Cultura Cubana. Adolfo Dollero
A LOS LECTORES
Al escribir el primer volumen de “Cultura Cubana”, tuve, forzosamente, que incurrir en omisiones, a veces inevitables aunque siempre sensibles, para condensar en unas 500 páginas, escasas, un bosquejo general de la evolución de Cuba.
¡Las leyes económicas tienen a menudo, exigencias de las que no son fácil prescindir!.
Pero, hoy, empezando mi obra de reparación, y alentado por los juicios críticos publicados sobre mi trabajo anterior, dedico este segundo tomo a la Provincia de Matanzas.
La evolución de Matanzas es interesantísima, y son también interesantes las demás provincias, según el aspecto bajo el cual se quiera estudiarlas.
Por consiguiente, en el caso que se me brinde alguna protección oficial, procuraré completar mi obra con otros volúmenes.
El investigar y recopilar datos esparcidos, u olvidados o desconocidos a veces, es labor que requiere largo tiempo, y que por tanto ocasiona gastos no comprendidos en el preventivo visible de un libro, preventivo que se limita al importe de la impresión, de los grabados y de la encuadernación.
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La Habana, como las capitales en general, no solamente ha centralizado los poderes del Estado, sino muchas de las iniciativas mejores, muchos de los negocios más pingües, y además el talento que también va en busca de gloria y recompensas efectivas que no siempre se obtienen en los centros pequeños.
Por consecuencia, los cerebros más poderosos de las provincias han brillado en la Habana, pero, ¡cuántos otros no menos cultos, no menos selectos, han trabajado oscuramente en esos centros más pequeños, en un olvido inmerecido por el ambiente estrecho en que han laborado!.
En “Cultura Cubana” no encontrarán los lectores biografías obligadas o vendidas. Mi obra podrá adolecer de defectos, pero nadie podrá tildarla de parcial o no sincera.
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Para la ejecución de mi trabajo he consultado provechosamente las obras de Bachiller y Morales, de Vidal Morales, de Pezuela, de Calcagno, de P.J. Guiteras, de P.A Alfonso, de Quintero, de Mitjans, de Jimeno, de Trelles, de A. Zayas, etc.
Asimismo muy útil me ha sido la erudición de los señores José Agusto Escoto, Carlos Manuel Trelles y Oscar M. de Rojas, quienes sin egoísmo me han brindado su valiosa cooperación todas las veces que la he solicitado, facilitando mi tarea (según frase de mi ilustre amigo Bonifacio Byrne) de escursionar por las amplias y poéticas avenidas del pasado y por las floridas alamedas del presente.
Estoy también muy agradecido al Dr. Cosme de la Torriente, senador por Matanzas, por el apoyo desinteresado que dio a mi obra, formando un Comité para patrocinarla, y los señores Senador Dr. Manuel Vera y Verdura, y al ya citado bibliógrafo Carlos M. Trelles, que aceptaron formar parte del mismo Comité.
A. Dollero
Dtos físico-geográficos sobre la
provincIa de Matanzas.- El subsuelo
Los tratados de Geografía cubanos y no cubanos consignan en cuanto a la superficie de la Provincia que nos ocupa, datos tan diferentes que sería imposible considerar exactos algunos de ellos. ¡Se habla de 8400, de 9500, de 11000, de 11600 Kms. Cuadrados!
Lo único que se desprende es la falta de una exacta medición de las tierras, debiéndose agregar todavía que los límites de la Provincia no están bien definidos, y precisamente los al Este del Río de la Palma, y de Nueva Paz rumbo al Sur.
Por el N.O. de Matanzas y en las Lomas de San Miguel se encuentran rocas serpentinosas, lo mismo que en el fondo del Valle de Yumurí.
Por mucho tiempo a la Provincia de Matanzas no se le concedió importancia por sus riquezas minerales, pero los descubrimientos de estos últimos años han demostrado que los yacimientos de hierro, cobre, cromo, etc., pueden reservarle un porvenir lisonjero también en este ramo de riqueza.
Desde el año de 1859 habían sido denunciados yacimientos de hulla a inmediaciones de Canasí y de Corral Nuevo, y algunos criaderos de cobre.
Por San Miguel, Camarioca, Limonar, Santa Ana, Yumurí, Guamutas, etc., se había encontrado también minerales de cobre.
En Canasí se halló asimismo plata con alguna ley de oro, y yeso por Corral Nuevo, y salinas en varios lugares de la costa, particularmente en la península de Hicacos.
Sobre los yacimientos betuminosos de Cuba, en general (y hay algunos, especialmente allá por Motembo) existe la obra del escritor francés Carlos Moisant.
Por San Miguel de los Baños se encontraron vestigios de chapapote, indicio seguro de terrenos petrolíferos. Es difícil pronosticar si resultará conveniente su explotación, pero es un hecho que los denunciantes han sido varios hasta ahora. Y hay abundancia de cromo también.
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He visitado el coto minero en exploración por cuenta de la Compañía Minera “Yumurí.” Las propiedades de la Compañía cubren un área de 1200 hectáreas aproximadamente.
La mina en cuestión está situada al Noroeste de Matanzas a unos 9 Km de la ciudad, rumbo a Canasí.
La carretera está bastante buena. Corre a zig-zag por un valle hermosísimo, en el que los paisajes se suceden con variedad de cinematógrafo, entre matices verdinegros o verde-Nilo o verdosos-amarillentos.
Las palmas se entremezclan a los mangos, a los plátanos y a los naranjos; las lomas suceden a los campos de caña o de hortaliza, y en medio se destaca la blancura del camino tortuoso, que el automóvil recorre a regular velocidad.
Se sube: la mina se encuentra a 200 pies sobre el nivel del mar.
La maquinaria es francesa y norteamericana.
La compresora de aire, marca Bury Compressor Co. mueve los martillos neumáticos, (de la afamada casa Ingersoll Rand Co.)
Hasta el momento de mi visita los minerales de la primera galería daban un ensayo de un 47% de sulfuro de hierro, con uno o uno y medio de cobre con alguna ley de oro.
Todavía había un solo pozo.
A la profundidad de 157 pies los ensayos de la segunda galería subían ya al 51% y tres o cuatro por ciento respectivamente, lo que prueba que la mineralización aumenta en relación con los trabajos.
Cuando por un segundo pozo, ya en perspectiva, se extiendan los trabajos a profundidades mayores basta encontrar la veta, perfectamente definida, es lógico esperar un formidable aumento en la cantidad de mineral a la vista, basta alcanzar muchos cientos de miles de toneladas.
Se había hecho en esos días el primer embarque de mineral con fundadas esperanzas en el porvenir.
(Continúa la próxima semana)
La Compañía construyó para sus obreros higiénicas casitas, con sus servicios sanitarios y las comodidades compatibles con la vida minera.
Al regreso nos detuvimos a ver los trabajos de la Compañía Petrolera de Matanzas, cuya instalación es muy moderna. Los trabajos habían ya llegado a 1100 pies, pero sin resultados positivos hasta entonces.
Es innegable que la Provincia de Matanzas demuestra en la actualidad que no es un mito su riqueza minera. A unos 6 Kms. de la Compañía “Yumurí” se encuentran otras minas; la antigua e importante El Recreo, Caridad, Elena y varias otras denunciadas recientemente.
Dominan las rocas sedimentarias y la serpentina en toda la región.
El yacimiento de cobre llamado “El Recreo“ fué explotado intensamente hace años. Se formó hace poco tiempo una nueva Compañía para reanudar los trabajos y hoy la mina se llama El Vigilante.
Hay en ella filones reconocidos y bien mineralizados y muchas vetas secundarias. Es una buena mina. Se obtiene de 18 a 24 por ciento de cobre y acaso cuando se hagan excavaciones más sistemáticas que las de antaño y a mayor profundidad se obtendrán también en esta mina mayores rendimientos.
Parece que el área minera al Noroeste de Matanzas no es inferior a unos 12 kilómetros de anchura por 25 o 30 de largo, y su riqueza, sin ser extraordinaria, es sin embargo bastante considerable.
La ley minera cubana facilita las denuncias de minas, y en la actualidad la contribución grava solamente sobre las pertenencias o hectáreas y no sobre el mineral que se extrae.
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El Territorio de Matanzas dispone de numerosas corrientes: varias podrían servir fácilmente para el riego, que en general no se practica.
Al Sur de la ciudad de Matanzas corre el Río de San Juan o de Matanzas: por el lado N. el Yumurí. El primero cambia varias veces de nombre y recibe muchos afluentes.
Los Ríos de Puerto Escondido, de Canasí, de Bacunayagua, de la Palma desembocan en el mar. El río Canimar, que también recibe varios afluentes, desemboca en la bahía de Matanzas.
En la obra ‘Esther de Chazeuil” de Reybaud y J. Pizarro (Habana, 1841), hay una bonita descripción de este Río, que como el Yumurí, inspiró a los poetas.
Al pie de las Tetas de Camarioca nace el Río del mismo nombre que tiene, como afluente, el R. Seco.
De la Sierra de Santa Ana, el Río Blanco que se pierde después en un sumidero en terrenos de Cárdenas.
Por Alacranes pasa el Río de San Andrés o de la Majagua, que se pierde al fin en los seborucales de la antigua Hacienda de San Agustín.
(Continúa la próxima semana)
En la Ensenada de Broa desemboca el Hatiguanico después de haber atravesado parte de la Ciénaga de Zapata. Nace de la Laguna del Tesoro y es su afluente el Río Negro.
En Cárdenas desemboca el Río de San Antón.
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Varias son las sierras y las alturas de la Provincia de Matanzas, pero ninguna se eleva a grandes altitudes. Algunas forman valles encantadores como el del Yumurí. tantas veces descrito y cantado, o hermosos accidentes como El Abra o el de la Punta de Sabanilla, conocido con un nombre demasiado vulgar.
La orografía de la Provincia de Matanzas no ofrece dificultades para el estudioso, ya que se trata de colinas más que de verdaderas montañas.
Los Arcos de Canasí con unas 270 varas de altura, la Sierra de San Miguel, el Palenque, la Sierra de Camarones, las Tetas de Camarioca que alcanzan hasta 330 metros, y por el lado Oeste de la capital de la Provincia el famoso Pan de Matanzas que se eleva hasta 383.
Pezuela decía, allá por 1863, que El Pan servía de guía a los buques en alta mar, para llegar al puerto matancero.
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La fauna de la Provincia de Matanzas no se diferencia de la de las Provincias colindantes. Solamente en la Ciénaga de Zapata, de la que pertenece una parte a Matanzas, abunda el manjuari (Lepidosteus manjuari) hoy raro en otros lugares.
En donde abunda la serpentina llamada cuabal, piedra quebradiza, a veces rica de hierro, azufre y cobre, se encuentran generalmente las fuentes minerales como las de Guamacaro, de San Miguel de los Baños, etc.. todas conocidas y apreciadas desde hace muchos años.
Recuerdo haber leído que desde el año de 1827, el médico J. M. Casanova habíase ya ocupado de las aguas de San Pedro, haciendo de ellas un examen.
Las de San Miguel son extraordinariamente buenas. En ello están de acuerdo todos los más reputados hombres de ciencias.
El Dr. Carlos de la Torre y el Dr. Aguayo las calificaron, y con sobrada razón, de notables.
En 1892 los Doctores Gastón Alonso Cuadrado y Manuel Delfín Zamora, las analizaron encontrándolas alcalinas-carbonatadas con una fuerte cantidad de carbonatos de magnesia, cal y sosa, y sulfato de potasa.
No son idénticas a las de Madruga ni a otras que se conocen en Cuba.
Y tanto menos se trata de un bluff como el que se trae un industrioso comerciante de la Habana, que desde muy lejos acarrea un agua cualquiera que llega a la capital cargada de bacterias por el largo viaje, bacterias que él destruye después por medio de una instalación moderna.
El agua así tratada resulta potable, como lo resultaría cualquier otra, por cuan mala que fuese; pero no se puede en buena fe recomendarla como agua mineral y control de la salud!
Sobre las aguas minerales de Cuba en general han escrito también los doctores Joaquín de Aenlle, Beato, José Fernández Benitez. Joaquín Barnet y otros no menos reputados; y todos han considerado siempre las de San Miguel entre las mejores.
Rousset cita en su obra los Baños de Santa Rosa, en el Término Municipal de Manguito; los de Menéndez (sulfurosos) en el de Martí y en el Término de Matanzas las aguas mineromedicinales “Las Iberias de Camarioca”, todas inexplotadas.
Y se dice que existen otros manantiales todavía.
(Continúa la próxima semana)
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Hice una excursión a los famosos manantiales de S. Miguel en la agradable compañía de un grupo de distinguidas personas; entre ellas el culto abogado español Manuel Abril y Ochoa; el Dr. R. Pagcs, digno magistrado de la Audiencia de Matanzas, y el Dr. Luis M. Cowley, juez en la Habana.
Españoles y cubanos son los más simpáticos compañeros de viaje que se pueda idear: alegres, decididos, amantes de la charla y de las bromas, siempre dispuestos para todo, y de todo satisfechos, proporcionan a sus amigos ratos muy agradables. Y con ellos la confianza y la amistad surgen muy pronto como lógica consecuencia de lo que antecede.
Almorzamos bien en Coliseo, y de allí con un buen automóvil, por un camino bastante malo, y
a veces cerrado abusivamente por las veleidades iracundas de un cacique muy rico llegamos a Sn. Miguel.
Dentro de algunos meses estará concluida la nueva carretera, buena, ancha y más corta. En 15 minutos será posible trasladarse de la estación ferrocarrilera de Coliseo, al Balneario.
De Cárdenas se llega a Coliseo en 35 minutos de automóvil, y de Matanzas en una hora y cuarto.
Además varios trenes al día unen Coliseo con esas ciudades y con la Habana.
De San Miguel de los Baños, como era antaño, no han quedado ni vestigios. Quedó arrasado durante la primera guerra y, vuelto a construir, lo destruyeron nuevamente en la última.
Pero, en vez de las casas humildes, se levantan actualmente varios chalets modernos, todos uniformes, todos de columnas, con techos color rosa y gris y las paredes blancas.
De lejos, en el paisaje hermoso de colinas y de palmas, sobre la meseta que tiene por bóveda un cielo eternamente azul, las casas aquéllas parecen unas bandadas de cisnes en un océano verde. . .
En la cima de una de las colinas hay una pequeña Ermita, y el camino que sube por la falda empinada se antoja como el trazo de un futuro ferrocarril funicular.
En donde la meseta se inclina hacia el valle, por el lado Norte, están los manantiales, famosos desde tantos años como se ha dicho más arriba.
Y tienen su leyenda…
Lo que no es leyenda es el extraordinario poder medicinal de esas aguas carbonatadas alcalinas, que impulsaron las generaciones pasadas a buscar en ellas la salud a pesar de las enormes dificultades de aquel entonces, y del incómodo alojamiento que encontraban en la meseta después de haber afrontado valerosamente las primeras.
El famoso químico de Jibacoa, el sabio Aenlle se ocupó de las aguas de San Miguel en sus “Apuntes para el estudio de las Aguas Minero-Medicinales’ de Cuba”, recomendando el uso de ellas en los infartos crónicos, y en las afecciones cutáneas y reumáticas, consecuencias directas del exceso de ácido úrico.
Y es incomprensible que quien en Cuba necesite verdaderamente un método de cura tan sencillo y tan agradable, puesto al alcance de su mano por la próvida naturaleza, prefiera ir a buscar la salud en balnearios alejados de su país, gastando mucho más, y a veces tropezando con dificultades de varias clases: un imperfecto conocimiento del idioma, los hábitos radicalmente diferentes (detalle importantísimo para un enfermo), las molestias de las aduanas y el cansancio que siempre produce en el enfermo un viaje prolongado.
No pretendemos, actualmente, comparar San Miguel de los Baños con balnearios de la importancia de Eiad-Nauheira o de Vichy o de Boyat o de Salsoiaaggiore, en donde fuertes Compañías Anónimas han sabido atraer a turistas y enfermos con toda clase de atractivos y comodidades ¡ pero ya que sus aguas son tan eficaces como las mejores del mundo, sería ilógico el suponer que algún día, al concluirse la fácil comunicación por la nueva carretera, no veamos, aquí también, surgir un gran poblado moderno, con sus calles trazadas a cordel, su Kursaal, sus bonitas tiendas, las comodidades todas, en fin, de la vida moderna.
Algunas personas pudientes han dado el ejemplo, siguiendo el impulso del opulento financiero D. Bonifacio Menéndcz, y construyeron sus chalets blancos en la meseta de 800 pies de altitud que tiene por marco las colinas, por natural c inmejorable drenaje, las cañadas; y por médico el aire puro del Norte y del Este que las barre con moderación no interrumpida…
¡Adiós temperaturas tropicales!
Las aguas de San Miguel fueron declaradas de utilidad pública en 1892, después de haber sido analizadas por los médicos ya mencionados, y por el Laboratorio de la Clínica Médico-Quirúrgica a cargo de los principales médicos de Cuba.
(Véase el capítulo dedicado a la Ciencia).
Están pues ligados a ellas los nombres de los doctores Santos Fernández, E. Acosta, Domingo L. Mádan y muchos más no menos eminentes.
Las opiniones del Doctor Tomás Vicente Coronado y del Dr. Eduardo Díaz pueden encontrarse entre las más entusiastas.
He aquí lo que el último escribió hace años en su informe.- “Las aguas de San Miguel ofrecen grandes recursos a los señores profesores que las quieran utilizar en las numerosas dolencias para que se hallan indicadas, y por propia experiencia podemos garantizar casos de mejoría inmediata en dispepsias flatulentas y atónicas, en infartos hepáticos de origen litiásico, en reumatismos crónicos, apiréticos, en manifestaciones cutáneas del herpetismo y artritismo y en diversas cloro-anemias y convalescencias de enfermedades agudas“.
Y en verdad que no solamente los médicos y los habitantes de la localidad hablan con entusiasmo del poder curativo de las aguas aludidas, sino que todos los que han hecho uso de ellas, se convierten en otros tantos apóstoles y propagandistas.
Hay que suponer que tienen un efecto radioactivo.
Recuerdo, entre otras, haber leído una carta del Gral. Clemente Gómez (que durante la última guerra, parapetado en una de las colinas de San .Miguel, sostuvo con tesón admirable los largos e inútiles ataques del enemigo), carta en la que expresaba toda su satisfacción por haber encontrado en el Balneario una gran mejoría a sus dolencias.
Al lado de los manantiales está una poza de fango, cuyo poder curativo, al extenderlo sobre llagas, heridas, o tejidos epidérmicos con afecciones eczematosas o eserofulosas, es notable.
Inmediato a los manantiales está un buen campo de cultivo en donde los tomates se producen con extraordinaria abundancia y lozanía junto a los pimientos, a los frijoles y a los boniatos.
Los plátanos completan con sus hojas magníficas la belleza del paisaje agrícola.
En San Miguel de los Baños hay en la actualidad un hotel en donde se come perfecta y abundantemente; insisto sobre el último adverbio, ya que los viajeros al respirar el aire saludable de aquellos lugares, parecen afectados de bulimia. Todos comen con voraz apetito !
En el patio del Hotel los pasajeros acostumbran escribir sus nombres en las gruesas hojas de la planta llamada copey, que tienen la particularidad de conservar indefinidamente las cicatrices hechas en la superficie de ellas con algún instrumento puntiagudo, siempre que no se pretenda desprenderlas de la misma planta.
A dos kilómetros del pueblo de San Miguel hay unos yacimientos muy abundantes de cromo, que sirve para la fabricación del acero. La mina “Clara” es la más importante.
Durante la guerra europeo el precio del cromo subió extraordinariamente, pero en la actualidad ha disminuido mucho, y ofrece una menor remuneración.
Sin embargo hay que tener en cuenta que la mina casi a flor de tierra no ocasiona gastos crecidos de explotación.
En la misma jurisdicción de San Miguel de los Baños existen los indicios de petróleo, a los que he aludido interiormente.
No hace mucho se descubrió otro manantial de apariencia sulfurosa, cuyo análisis no se había hecho aún en la época de mi paso por esos lugares.
He aquí los análisis de los dos principales manantiales que están presentemente en explotación:
Manantial LA SALUD
Acido carbónico libre ……. 0.21863
Bicarbonato de Sosa…….• 0.3060-1
„ Cal ……… 1.17334
.. Magnesia … 0.45065
. Hierro -….. 0.00089
Sílice ………………….. 0.0698*
Sulfato de Sosa …………. 0.06070
„ Potasa ……….. 0.07634
Cloruro de Sodio ……….. 0.03124
Alúmina ……………….. 0.01210
Materia orgánica ………… No tiene
Manantial EL HIERRO
Acido carbónico libre ……. 0.14936
Bicarbonato de Sosa …….. 0.20329
„ Cal ……… 0.12321
„ Magnesia … 0.12775
., Hierro …… 0.00333
Sílice ………………….. 0.08900
Sulfato de Sosa …………. 0.01033
., Potasa ……….. 0.00091
„ Cal …………. 0.00037
„ Magnesia …….. 0.14976
Cloruro de Sodio ……….. 0.04289
Alúmina ……………….. 0.00025
Materia orgánica ………… No tiene
No contienen nitritos.
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Las tierras de Matanzas son casi todas fértiles y muy a propósito para la agricultura.
La tierra es roja, negra o mulata. Según Herrera la mulata es la mejor, pero varían las opiniones de los agrónomos en apreciaciones de esta clase.
De acuerdo con la opinión del autor que acabamos de citar, cuando la palma es gruesa, la yagua grande, y abundante y verde la penca, la tierra es muy buena; y mala si la palma crece pobre y amarillenta.
Asimismo la hormiga brava y la iguana son propias de terrenos malos, y por el contrario la hormiga muerde-huye y el camaleón demuestran preferencia para los terrenos fértiles.
La caña de azúcar crece muy lozana en la Provincia de Matanzas, y para este cultivo es más apreciada la tierra vegetal, colorada; la que Humboldt consideraba preñada de capas superficiales de óxidos de hierro descompuestos, mezclados con sílice y arcilla.
En la Provincia de Matanzas el terreno está casi todo desmontado: sin embargo, Esteban Pichardo (que tantos servicios prestó a Cuba con su Geografía y su Historia sobre los Caminos de Cuba) habla del más espeso y elevado bosque de yabas, frijolillos y otros árboles gigantescos, visto por él en el Seborucal del Realengo Pendejeras, cerca de Cárdenas.
Pezuela habla de cómo varían los terrenos de Ceiba Mocha, alternados a veces los de más fondo con los arenosos, y los negros con los colorados.
El clima de Matanzas es aproximadamente el mismo de toda la parte occidental de la isla, aún cuando, hace algunos años, el Alcalde de Santa Ana me asegurara que la temperatura máxima de ese lugar no pasaba de 28 grados centígrados.
A veces los huracanes modifican las condiciones meteorológicas, pero no hacen ya los estragos de antaño, cuando la mayor parte de las casas eran de madera y guano. Los de Octubre de 1844 y 1846 perjudicaron muchísimo a Matanzas, dicen los historiadores, y sin embargo no se detuvo su progreso económico y cultural.
Detalles sobre cultivos y recursos de cada Término Municipal se encontrarán en los capítulos que tratan de las excursiones por la Provincia.
En 1792 Matanzas y su territorio habían aumentado al doble su población, la que sin embargo no pasaba de 6500 habitantes.
La mitad de ellos pertenecían a la raza de color.
En 1860, según Pezuela la población de la jurisdicción de Matanzas alcanzaba 42152 habitantes y 64385 en 1907. Hoy no debe ser inferior a 70000 habitantes.
La población de toda la Provincia era de: 234524 habitantes en 1861; 259578 en 1877; 202444 en 1899 y 239812 en 1907. Actualmente alcanzará 280000 habitantes, aproximadamente.
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Visité las famosas Cuevas de Bellamar.
Para dar de ellas una idea exacta a los que aún no conocen esa maravilla de la naturaleza y del tiempo, siguiendo el ejemplo del historiador madrileño D. Jacobo de la Pezuela, extractaré los párrafos principales de la descripción que de ellas hace el matancero D Eusebio Guiteras :
“El día 17 de Abril de 1861, extrayendo unos trabajadores piedras para un horno de cal, a uno se le fué la barreta a una especie de pozo; y cuando se quiso conocer la causa de aquel fenómeno, se halló una inmensa cavidad, en que la naturaleza, en silencio y por espacio de siglos, había estado labrando un mundo de maravillas.
“Fortuna fué que tal lote tocara a un hombre como don Manuel Santos Parga, que inmediatamente supo medir la importancia de su tesoro….
“Unas pocas casas construidas para veranear en las playas que corren al Sur de la Bahía de Matanzas, han tomado de poco acá el nombre de Bellamar; y como quiera que en aquella dirección se halla la Cueva del Sr. Parga, ha venido a recibir la misma denominación.
“El Sr- Parga ha dado a la boca de su palacio subterráneo una forma regular, rodeándola de una baranda. (Y así está boy día, con ligeras modificaciones.—N. del A.)
“Penetrase en él bajando inmediatamente y en dirección del N.E. por una escalera de 24 escalones, guarnecida de seguros pasamanos, y apoyada en un muro artificial. Va ésta a parar a una eminencia interior: que se ha arreglado y rodeado de una cómoda balaustrada para que los viajeros puedan despojarse de aquella parte del vestido que crean les sea molesta recorriendo las galerías, precaución que no es de todo punto necesaria.
“De codos en esta balaustrada ya da uno por bien empleado el viaje, porque desde ella domina el sorprendente espectáculo que presenta la primera cavidad.
“La longitud de este digno vestíbulo que lleva el nombre de “El Templo Gótico ‘’, es de 300 varas con una anchura de más de 80. La altura es asimismo considerable, pero difícil de medir, porque a causa de la eminencia que se alza en el centro, el piso es en extremo irregular. Por esta eminencia, que es de cascajo cubierto de una capa de cristalizaciones, se ha abierto un camino que va siempre serpenteando, hacia abajo.
“Ya por medio de cómodas escaleras, para salvar las pendientes demasiado rápidas, ya por medio de terraplenes o escalones abiertos a pico; ya en fin por un sólido puente provisto de balaustradas, que atraviesa una profundísima grieta, se recorre con comodidad y seguridad el Templo Gótico en toda su extensión.
“A medida que va bajando el viajero no puede menos que detenerse a contemplar la variedad de objetos que le rodean, alumbrados con bastante profusión de luces fijas. Al frente ve dos oscuras entradas, por donde puede penetrar en lo interior de aquel recinto subterráneo A la derecha se alzan gruesos pilares que sirven de sostén a la alta bóveda, y que recuerdan las soberbias columnas de antiguas catedrales, que debió la arquitectura gótica a las elegantes palmeras o a los
robustos troncos de la secular encina. Uno de estos pilares es particularmente digno de llamar la atención: tiene por nombre “El Manto de Colón”, y arranca desde lo más profundo del Templo Gótico. Forman sus estrías magníficos pliegues en que puede ocultarse un hombre, y que van abriéndose a medida que se acercan a la parte superior.
“Tiene 20 varas de altura y su ancho varía de 7 varas a dos y media. La piedra es de un blanco brillante con alguna tinta oscura que hace resaltar sus gigantescas proporciones. Al pie del Manto de Colón se ven numerosas piedras de formas caprichosas: algunas parecen hombres postrados en reverente adoración o echados en el suelo envueltos en sus mantas: otras fingen animales también echados, dando todas, en medio de su inmovilidad, vida y animación a la escena.
“En dirección opuesta al Manto de Colón, y a la izquierda del viajero que va bajando, se ve un gran nicho, que sin un gran esfuerzo de la imaginación, puede pasar por el altar de aquel templo; pues del fondo oscuro de la cavidad sale una como cornisa coronada de piedras que parecen imágenes, tales como las presenta en sus toscas proporciones una escultura primitiva. Más abajo del altar se ve también una de estas caprichosas esculturas, como sentada sobre una gran piedra: y por su posición aislada y prominente, así como por su actitud, puede bien caracterizarse como el Guardián de la Cueva.
“Las paredes del Templo Gótico corren en una forma ovalada. La parte opuesta a la que se ha descrito, aparece envuelta en negra oscuridad.
“Las estalactitas y las estalagmitas son el adorno de las cuevas. Las estalactitas son unos conos colgantes o cilíndricos de carbonato de cal, pegados a las bóvedas o paredes de las cavidades subterráneas.
Prodúcelas la filtración, al través de las rocas, de agua cargada de cal. El agua, al desprenderse de la roca primero, y después de la estalactita, va dejando pequeñísimas porciones de la cal que lleva en solución.
“Estas porciones van haciendo con su cristalización, crecer la estalactita: pero como el agua, al desprenderse de ellas gota a gota, conserva todavía alguna parte de cal, resulta naturalmente que cuando las gotas caen al suelo forman aquí otras cristalizaciones. Estas son las que llevan el nombre de estalagmitas.
“Las cuevas de la clase a que pertenece la de Bellamar, se encuentran en terrenos calcáreos. Son diversas las opiniones sobre su formación primitiva.
“Las estalactitas y las estalagmitas que presenta el Templo Gótico, son de dimensiones y formas colosales; y considerando el lento procedimiento de su formación, la primera idea que salta a la imaginación, es el largo espacio de años que la naturaleza ha tardado para poner en el estado actual su espléndida obra.
“Las estalactitas tienen formas más variadas que las estalagmitas. Ya se ha hablado del gran pilar que con el nombre de Manto de Colón, constituye el objeto prominente del Templo Gótico, y se conoce que otros del mismo género pueden formarse con el tiempo por la unión de la estalactita, que va progresando hacia abajo, y la estalagmita que va creciendo hacia arriba. Las estalactitas a veces se mezclan y se confunden de una manera caprichosa, mientras que la estalagmita es un cuerpo compacto y liso que o se eleva tomando la forma cónica o se derrama como cuerpo derretido que se ha dejado enfriar.
“El Manto de Colón es una estalactita ya completa, como otras que se ven en el Templo Gótico: pero la Cueva de Bellamar presenta en otros puntos estalactitas nacientes ya en forma de tubos de cristal, ya a manera de telas delgadas adheridas a las rocas, muy semejantes en el color y apariencia a la pulpa del coco tierno.
“En el Templo Gótico se ve una estalactita formada por una plancha transparente de más de dos varas de ancho y vara y media de alto, que parece una cascada de mármol blanco con el borde inferior simétricamente irregular. Está casi frente a la escalera de entrada: pero las hay todavía de la misma forma, más grandes y hermosas, en otros lugares de la misma Cueva. Fuera del material que las constituye, ningún otro punto hay de contacto entre esta última, y pilares como el Manto de Colón; de modo que el visitador desde luego observa el manantial de belleza que se encierra en tanta y tan grande variedad de formas.
‘’ Las estalactitas cuelgan a veces de las bóvedas en blanquísimas planchas tan delgadas que son transparentes y sonoras, e imitan en sus curvas las orejas de ciertos cuadrúpedos: otras veces sin perder la deslumbrante blancura, cristalizan formando cilindros que se cruzan en todas direcciones, y reflejan la luz como facetas talladas de piedras preciosas. Piezas estalactíticas hay en esta Cueva que asombran por su rareza y recrean por su hermosura: ya ve uno pequeños ángeles o pájaros sostenidos por delgadísimos hilos de cristal; ya menudas cabezas de animales extraños; ya delicadas plumas cuajadas de luciente filigrana, salpicadas de abrillantadas puntas teñidas con los suaves colores de la rosa y la violeta: ya cristales al través de los cuales aparecen dobles los objetos: ya en fin, transparentes dahalias brotando de magníficos cuernos color de oro.
‘’ He dicho que al fondo del Templo Gótico ve el viajero las dos entradas que conducen a otras cavernas interiores. Siguiendo el itinerario de los guías se pasa por la más central a una galería llamada de “la Fuente” por una de purísima agua que en ella se encuentra. Tiene de largo 800 varas, y corre como toda la parte descubierta de la Cueva de Bellamar de O.E. a E.
A la entrada de la Galería de la Fuente, se ven las paredes cubiertas de preciosas cristalizaciones, muchas de ellas de formación reciente.
“En algunos puntos cubren el tosco cascajo como cristales entre algodones: en otros cuelgan de la bóveda formando un cono cubierto de cilindros caprichosamente entrelazados, o se derraman como cascadas. Una de estas últimas, por la simetría de sus bordes, es conocida de los guías con el nombre de La Manteleta.
“A pocos pasos de estas cristalizaciones, se entra en una bóveda de cascajo con hondas cavidades a la izquierda, donde algún día aparecerán nuevas galerías. Los guías llaman esta parte de la galera El Cementerio.
“La fuente que da nombre a la galería está encerrada en una taza que parece del más puro mármol, y sus inmediaciones cuajadas de cristalizaciones, forman el compartimento llamado El Camarín de la India. Tal es la profusión y variedad de sus adornos, y tan menudos son en su mayor parte, que bien puede el Camarín de La India compararse a aquellos que ostenta en sus salones el encantado palacio de la Alhambra.
“Las estalactitas juegan por la bóveda con todo el bello desorden fantástico de los arabescos: ellas dibujan graciosos cortinajes, caen en delgadas columnas, forman bovedillas y guirnaldas y hasta ponen simétricas orlas de cristal a las pesadas moles de las estalagmitas.
“Como para hacer descansar la vista, deslumbrada con las bellezas del Camarín de la India, se presenta luego la naturaleza en toda su desnudez. Pero corto es el trecho: pues llegamos ya a las bellas cristalizaciones que forman el arco a que se ha dado el nombre de La Garganta del Diablo. Aquí por primera vez, y eso muy ligeramente, tiene el viajero que inclinarse: pero antes de hacerlo y pasar adelante, se detendrá a admirar la gran estalactita que está junto al arco de la Garganta del Diablo, y que baja desde la bóveda hasta el suelo, formando pliegues tan regulares que se le ha dado el nombre de El Organo. Cualquiera diría que es una cortina de luciente brocado que se acaba de descorrer para dar entrada al curioso viajero.
“A los pocos pasos que da éste, después de atravesar la Garganta del Diablo, llega a un punto en que las estalactitas son grandes y compactas, de tal manera que se confunden con las estalagmitas. Dos de ellas a la izquierda, y a sólo diez o doce pasos una de otra, son huecas y transparentes, de manera que se les hace producir un bello efecto por medio de luces colocadas en el interior. La primera es una gran plancha horizontal, un tanto convexa, que parece haber despertado tétricas memorias en alguno de los visitadores, que la ha bautizado con el nombre de El Sepulcro.
“La otra despierta menos lúgubres ideas, y es una de las pieza más bellas y raras que se hayan hasta ahora descubierto en la Cueva de Bellamar.
“Llámase La Saya Bordada por la semejanza que tiene con esta parte del traje femenil. Toda ella es lisa y perfectamente torneada: el color es algo amarillento; y la cerca en su base una bellísima orla de gruesas cristalizaciones blancas. La Saya Bordada mide más de una vara de altura, y la orla unas seis pulgadas de ancho.
“Junto al Sepulcro hay una columna pegada a la cual cuelga de la bóveda a modo de lámpara, una hermosa estalactita cónica cubierta de menudas cristalizaciones.
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