Cultura Cubana. Adolfo Dollero
Evolución de la ciencia en la provincia de Matanzas
Juventud intelectual matancera
Víctor M. Rodríguez
Otro campeón de la juventud intelectual matancera es poco conocido. Es un joven estudioso, que vale mucho, y muy modesto.
Colabora con el Dr. Carlos de la Torre en calidad de ayudante, y el sabio le profesa mucho aprecio, lo que es título suficiente para poderlo considerar entre los que valen.
El Doctor Víctor M. Rodríguez fue nombrado Catedrático Auxiliar de-la Universidad de La Habana.
Salom (Diwaldo)
Es otro de los jóvenes y brillantes intelectuales matanceros.
Es abogado y funcionario público en Europa, ya que pertenece al Cuerpo Consular.
Sus versos son inspirados y armoniosos y han sido publicados por “El Fígaro”, por “Letras” y otras revistas.
Algunas de sus mejores composiciones: Apiádate de mí, José Martí, Antonio Maceo, Al pie de la Reja, Madre mía, Yo te haré sollozar, Ansia suprema, Una noche en París, No me dejes, etc.
Salom nació en Matanzas el 22 de julio de 1879.
Villar Buceta (María)
Poetisa por talento natural y por intuición. Nació en Pedro Betancourt (antiguamente Corral Falso), que a sus 19 años escribe versos tan profundos que el crítico más inteligente podría atribuirlos a un cerebro llegado a su completa madurez. María Villar desde la edad de las muñecas, ha sido la madre de sus hermanitos huérfanos y la mujer hacendosa de la casa. Por lo tanto, descuidó su instrucción, y nadie sabe explicarse cómo pudo formar su cultura, sin pensar involuntariamente a la pluralidad de las existencias. ¿Será el alma de la joven poetisa un alma mil veces transformada, y ya próxima al estado perfecto?
María Villar Buceta escribe bien en verso y bien en prosa. Hay quien la cree excesivamente tímida y modesta porque a veces ha rehusado invitaciones y ofrecimientos referentes a su colaboración en revistas importantes.
Poema Sed de Vida por María Villar Buceta
Es indudable, oh alma!, que quisimos
vivir la Vida muy de prisa: ese
fue nuestro error fundamental… Un loco
afán, una insaciable sed de vida,
turbó nuestra razón, y nos lanzamos
a conquistar la formidable cumbre
donde se asienta la Verdad que, absorta,
con una enorme turbación de nupcias,
se nos dio toda… Y la verdad fue nuestra!
Inaccesibles sobre nuestra cumbre
— tal un águila erguida sobre un risco —
las primicias del triunfo disfrutamos;
y ella, la huraña, fue como hembra pródiga
a la voracidad de nuestros besos…
Desde entonces, oh alma!… desde entonces
tuvimos los secretos de la Vida,
nuestra duda trocóse en certidumbre,
y nuestra certidumbre en desencanto:
a la tristeza de ignorarlo todo
siguió el dolor de la sabiduría!
Y fue nuestro dolor sin esperanza!
Quien nada espera nada cree; pero
Aprendimos la Ciencia de la Vida
En la desolación de nuestro triunfo!
Hemos llegado…! Hemos llegado?…
Acaso hemos tergiversado nuestro oculto
Sentido de la Vida… En tu tristeza
vi la consumación del sacrificio
y tu impotencia ante lo irremediable…
Oh mariposa que en tu propio fuego
quemaste el polvo de oro de tus alas:
tú y yo sí comprendemos la tortura
de Prometeo atado a ingente roca!
Con nuestras manos, cual si fueran buitres,
Nos arrancamos todos nuestros sueños:
borramos todo inútil espejismo
que decorara nuestra perspectiva
interior; mas la cumbre nos dió en cambio
su facultad de dominarlo todo
y ver todas las cosas de la tierra
como a vista de pájaro…
Y ahora…!
Ahora iremos por todos los caminos
con nuestra fortaleza por escudo;
haremos florecer en cada yermo
una como ficción de primavera;
habrá la floración de una sonrisa
comprensiva y piadosa en nuestros labios
para todos los débiles del alma
que quedan rezagados en su ruta;
y para aquellos que a nosotros lleguen
conscientes de su fuerza, les daremos
nuestras manos, en son de bienvenida!
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