Cultura Cubana. Adolfo Dollero
La Provincia de Matanzas y las
luchas por la independencia de Cuba
Pero ¿qué más pudiéramos añadir sobre el entusiasmo patriótico, inspirado por altos y puros ideales de libertad, que hacía latir los corazones cubanos de aquella época, dándoles fuerzas para sufrir los dolores más atroces, para no doblegarse ante los sacrificios más sublimes?
La carta del patriota José Francisco Lamadriz a Benigno Gener, que publicamos a continuación, sintetiza, en nuestro concepto, el heroísmo de aquellas almas elevadas honra y orgullo de Cuba y de Matanzas.
New York, agosto 18 de 1871.
Queridísimo Benigno:
Si en tanto tiempo no te he escrito, no por eso has dejado de ser ni un instante un hermano querido de mi corazón. Hoy, con el alma desgarrada, necesito salvar la distancia que nos separa y estrecharte entre mis brazos, para decirte: Benigno, he perdido mis dos hijos; el dolor de los dolores, el más acervo, el más cruel de los dolores anonada mi espíritu.
Ambrosillo y Domingo, almas en que se albergaron las virtudes más puras, hijos de mis entrañas, que tan amplia y generosamente correspondieron a todos mis afanes, han perecido. Murieron como buenos, combatiendo por la libertad de su patria, por la dicha y el porvenir de su familia, por la felicidad de sus hermanos, por el bien y los derechos imprescriptibles de la humanidad.
Será un consuelo el que yo, en medio de esta amargura, sienta, sí lo siento querido Benigno, satisfacción, orgullo, al recordar la gloria de mis hijos inmolados, llenos de fe y de entusiasmo a tan sagrados principios
Uno era tu ahijado; él fue digno de ti y de todos los buenos.
No tengo tiempo ahora para darte los detalles de sus muertes.
La de Ambrosillo ocurrió desde octubre o noviembre del año pasado, pero a mi noticia llegaron las dos juntas. Atraído a una emboscada que le prepararon los enemigos sucumbió vendiendo su vida muy cara, sumamente cara.
El parte oficial de la acción en que cayó Dominguito se publicará mañana y te lo mandaré. Acción brillantísima, acción que revive a la patria, cuya noticia llegó aquí a llenar de júbilo todos los corazones. ¡Cuánto le ha costado al mío!
De Mónica y Rosarito ¿qué voy a decirte? contémplalas tú.
Yo sigo incansable trabajando por nuestra causa. Mis hijos, al morir cumpliendo con su deber, me ordenan que yo cumpla con el mío. La suerte de la revolución va a cambiar, los negs. aquí a tomar una marcha ordenada y entusiasta. Aguilera y Rn. Céspedes han ve-nido a encargarse de la dirección.
Te escribiré más largo: ahora ni sé lo que te digo.
A tu madre la Nené, Josefita, Maríana, tus hijos, Plácido, todos, reciban en su seno las lágrimas que no puedo contener, que burlando la firmeza del hombre, denuncian al padre infortunado.
Tuyo amant.—José.
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