Los ‘Doce Puntos’  de Vansittart (Final)

Written by Libre Online

9 de septiembre de 2025

“Ese es el cuadro de la Alemania que hay que reformar. Tengo escrito un panfleto que se titula “Historial negro”. Debí haber escrito otro, que se titulase “Porvenir negro”. No lo hice. Todavía quedan esperanzas, si estos doce puntos y sus colorarios son aplicados sin debilidades.

“El primero de esos puntos necesita comentario. Es la única forma de romper el mito pernicioso de la invencibilidad alemana que todas las partes interesadas explotaron, después de la última guerra, para estimular a la nación germana a ambicionar por segunda vez la dominación mundial.

“El segundo, resulta obvio.

“En el tercero, hay que observar que la Conferencia de Moscú ha decidido con toda razón que deben castigarse no tan sólo los oficiales culpables sino también a la soldadesca. La lista conjunta aliada de criminales de guerra será, por lo tanto, bien extensa. Debe incluirse en ella a los miembros de la Gestapo y a los guardianes de campos de concentración, que sean responsables de las muertes en masa ocasionadas por el hambre en naciones enteras, de aquellos que fueren culpables de haber matado prisioneros o torturado eslavos en el frente ruso, y, finalmente, a los responsables del horror organizado de la prostitución forzosa.

“Todo esto significa una interminable lista de culpables. Y, sin embargo, en el acto de juzgarlos, se encierra algo más que un principio de justicia. Después de la última guerra sobrevivieron una horda de rufianes que rápidamente arruinaron toda posibilidad, primero de una Alemania mejor, después de un mundo mejor. Asesinaron miles de ciudadanos dentro de su propia patria, antes de hacerlo con millones en el mundo entero. Si se les deja nuevamente en libertad, con un historial más negro y en mayores cantidades, se llegará a las mismas consecuencias en escala mucho mayor. Entonces, es cuando podría despedirse el mundo de la toda posibilidad de reforma o reeducación de Alemania.

“No hay razón alguna por la cual los asesinos y los sadistas, puedan escapar, por la simple razón de que son muchos. La dura tarea de juzgarles recaerá naturalmente sobre nuestros aliados continentales.

“El cuarto punto también es obvio, pero requiere un importante comentario. Cuanto más completa y permanentemente sea desarmada Alemania tanto más pequeños tendrán que ser los ejércitos de ocupación. Tanto los aliados como los propios alemanes se beneficiarán con esta reducción que solamente puede ser llevada a cabo por medio de un desarme y una supervisión contra el rearme mucho más drásticos que los ejércitos al terminar la última guerra.

“Del quinto punto, debe decirse que durante el período de la interguerra, la policía alemana fue ejercitada en el uso de armas ilegales. Se la proveyó de armas largas y se la alojó, inclusive, en cuarteles. Eran tropas en embrión. Todo esto debe terminarse para siempre. La policía ha de ser regionalizada y localizada en los condados y ciudades. Deben usar armas pequeñas y no ametralladoras y granadas de mano. Cuando no pueda conservar el orden por sí sola, los ejércitos de ocupación estarán a su lado para ayudarla.

“El sexto punto, es también importante. Alemania debe ser desarmada espiritual y militarmente. Esto solamente puede lograrse mediante la supervisión de las asociaciones juveniles y deportivas. Por todos los medíos, debe permitirse que los alemanes disfruten de los saludables y legítimos deportes, pero sin que estos constituyan un preliminar de instrucción militar. Las asociaciones alemanas han servido hasta ahora de tapadera para estas actividades. Hay que destruir el militarismo y sus raíces. La mayor parte de las madres alemanas crían a sus hijos para que sean soldados. Hitler dijo, con toda razón, en su discurso del 8 de noviembre de 1943: “Mis más fanáticos colaboradores son las mujeres alemanas”. Eso constituye también una seria parte del problema.

“El séptimo punto es obvio.

“El octavo, envuelve no solamente la devolución de las mercancías y equipos saqueados, sino su reemplazamiento y reconstrucción donde quiera que la destrucción alemana haya hecho imposible la restitución. Esto es aplicable a fábricas, bibliotecas, laboratorios, museos y hogares particulares, si así lo desea el perjudicado. Debo mencionar aquí la petición de William Green, de la Federación Americana del Trabajo. Recientemente escribió que los alemanes no deben ser obligados a reconstruir lo que destruyeron. Nada pudo haber sido mejor calculado para alentar a los Hunos en sus métodos sistemáticos de destrucción.

“Hay también oposición a la transferencia de maquinaria industrial de Alemania a las ciudades que han saqueado y destruido. Si alguien, en los Estados Unidos, persiste en sustentar estos puntos de vista, habrá divergencias. La mayor parte de los ingleses se resistirá a la ratificación de cualquier tratado que no comporte una compensación de Alemania a sus víctimas. Toda Europa exigirá que se haga justicia en esta forma. Un punto de vista contrario a éste, solamente puede ser sustentado por aquéllos que se hallan lejos del territorio donde se sufre.

“Después de la guerra pasada, se propuso que los alemanes reconstruyesen con sus propias manos lo que habían destruido por voluntad propia. La lección moral hubiese sido fructífera para los alemanes y habría evitado esta guerra.

“Los obreros franceses rechazaron la idea por razones insignificantes, alegando en definitiva que aquello iba contra sus propios intereses. No puede caerse de nuevo en el mismo error. Desde luego, los rusos obligarán a los alemanes a reparar todo cuanto su afán de rapiña y destrucción ha devastado. Es de esperar que las demás naciones procederán en igual forma. Para ello contarán con el ardiente apoyo de millones de ingleses.

“El noveno punto trata de la supervisión aliada del potencial guerrero de Alemania y de un cambio controlado a la producción de paz. Algunas industrias, sin embargo, deben desaparecer. Alemania no debe fabricar más explosivos y la maquinaria dedicada a ello debe ser trasladada; los explosivos que le sean necesarios, puede comprarlos en el extranjero. Tampoco debe fabricar goma o petróleo sintético. Los productos naturales son más baratos y puede obtener las cantidades necesarias para fines comerciales. No debe permitírsele, que almacene un potencial de guerra por medios artificiales. De otra parte, Alemania debe ser racionada en lo que concierne a la importación de materias primas para la guerra, tales como el níquel y el cobre. Permútasele lo suficiente para la industria de paz y nunca para rearmarse de nuevo.

“El décimo punto no necesita casi comentario. Después de la guerra pasada, Alemania hizo un empréstito de 1,500,000,000 libras esterlinas, que fueron utilizadas en su mayor parte para rearmarse.

“El 55 por ciento de esa cantidad, procedió de los Estados Unidos. El contribuyente americano virtualmente fue quien pagó las reparaciones alemanas. Nadie debe estar dispuesto a repetir semejante contrasentido.

“El undécimo y duodécimo puntos deben ser comentados conjuntamente. Después de la guerra 1914-1918, Alemania engañó a los aliados en cuanto concernió al desarme material y espiritual.

“Esta vez, debe haber un Alto Comisario aliado para la Educación. Necesitará tener a sus órdenes miles de cooperadores. Ese número no afectará grandemente los recursos de una docena de aliados. Sus funciones serán meramente negativas. Es de desear tan poca interferencia como sea posible; pero comisiones viajeras harán visitas por sorpresa -al igual que en lo que concierne el desarme material- para lograr que el militarismo y el racismo no sean inculcamos de nuevo.

“El mismo principio negativo será aplicado también a la supervisión de los impresos, películas y radio alemanes. Nada de equívocos, nada de interferencias. Veto inmediato contra las conductas equívocas. En todas estas categorías, los alemanes pecaron mucho después de la última guerra y el mal creció de tal manera que escapose a todo control.

“He aquí, pues, un programa concreto para tratar los problemas alemanes. No hay nada de excesivo ni de inhumano en ello. Debemos darnos cuenta, sin embargo, que estamos frente al mayor y más bárbaro de los trastornos de la historia de las humanidades. No debemos coadyuvar a su repetición, mediante medidas suaves aplicadas con guantes de seda”.

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