Los cien años de la Guarachera de Cuba, porque las reinas no mueren

Written by Libre Online

14 de octubre de 2025

»Para ti, mi gente, siempre cantaré, Te daré mi AZÚCAR, caramba, y sobreviviré»….Así nos cantaba la artista cubana más internacional y ¡ vaya si ha sobrevivido !. La reina de la salsa, Celia Cruz (1925 – 2003) de la que se cumplen ahora -el 21 de octubre de 1925- cien años de su nacimiento, sigue reinando en el corazón de sus seguidores, que ahora le rendimos homenajes por todas partes…, allende los mares.

Por Amalia González Manjavacas

“Doy gracias a Dios por este regalo / Él me dio la voz y yo te la he dado con gusto / Rompiendo barreras voy sobreviviendo / Cruzando fronteras voy sobreviviendo”.

Como una premonición nos cantó así la gran Celia Cruz. Este espectáculo de artista, de mujer y de señora que fue, Celia Cruz sigue siendo una de las figuras más representativa y admirada de la gran música cubana y latina. Su inconfundible voz tan potente como su enérgica personalidad sobre el escenario -y fuera de él, damos fe- llevaron el son y la salsa a públicos a los que hasta entonces nunca había llegado antes. 

 Han transcurrido 22 años desde su muerte, Celia Cruz, de nacimiento Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso (1925 – 2003) del que se cumplen ahora cien años, el 21 de octubre de 1925 y sigue reinando en el corazón y los recuerdos de sus seguidores, que ahora le rinden homenajes por todas partes, allende los mares. 

 Aquella cubana, de porte señora, tremenda mujer, de origen humilde, de explosiva personalidad y potente voz que trascendió fronteras. Reconocida como “la reina de la salsa”, destacó también en otros géneros, dejando tras de sí un gran legado que sigue atrayendo a generaciones venideras.

La ‘Guarachera de Cuba’, que nació el 21 de octubre 1925, como se la llamaba orgullosamente, no sólo triunfó con su poderosa voz, su energía en el escenario, que no desapareció a pesar de los años, su simpatía y su natural cercanía, sino que se mantuvo vigente a través de seis décadas de evolución en los que fue respetada y amada por su público de todas las edades y países, cantando en español en Estados Unidos, el país que la acogió como exiliada.

Un día Celia Cruz entró en el escenario al grito de “¡Azúcar!” y desde entonces se convirtió en su personal forma de transmitir alegría e invitar a bailar a la gente.

“Mi vida es Cantar” como 

lema de vida 

Y como título del disco Mi vida es Cantar (1998) que incluía uno de sus granes éxitos, “La vida es un carnaval”, que ha sonado lo indecible durante décadas en radios y fiestas de medio mundo.

Desde casi su nacimiento Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, en un barrio humilde de La Habana, ni su madre ni su tía dudaron nunca del talento de aquella niña que cantaba a todas horas. Estudió Magisterio, por “tener una formación”, como le decía su padre, sin dejar los cursos en el Conservatorio de Música y hasta participó en un concurso de programas de radio, entonces tan seguidos.

Se hizo artista en los casi cuarenta años que vivió en Cuba y se estrena encima del escenario con La Sonora Matancera en 1950 cuando Mirta Silva, solista del reconocido grupo musical abandona la formación y Celia la sustituye.

 Tras años de giras por Iberoamérica, en 1957 la artista viaja por primera vez a EE.UU. para recoger en Nueva York su primer disco de Oro. (Al que sumaría tres Grammy y cuatro Latin Grammy.) durante esos años Celia Cruz probó además el cine, e hizo varias películas.  

   Hasta que el 15 de julio de 1960 La Sonora Matancera actúan en México, y es entonces cuando deciden no regresar a Cuba, escapando del régimen castrista. No volvería -desgraciadamente- nunca más. 

 Se exilió en Nueva York, donde vio nacer la salsa y fue parte de su desarrollo. Inicia toda una nueva etapa, una nueva vida. Graba allí discos con el gran Tito Puente, con Rubén Blades y firma con la discográfica neoyorkina “Fania”, fundada para agrupar a músicos latinos residentes en Nueva York.

“¡AZÚCAR!”

Contaba ella que comiendo en un restaurante cubano en Miami, allá por 1964 le preguntó el camarero si el café lo quería con o sin azúcar. Ella con su gracia, esa potente e innata que tenía, le respondió a aquel joven cubano que le preguntaba a una cubana semejante obviedad pues el café solo en Cuba se toma siempre con “¡AZÚCAR!”. 

Esa anécdota la contaría a su público en los conciertos que daba. A la gente le hacía tanta gracia que se convirtió en costumbre contar aquella anécdota hasta que un día irrumpió dentro del escenario al grito de “¡Azúcar!” y desde entonces se convirtió en su grito de entusiasmo para invitar a bailar a la gente.

Fue en los carnavales de Tenerife en 1987, cuando Celia Cruz, junto a la orquesta Billo’s Caracas Boys, logró reunir a 250.000 personas bailando en una plaza al aire libre, un espectáculo que recogió en el Libro Guinness de los Récords.

Tras su muerte en 2003 a los 77 años la gente colapsó las calles neoyorkinas y se tuvo que cerrar la Quinta Avenida de Nueva York.

“El trabajo es lo que me da energía”, respondía con frecuencia esta artista de energía arrolladora cuando preguntaban si se retiraría, tras haber comenzado su carrera en su país en la década de 1940 con la Sonora Matancera.

Fue en esta ciudad donde Celia se convirtió en la reina del azúcar, con su inconfundible figura de pelucas multicolores, tacones con formas de vértigo nunca vistos antes, maquillaje a raudales y espectaculares trajes, todo ello obra de su estilista Ruth Sánchez.

“TE DARÉ MI AZÚCAR, CARAMBA, Y SOBREVIRÉ” 

 A lo largo de toda su carrera, recibió múltiples reconocimientos, entre ellos ser la primera afroamericana en aparecer en una moneda de EE.UU. y en el paseo de la fama del legendario teatro Apollo de Nueva York. A su imborrable figura  se le han dedicado musicales, libros, calles, una Fundación, y hasta una muñeca e innumerables homenajes continúan después de que falleciera a los 77 años a causa de un cáncer, en Nueva Jersey

El halo de Celia Cruz es tan poderoso en muchas ciudades iberoamericanas también la homenajean, como el Callao peruano, donde se bautiza una calle con su nombre y se develará una estatua, o la República Dominicana donde se presentará un musical y el 21 de octubre, el día de su centenario.

Aun tras los 22 años transcurridos desde su fallecimiento, Cruz sigue presente en la ciudad a través de murales en el Barrio Latino de Harlem, de una calle y una escuela que llevan su nombre en El Bronx, donde descansa junto a su marido Pedro Knight, inseparable bastón emocional.

“La reina Celia” es el mural en la concurrida calle 103 y Lexington a unos pasos de la estación del metro que da la bienvenida al barrio, un mural realizado por el conocido artista James de la Vega en el 2003, tras la muerte de la cantante.

Cerca de allí, en la calle 111 y Tercera Avenida, una sonriente Celia. Los admiradores de la intérprete que vivirá “en el alma de mi gente, en el cuero del tambor, en las manos del conguero, en los pies del bailador” como decía en su canción “Yo Viviré” celebran su centenario con eventos que incluyen reediciones de sus discos en formato vinilo, exposiciones, musicales, programas especiales de televisión o conciertos. 

Todo:

“Para ti, mi gente, siempre cantaré”/

Te daré mi AZÚCAR, caramba, y sobreviviré/

Yo viviré, yo viviré, yo viviré y sobreviviré”/

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