Los Trece Días en El Paraíso

Written by Alvaro Alvarez

14 de enero de 2025

Por: Álvaro J. Álvarez

En noviembre de 1963 se decretó la Ley del Servicio Militar Obligatorio, para todos aquellos varones entre 16 y 27 años edad. Cómo estaban exceptos los estudiantes universitarios, muchos como yo, que no lo hicimos antes, no nos quedó otro remedio que irnos a estudiar, supuestamente algo mejor que caer en el S.M.O.

Llegué a La Habana para matricular el Primer Año de Medicina el 14 de agosto de 1964, por supuesto me dirigí hacia la Escuela de Medicina en 25 entre H e I en El Vedado. Al llegar a la oficina de registro la Sra. Caridad me matriculó y me envió para el edificio de F y 3ra. en El Vedado (piso 11) muy cerca de la famosa cafetería El Recodo.

Ese fue el principio de las irregularidades de nuestro Curso pues siendo todos nosotros bachilleres graduados en los distintos Institutos de Segunda Enseñanza de la República se nos obligó a pasar un Curso de Pre-Médica de 7 meses de duración con un examen final para poder ingresar al Primer Año de la Carrera de Medicina (primera vez en la historia de Cuba).

Mientras los bachilleres varones estábamos en F y 3ra. recibiendo las clases en un edificio al frente o sea por la calle F, las hembras estaban recibiendo las mismas clases en albergues o casas en el Reparto Nuevo Vedado (cerca del Zoológico o de la Ciudad Deportiva). 

Había además otros alumnos en planes “acelerados” para hacerlos bachilleres en dos años y estos estaban en Ciudad Libertad (antiguo Columbia), en Tarará y en Nuevo Vedado. Por supuesto todo este “arroz con mango” fue un invento del único en Cuba que podía hacerlo.

A finales de diciembre de 1964 nos fuimos de vacaciones para nuestros respectivos hogares y al regresar el lunes 4 de enero de 1965 todos los grupos nos unimos en lo que se conoce ahora como El Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas (remodelado entre 1963 y 1964) que era el edificio del Colegio Sagrado Corazón de Jesús sito en la calle 146 y la Avenida 31, Reparto La Coronela, entre el Country Club y la Lisa, que había sido robado a las monjas en mayo de 1961.

Entre enero y el 21 de marzo de 1965 continuamos los estudios para finalmente examinarnos entre el 22 al 26 de marzo.

Nos fuimos para nuestras casas y el 2 de abril de 1965 en la página 5 del periódico El Mundo salió la lista de los aprobados (aunque hubo aprobados que no salieron en aquella lista), creo más de 200 no aprobaron y tuvieron que regresar al Nuevo Vedado, otro año más. 

Nunca en Cuba se había producido semejante cosa y creo nunca más volvió a pasar, por eso y mucho más nuestro curso fue algo muy distinto a todos los anteriores y a los posteriores.

En una nota en la misma página del periódico se aclaraba que todos los aprobados debían presentarse el 4 de abril a las 8 am en el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas para con el equipo necesario realizar 13 días de labores agrícolas, comenzando las clases el 19 de abril. 

Ese fue el premio que nos dieron por haber aprobado esos exámenes de ingreso al Primer Año de Medicina.

Las hembras y un pequeño grupo de varones fueron para Jovellanos, Matanzas, para trabajar en la cosecha de papa.

Al grupo mayoritario nos llevaron en guaguas escolares a la Finca “El Paraíso” perteneciente al Central Eduardo García Lavandero (antiguo Pilar) en Artemisa, al llegar estuvimos varias horas esperando sacaran de las dos naves, de techo de guano, a los pollos de ceba y le echaran sobre las excretas (excrementos) cal viva. El desayuno diario era una lata de agua con azúcar y un pedazo de pan, el almuerzo y la comida, siempre lo mismo: un boniato sancochado. 

Había una sola llave de agua para los cientos de estudiantes-cortadores de caña y esa llave estaba a un pie de altura de la tierra o sea que teníamos que agacharnos para poder asearnos un poco, de baño normal, nada. 

Dormíamos en hamacas amarradas a palos o troncos rústicos y muchos en mal estado que, al partirse por el peso de varios cuerpos, caíamos sobre aquella mezcla de excremento y cal. Todas las noches eran varios los que nos caíamos y levantábamos nubes de cal. 

Otro grupo de varones fueron con las hembras hacia la recogida de papa en el área de Jovellanos en la provincia de Matanzas, ellos la pasaron algo mejor.

Estábamos agrupados en Brigadas para el corte de caña y el jefe de mi brigada era Gonzalo Currás López (nació en 1943 luego trabajó en la funeraria Maspons frente al Versailles hasta fallecer de cáncer en 2020).

Llevábamos varios días cuando una mañana, Abilio Orozco Franco (de Morón), Julio Cordero Pupo (de Holguín) y yo decidimos ir al Policlínico en Artemisa. 

Abilio le planteó al médico de un fuerte dolor de garganta (tenía desde niño un hueco en una amígdala) y el Dr. le dio un papel para poder irse para La Habana (objetivo logrado).

Julio planteó padecer de asma y que le estaba afectando mucho, también el Dr. le creyó (objetivo logrado) y yo que tenía la presión alta, con un fuerte dolor de cabaza, el Dr. me dijo no comiera de noche y que regresara al campo (objetivo no logrado), no me creyó lo del boniato como único alimento.

Regresamos los tres Al Paraíso, ellos dos para recoger sus pertenencias e irse para La Habana y cuando los vi partir a ambos, recogí mis cosas y me fui junto con ellos. 

Por supuesto quedaba aquello pendiente, ¿qué me pasaría el regresar a clases el 19?

Tuve la suerte que Currás, nunca me reportó como ausente en los pases de lista y pude terminar el Primer Año junto con Julio (Papucho), pero Abilio Orozco luego por haber sido acusado por su propio hermano terminó siendo el noveno depurado (expulsado, 8 varones y una hembra) en aquella fatídica noche de noviembre de 1965. Su novia (luego esposa) María de los Ángeles Arza Moreno se enfermó (psoriasis) y fue baja docente unas semanas más tarde.

Siguieron las depuraciones y las violaciones de los derechos humanos, por supuesto ordenadas por Fidel Castro y siendo cumplidas por el Dr. Menelao Mora (Chepo), un personaje despreciable.

Yo nunca me gradué y nuestro pisoteado curso fue castigado por FC entre septiembre y diciembre de 1966 para sembrar pinos en una zona conocida como La Melba en las montañas del norte de Oriente entre Moa y Baracoa y siguieron las depuraciones. 

El Odiador el Jefe no olvidaba ni perdonaba.

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