Cultura Cubana. Adolfo Dollero
Evolución de las letras
en la provincia de Matanzas
Literatos y Poetas.- Jurisconsultos.- Historiadores.-
Oradores.- Hombres públicos.- Periodistas
Sus canciones, glosas, leyendas y poesías líricas son muchas Son tantas que nuestra obra no podría citarlas todas.
Leímos con deleite la poesía Cita Nocturna, La Lágrima de Amor, El expósito, El alba y la tarde, Dos laúdes, Su alma, La fuga de la tórtola, Orillas del mar, etc.
“Un poeta en la Corte”, debido a la censura, no se pudo imprimir hasta en 1846.
En esa época ya se había modificado el carácter de Milanés; ya no era el joven entusiasta y comunicativo de antes; en su alma, se había asomado la tristeza.
Mucho le afectaron también la muerte de Heredia, y la salida y más tarde el fallecimiento de Domingo Del Monte.
En 1848 el poeta hizo un viaje a los E.U. y a Europa, regresando a Cuba en 1849.
De Milanés hemos leído también una corta poesía en idioma italiano, escrita para un álbum y para ser puesta en música: I doni della beltá.
J. A. Escoto, para explicar el porqué de la muerte intelectual de Milanés, publicó en su Revista un escrito del hermano que arroja luz sobre el suceso más importante de la vida del poeta, suceso por muchísimo tiempo, ocultado cuidadosamente por D. Federico.
A los 28 años Milanés se enamoró perdidamente de una joven, casi una niña, Isabel de Ximeno y Fuentes, de 14 años solamente. La niña no le correspondió, y los padres de ella pusieron obstáculo a aquellas relaciones.
Herido el poeta, sufrió lo indecible y en viajes y distracciones buscó en vano el olvido, acabando con perder totalmente la razón y llegando a ser un peligro para los mismos miembros de su familia.
Veinte años duró su locura que concluyó para minar de una manera irremediable ese organismo joven por los años, pero viejo por los sufrimientos morales y las amarguras.
* * *
Al comenzar el siglo XVII, dice Federico Milanés, vivía en Bayamo un Giácomo Milanés, oriundo de Italia, hombre de espada que en 1604 había sido uno de los vencedores del célebre Gilberto Girón y de sus bucaneros, librando a Bayamo, a Manzanillo y a los pueblos limítrofes de las correrías de los audaces aventureros.
Del valiente Giácomo Milanés procede la progenie del ilustre poeta matancero, cuyo talento es honra de Cuba y de Matanzas.
Molina (Luisa)
Poetisa que según Calcagno ha nacido a orillas del Moreto, pequeño confluente del Río Canímar, el año de 1826, de familia pobre.
Datos adquiridos por familiares de la poetisa, me permiten asegurar que nació el 21 de julio de 1821.
Luisa Molina se instruyó debido a su gran amor al saber y a las letras.
En momentos muy difíciles para ella, le cupo la suerte que las mejores plumas de Matanzas se interesaran por sus desgracias, publicando en 1856 El Aguinaldo de Luisa Molina.
Colaboró en varias revistas buenas, en “El Artista”, en “Brisas de Cuba”, “Flores de la Tarde”, etc. y en El Aguinaldo de Estrada y Zenea publicó su poemita Poesía.
Cortés cita a Luisa Molina entre las poetisas americanas.
Y bien que lo merece.
Su fecundidad intelectual era muy grande, como se puede juzgar por los volúmenes de versos, manuscritos, que dejó a su muerte; yo tuve la suerte de hojearlos.
Cantaba las bellezas de la naturaleza casi siempre; sin embargo he leído también versos que revelaban sus ideas de espiritismo muy elevado.
Murió en Sabanilla del Encomendador el 20 de abril de 1887.
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