LAS TRES SÍLABAS

16 de septiembre de 2025

Inicialmente no entendía por qué mi padre dividía la palabra “Vámonos” en tres sílabas.

Sin embargo, para agradarle, por sana guataquería, lo imitaba. Bromeando le decía: “Papi, di vámonos” y él decía : “Vá-mo-nos” y nos reíamos, ambos de él.

Mi madre me decía: “Estebita, ya casi está lista la comida, ve a la Viña Aragonesa, y trae a tu padre”.

Y me convencía con estas halagadoras palabras: “Ve, tú eres el único que puede lograr eso, ni su primera esposa María Ortega ni yo pudimos sacarlo de la Viña cuando él está jugando cubilete con sus amigos”.

Y muy orgulloso yo iba para allá. Llegaba al bello comercio y le decía: “Viejo, ya la comida está servida”.

Él se daba importancia, no me contestaba, tiraba los dados al mostrador, y yo esperaba ansiosamente el momento en que él al fin me dijera: “Está bien, Esteban de Jesús, “vá-mo-nos” búscame el sombrero que no sé donde lo puse”.

Le preguntaba: “¿Por qué tú divides esa palabra en tres sílabas?” Y me respondía: “Mi abuelo la dividía, mi padre, mi hermano Enrique, y yo, la dividimos, no sé si es una costumbre o una herencia familiar”.

Y yo, para seguir la tradición, y para halagarlo, jamás he podido decir “Vámonos” sin dividir la orden en tres partes.

Traté de inculcárselos a mis hijas, pero ellas cuando estaban ensimismadas retozando, me ignoraban hasta que yo me ponía bravo y les gritaba en “spanglish”: “¡Let’s go, coño!”

Desde luego, con el paso del tiempo han cambiado los papeles, ahora mis hijas son mis madres, y han aprendido que si no me dicen: “vá-mo-nos” no me voy. Quieto en base.

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