Siempre escuché decir que “los peores errores se cometen, a menudo, con las mejores intenciones”. No creo que exista alguna otra expresión en el léxico castellano que pueda definir más adecuadamente a la ONU, “Organización de las Naciones Unidas” ( o UNO, UN, por sus siglas en Inglés, “United Nations Organization”).
Cuando la misma fue creada oficialmente en 1945, tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial y la inefectiva actuación previa de la “Liga de Naciones”, los países fundadores lo hicieron “con las mejores intenciones”.
Desgraciadamente, desde la aplicación de los estatutos iniciales, “el árbol nació torcido”. Lo que comenzó con los mejores propósitos, ha sido uno de los más catastróficos errores cometidos por los países democráticos.
Los nefarios comunistas, ni lentos ni perezosos, le buscaron enseguida “la quinta pata al gato”. Si cada país representaba un voto, pues había que “inventar” muchos países para alcanzar ellos el control absoluto, como han sido siempre sus solapadas intenciones con todo; países, gobiernos, familias, dineros… Los comunistas infectan cuanto tocan, porque llegan sistemáticamente con las peores miras en mente.
Y, por supuesto, esos nuevos territorios convertidos en naciones, debían ser de tendencia izquierdista. En un principio las “Naciones Unidas” funcionaron muy bien, porque todavía los países democráticos eran mayoría en su foro; pero pronto los comunistas comenzaron a “voltear la tortilla” a su favor, abusando de las buenas finalidades originales de los países fundadores.
En los comunistas la sinceridad no existe, como tampoco existen la honradez, la lealtad, la justicia social, el sentido de humanidad… Son perversos al extremo supremo de la perversidad, ¡y demagogos al extremo de la demagogia!
Felipe Lorenzo
Hialeah, Fl.
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