Este año, como en los anteriores, los cubanos volvieron a aferrarse a la fe y a los milagros de San Lázaro durante la celebración de este santo en su parroquia de Hialeah.
La principal diferencia fue que la parroquia Rincón de San Lázaro permaneció cerrada, por lo que los feligreses debieron formar largas filas para rendirle culto en un altar improvisado en el patio principal, donde colocaron velas y flores.
“Estamos muy felices porque San Lázaro nos ha concedido muchos milagros, como el de mi madre, que tenía una pequeña parálisis y ahora puede caminar perfectamente”, expresó Honorato Espinosa, de origen cubano.








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