinado en sus juicios, dejando constancia de ello en varias de sus admirables crónicas: «La música es el hombre escapado de sí mismo: es el ansia de lo ilímite surgida de lo limitado y de lo estrecho: es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera».
Con arreglo al horóscopo, los nativos de Acuario por ser de una disposición bondadosa y de excelentes maneras sociales logran cautivar fácilmente amigos acogedores y de un magnífico apoyo. Los mencionados extremos encajan perfectamente en Martí, ya que expresó que “la bondad es la flor de la fuerza”; y en cuanto a sus maneras sociales, quienes lo conocieron de cerca afirman que, por su magnetismo personal y afabilidad, su trato era verdaderamente exquisito, como para demostrar que “el que descubre medios de atraer y distraer a los demás, es un benefactor de los hombres”. Para los conocedores de su vida y de su obra es bien sabido que Martí hacía de la amistad un respetuoso culto ya que para él no podía existir “nada más bello que poder amar a aquél a quien se tiene algo que agradecer”. El epistolario martiano da fe plena de lo que la amistad significaba para el insigne cubano.
Esta constelación de Acuario ofrece a sus hijos firmeza de carácter, por lo que generalmente a fuerza de vencer obstáculos logran lo que se proponen; señala alguna lesión o golpe de hierro; brinda la oportunidad de hacer largos viajes, a tierras en donde le irá mejor que en su propia patria; y es le temer un peligro corporal que podría ser sobre el agua, o por las armas, o por cuadrúpedo (caída de caballo o algo semejante). Martí nunca perdió la fe en la causa independentista que propugnaba, y por la tenacidad con que siempre defendió sus ideas y la fuerza de convicción con que, en todo momento, mantuvo la necesidad de la revolución libertadora, él fue un verdadero carácter y de ahí su percepción de que “como mármol ha de ser el carácter: blanco y duro”.
La mayor obsesión, su sublime obsesión, en la que nada podría detenerlo y a la que dedicó todo su esfuerzo e intelecto, era alcanzar la independencia política de Cuba, y ello lo obtuvo a su hora pues al pasar del apostolado a la sublimidad en Dos Ríos ya que su obra quedaba realizada y Cuba era libre. Su gran visión le hizo escribir anticipadamente: “Sonreiré entonces contento: y se verá en derredor de mi sepulcro un vapor como de mirra y de luz, y una flor nueva se abrirá en la Cruz”.
En el presidio político, aún adolescente, hieren su carne al colocarle un cinturón de hierro con el grillete remachado al pie derecho, dejando para el resto de su vida la cicatriz de la llaga que el padre desconsolado “me miraba con espanto, envolvía a hurtadillas el vendaje, me volvía a mirar, y al fin, estrechando febrilmente la pierna triturada, rompió a llorar».
Desde los cuatro años de edad en que realizó su primer viaje con sus padres a España, es sorprendente el constante peregrinar de nuestro Apóstol sin desmayar -un solo instante en su extraordinaria labor de prédica y de captar prosélitos para la gran obra. Sobre la influencia de los viajes en Martí, él mismo habla de su satisfactoria “manía de viajar, ocasionada a dar sorpresas”. ¿Eventualidad? ¿Coincidencia?.
Ciertamente que no nos atrevemos afirmar ni una cosa ni la otra, pero el metal que le asigna el horóscopo a los nacidos bajo la constelación de Acuario es el plomo, y un trágico día una descarga de fusilería derriba a nuestro gran hombre cuando «de cara al sol» iba en veloz carrera sobre su caballo… «el plomo,—expresó el buen Gonzalo, su discípulo predilecto—, entrando debajo de su barba, desfiguró la boca firme, quemó el espeso bigote y silenció para siempre su lengua áurea», y entonces, en un rápido relampaguear, hubo quien vio surgir en la bóveda celeste una nueva estrella, porque “el firmamento debiera tener un astro nuevo cuando cae en la patria un hombre que la defiende”.
Al realizar, aunque en forma somera, un análisis retrospectivo de la vida de Martí bajo el signo de Acuario, siguiendo sus pasos desde la calle de Paula hasta la sabana de Boca de Dos Ríos, hemos hallado poderosos fenómenos que han llamado nuestra atención. Pero no adelantemos los acontecimientos y avancemos ordenadamente para poder captar mejor el efecto de sus reacciones.
Así, nos encontramos que Acuario inicia su influencia sobre Martí, naturalmente, aquel día «sin sol» en que vio la luz primera en la casa humilde del barrio de San Isidro.
Enamorado de su oficio de escribir y para singular orgullo futuro del periodismo de Cuba, su innato sentido literario lo empuja hacia la letra de molde y, el 19 de enero de 1869, en «El Diablo Cojuelo», publica un artículo de fondo y varios sueltos. Este mismo año, en conmemoración del alzamiento de Yara, inserta su soneto de carácter revolucionario ¡10 de Octubre! en «El Siboney». También en 1869 en «La Patria Libre», periódico fundado y dirigido por él, aparece su patriótico drama en verso y en un acto titulado “Abdala». Estas primeras manifestaciones de prensa de Martí es el comienzo de su venidera brillante labor como colaborador, corresponsal o director de periódicos: “La prensa —dijo él— no puede ser en estos tiempos de creación, mero vehículo de noticias, ni mera sierva de intereses, ni mero deshago de la exuberante y lujosa imaginación. La prensa es Vinci y Angelo, creadora del nuevo templo magno e invisible del que es el hombre puro y trabajador el bravo sacerdote”.
El 15 de enero de 1871, como infidente sale Martí deportado por primera vez para España. En la tierra de sus mayores, el joven desterrado trabaja y estudia con ansia de superación. Publica en Madrid su emocionante folleto “El presidio político en Cuba», y su sentida oración por las almas de los estudiantes de medicina inmolados en La Habana. El 15 de Febrero de 1873, con motivo de la proclamación de la primera República Española, publica su folleto «La República Española ante la Revolución Cubana».
Cuatro años más tarde, el 8 de febrero de 1875, después de visitar varias ciudades europeas, procedente del Viejo Mundo, vía Nueva York, llega a Veracruz para reunirse en la capital azteca con sus padres y hermanas, donde es recibido con la desagradable sorpresa de la muerte de su hermana Ana.
Durante su estancia en México, país hermano que le hace acrecentar su amor por nuestra América, Martí recibió allí tan cordial acogida y desinteresada ayuda que hubo de exclamar emocionado y agradecido: «He amado con cada célula de mi ser un amor y una admiración a México que constituirán para siempre la luz de mi vida».
Bajo el propio sector de Acuario, el insigne cubano realiza otros de sus muchos viajes, entre ellos en 1877 desde Veracruz a La Habana de incógnito, con el nombre de Julián Pérez, su segundo nombre y apellido, para con ello «ser más que lo necesariamente hipócrita», regresando a los pocos días a México para continuar rumbo a Guatemala. Después de su segunda, deportación de Cuba en 1879, arriba a Nueva York en enero del año siguiente donde ha de permanecer por espacio de quince años, con la interrupción de cortos viajes a la Florida y algunos países de Centro y Sur América en su carácter de Delegado del Partido Revolucionario Cubano.
Su actividad literaria múltiple —característica que da Acuario a sus hijos—, es verdaderamente sorprendente. Fue admirado y ganó aplausos en los círculos intelectuales de México, Guatemala y Venezuela como orador primero, y luego como escritor y poeta. Sus compatriotas lo designan miembro de los Liceos artísticos y literarios de Regla y Guanabacoa, dejando a su paso por ambos centros culturales recuerdos imperecederos. En Nueva York, el 22 de enero de 1890, se inaugura «La Liga», sociedad protectora de instrucción, consagrada al auxilio de la clase de color, de la cual era Martí socio fundador. Fuera del alcance de Acuario, con el sano orgullo de quien se sabe hombre útil, también recibe él otras designaciones, honrosos nombramientos que blasonaron su recia personalidad.
El 5 de enero de 1892, en reunión de presidentes de las distintas agrupaciones patrióticas, en el histórico Cayo Hueso, redacta las Bases y Estatutos Secretos del Partido Revolucionario Cubano, que son aprobadas, y tres días más tarde, son también aceptadas por «La Liga Patriótica Cubana», de Tampa; logrando con ello Martí el objetivo principal para el inicio de su extraordinaria obra, es decir, la urgente unión de todos los cubanos.
En Nueva York, el 29 de enero de 1895, unidos ya todos los elementos útiles de la emigración por la influencia maravillosa desarrollada por el Apóstol y “en vista de la situación propicia y ordenada de los elementos revolucionarios de Cuba», José Martí, José María Rodríguez y Enrique Collazo, este último a nombre del general Máximo Gómez, firman la orden del levantamiento del país. Al rubricar con su firma el histórico documento, impregnado de luz y esperanza, cristalizaba definitivamente la tenacidad, el talento y la conducta ejemplar al largo de la vida de este preclaro hijo de Acuario.
De los varios hechos desfavorables ocurridos en su vida, hay tres importantes sucesos acaecidos bajo el influjo de Acuario que conmovieron hondamente el alma sensible de Martí.
El 2 de febrero de 1887 muere en La Habana don Mariano Martí. La muerte de su padre le produjo dolor verdadero y grande, pues «mis penas, que parecían no poder ser ya mayores, lo están siendo, puesto que nunca podré, como quería, amarlo y ostentarlo de manera que todos lo viesen, y le premiara en los últimos años de su vida, aquella enérgica y soberbia virtud que yo mismo no supe estimar hasta que la mía fue puesta a prueba».
El 12 de enero de 1892, con amargo deber dirige Martí una carta a Enrique Collazo con motivo de la censura que hizo al libro «A pie y descalzo», de Ramón Roa, al considerarlo Martí perjudicial para la nueva revolución, porque «desalienta a su pueblo en la hora en que parece, que van a serle muy necesarios los alientos». Este incidente, para bien de la causa independentista, quedó satisfactoriamente resuelto luego al rectificar Collazo su equivocación.
El 10 de enero de 1895, recibe Martí el rudo golpe del fracaso del plan de Fernandina, al ordenar las autoridades norteamericanas la detención de los tres barcos, el «Lagonda», el «Amadis» y el «Baracoa», listos para zarpar cargados de material bélico con destino para Cuba. Al ser descubierto el plan convenientemente trazado por el delegado, se perdieron todos los recursos acumulados con esfuerzo y sacrificio desde años para la causa emancipadora. Ante tan grande descalabro, Martí loco de desesperación sin cesar repetía: «¡Yo no tengo la culpa! ¡Yo no tengo la culpa!».
Y para terminar, como antecedente adicional, hemos de significar que por haber nacido bajo el signo de Acuario, y habiéndose destacado cada uno en distintas actividades humanas, son hermanos zodiacales, entre otros, Wolfgang A. Mozart, Julio Verne, Abraham Lincoln, Thomas Alba Edison, Franklin Delano Roosevelt, Emil Ludwig y Sinclair Lewis.
Entre los cubanos, además de Martí, los próceres Salvador Cisneros Betancourt, Vicente García, Antonio Lorda, Fernando Figueredo; los artistas Nicolás Ruiz Espadero, Enrique García Cabrera; los científicos José Carlos Millás, Rafael Nogueira; los hombres de letras Desiderio Fajardo Ortiz, Gustavo Sánchez Galarraga, Carlos Manuel Trelles, Mario García Kohly, Mario Guiral Moreno y José Manuel Cortina, el orador admirable de quien tomamos estas hermosas palabras:
“La vida humana es un enigma que el hombre no ha descifrado. Las influencias que actúan sobre el corazón y sobre la mente humana, nadie sabe hasta dónde son ni cuáles son”.
0 comentarios