POR ESTEBAN FERNÁNDEZ

En aquella Cuba donde yo nací y me crie todos los padres nos inculcaban: “¡Usted no es superior ni inferior a nadie!”.

Sólo nos exigían dos cosas: Estudiar y ser lo mejor posible. Nos pedían encarecidamente: “No le hagas a nadie lo que no te gusta que te hagan a ti”.

Cuando surge la epidemia del COVID en nuestro entorno -con sorpresa- notamos que todos los consejos que nos daban las eminencias médicas fueron las mismas recomendaciones que nos dieron nuestros padres y abuelos casi desde que nacimos.

Más veces me hizo mi madre lavarme las manos en Güines en los años 50s que durante toda la pandemia en Los Ángeles en el 2019.

Es más, las mismas precauciones para evitar el COVID ya nos las habían sugerido a mediados del siglo pasado para salir ilesos del sarampión, las paperas y la China.

Cuando por primera vez asistíamos a las Iglesias ya las abuelitas nos habían recitados 100 veces “los 10 Mandamientos”, y hasta les agregaban algunos que ni Moisés los reconocería.

En ningún punto del globo terráqueo existía un grupo de niños que supieran mejor que nosotros que “Los médicos no nos atenderían si llegábamos a la Clínica con un calzoncillo empercudido, y que si no las limpiamos bien nos saldría una mata en los oídos.

Ya a los 9 años yo sabía que un Salmo de la sagrada Biblia decía: “Al colegio no se va a comer catibia, y que no debemos creer en cantos de sirena”.

Una vez fui a una excursión al Zoológico de La Habana y en la guagua un muchacho llamado Robertico “el pinto” García me dijo: “Ten mucho cuidado, mi padre me dijo que el “Nuevo Testamento” nos indica que “no debemos meter la mano en la jaula del león”.

En ningún lugar del mundo, en ninguna época, a los fiñes (pibes, chabalitos, culicagaos, Chilpayates, morros, plebe, peladitos) les han dicho que “Si alguien en el cine grita “¡Fuego!” no corran” … Solo a nosotros.

Algunos pensarán que eran “atrasos del pasado”, yo opino que aquellos padres nuestros se adelantaron al futuro. Fueron geniales.

Y que el presente fuera muchísimo mejor si todos se rigiesen por aquellos conceptos de nuestros progenitores.