La inservible ONU (VII)

Written by Libre Online

3 de septiembre de 2024

Las limitaciones de tiempo y espacio no nos permiten engrosar estas líneas con toda la denigrante lista de personajes despreciables a los que se les ha permitido usar el podio de las “Naciones Unidas”, algunos de los cuales ni siquiera representaban naciones miembros o tenían nación alguna, como en el caso del guerrillero asesino Yasser Arafat, dirigente del terrorista grupo PLO (Organización para la Liberación de Palestina), quien con su aspecto sucio y desgarbado, como siempre, escaló al podio de la ONU en 1974. en la reunión plenaria 2282, con la aquiescencia de los países miembros. Un vulgar terrorista, que aún cuando se le ofreció la paz permanente accediendo a todos sus reclamos en la cumbre de Camp David en julio 25 de 2000, y luego de prometer que si aceptaban todas sus demandas firmaría la paz con Israel, se negó a hacerlo a última hora renegando de sus propias promesas. Un farsante criminal a quien jamás le interesó la paz de los palestinos ni el progreso de su abatido pueblo.

Tal vez debemos hacer un alto aquí, para recordar las palabras del Premier Israelita Benjamín Netanyahu, en el oscuro y trágico momento del ataque, secuestro y asesinato a judíos inocentes por el grupo Hamas el pasado siete de octubre. Motivado por la ira y la angustia, dijo: “A esta maldad no se le puede dar un país”. Quizá sus palabras no logren ser proféticas con relación al futuro, ya que se refería a la aceptación de un estado palestino, pero sin duda constituyen una críptica reflexión con relación al pasado.

Alguien debió decir en enero de 1949 antes de la llegada de Mao a Beijing: “A esta maldad no se le puede dar un país”. Y ninguna voz con poder se atrevió a clamar en enero de 1959 cuando Fidel Castro Ruz descendió de la Sierra Maestra: “¡A esta maldad no se le puede dar un país!”. Ni existió una potente voz que se alzara para gritarle a los sandinistas del incestuoso y amoral Daniel Ortega: “¡A esta maldad no se le puede dar un país!” ¡Palabras para la Historia! Y, desde luego, para las “Naciones Unidas”.

Felipe Lorenzo

Hialeah, Fl.

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