LA HISTORIA SECRETA DE  LA ENMIENDA PLATT

Written by Alvaro Alvarez

4 de noviembre de 2025

Esta historia fue escrita por Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), doctor en Derecho Civil y Notario desde 1917. Se inició en el periodismo desde 1905. Dirigió o codirigió varias publicaciones. Se integró a la Falange de Acción Cubana. Su bufete era el punto de reunión del Grupo Minorista. En 1924 Jorge Mañach lo consideraba el jefe de los minoristas, siendo el cronista de este movimiento regenerador.

En 1935 fue designado primer Historiador de la Ciudad de La Habana, cargo que mantuvo hasta su muerte. 

Sus escritos mostraron siempre su hostilidad con los EE. UU y como director artístico de la Revista Carteles, escribió este relato el 4 de febrero de 1934 en las páginas 26 y 47 que estamos incluyendo a partir de esta línea. 

Mucho se ha escrito y debatido sobre la paternidad de la Enmienda Platt, aunque no tanto, desde luego, como sobre la paternidad de la Doctrina de Monroe. De ésta se afirma que no fue ideada realmente por el Presidente James Monroe, señalándose como verdadero autor, ya a su secretario de Estado, John Quincy Adams.

No son tantos los presuntos padres de la Enmienda Platt, pero sí parece cosa cierta que no lo es el senador Orville H. Platt, a quien debe su nombre, y quien, como ya vimos en el artículo anterior, presentó el 25/feb/1901 en el Senado norteamericano la referida enmienda al proyecto de ley concediendo créditos para mantener el Ejército durante el año fiscal que debía terminar el 30 de junio de 1902, enmienda de la que se dio cuenta en la sesión del día siguiente, 26.

A tres eminentes personajes, dos de ellos norteamericanos y uno cubano, se señala como a los verdaderos autores o sugeridores de la Enmienda Platt: Elihu Root, James H. Wilson y Tomás Estrada Palma.

El Dr. James Brown Scott, actual presidente del Instituto Americano de Derecho Internacional y vinculado desde hace años a la Cancillería de su país, en un trabajo, Origen y Objeto de la Enmienda Platt, publicado en 1914 y que figura en su libro, Cuba, la América Latina, los Estados Unidos (La Habana, 1928), señala clara, precisa y terminantemente al entonces secretario de la Guerra, Elihu Root, como autor de la Enmienda, dejando al senador Platt el simple papel de congresista amigo del Ejecutivo a quien éste confía la misión de autorizarla con su firma y presentarla en el Senado.

Refiere así lo ocurrido, Mr. Scott: “Sucede con frecuencia que se atribuyen a hombres públicos proyectos que nunca emanaron de ellos, y es natural que así suceda cuando los superiores tienen que aceptar la responsabilidad de una línea de conducta que llevan a cabo, aunque haya sido propuesta por un subordinado. La individualidad del autor queda absorbida por el resultado tenido. Esto es necesario que acontezca en los asuntos administrativos. No debería ser así en cuestiones políticas trazadas por el jefe del departamento, ya sea con respecto el jefe del departamento; ya sea con respecto al Presidente, cuya aprobación es necesaria, o con respecto al Congreso, cuya actuación se exige a los efectos de la legislación”.

La así llamada Enmienda Platt es un ejemplo extraordinario de lo que queda dicho. Fue preparada por el señor Root como secretario del Ejecutivo. Estaba contenida en todas sus partes esenciales en la carta del secretario Root dando instrucciones al general Wood, gobernador militar de Cuba, de fecha 9 de febrero de 1901.

Este importante documento, que detalladamente da las razones para la propuesta Enmienda, fue sometido por el Presidente McKinley a su Gabinete y aprobado por el Presidente y sus consejeros y aprobado en esta forma, fue entregado por el Presidente McKinley, en presencia del secretario de la Guerra, al difunto senador Orville H. Platt, de Connecticut, con objeto de que lo presentara al Congreso y se incorporara a la ley requerida para el traspaso de Cuba a sus habitantes. El senador Platt introdujo la enmienda como se le había pedido y figura anexa a la ley de 2 de enero de 1901, titulada “Ley concediendo crédito para el Ejército en el año fiscal que termina el 30 de julio de 1902”.

Relata después Brown Scott el proceso de transformación de dicha enmienda en apéndice de la Constitución cubana, primero y más tarde, también, en tratado permanente entre Cuba y los Estados Unidos y agrega:“Se estima que la continuación ordenada y sucesiva de los acontecimientos así brevemente expuestos, indica que la enmienda surgió del departamento de la Guerra; que su autor fue el entonces secretario de la Guerra, señor Root, y que el senador Platt, de acuerdo con el Ejecutivo, presentó la enmienda que lleva su nombre, concebida, redactada e incorporada a la Constitución cubana por la iniciativa y destreza, la sabiduría y previsión del señor Root cuando era secretario de la Guerra. No es el propósito del presente comentario, sin embargo, poner en duda los servicios prestados por el senador Platt, pero parece oportuno afirmar, modo de introducción, que la enmienda que lleva su esclarecido nombre y con bastante razón, porque fue propuesta por él al proyecto de ley del Ejército, era no obstante la obra del señor Root”.

En otro trabajo, La Enmienda Platt, su interpretación, del año 1917, y que aparece compilado en el libro referido, Brown Scott ratifica sus afirmaciones hechas en el trabajo de 1914 sobre la paternidad de la Enmienda Platt: “Un ilustre estadista americano y benefactor de Cuba, un amigo de la América latina, comprendiendo cuáles debían ser las relaciones que subsistieran entre estos dos países (Cuba y los Estados Unidos), redactó una serie de declaraciones o acuerdos en que se definían estas relaciones y que debían servir para defenderlas. Aunque estas declaraciones son generalmente conocidas con el nombre de la Enmienda Platt, la mentalidad que las concibió fue la de Elihu Root; suya la habilidad que les dio forma; suya la mano que las redactó. El creyó que, en esencia, estas resoluciones eran indispensables a los intereses supremos de estos pueblos, y a fin de que no pudiera existir duda ni mala interpretación sobre la materia, quiso que dichas resoluciones adquiriesen forma de ley en ambos países y que fuesen incorporadas en un tratado que celebraran las dos repúblicas”.

Por la autoridad indiscutible que tiene el Dr. Scott como consejero que ha sido de la Secretaría de Estado, y por la solemnidad académica en que pronunció estas últimas palabras, ratificadoras de las anteriores de 1914 en la inauguración de las sesiones del Instituto Americano de Derecho Internacional, en La Habana, el 22 de enero de 1917, y por la propia forma y detalles de su relato, cuanto él afirma es necesario y lógico aceptarlo como la realidad exacta de los acontecimientos históricos, y por indiscutible la paternidad de la Enmienda Platt concedida por él al señor Root, no correspondiéndole al senador Platt otro papel, según indicamos, que el de firmante oficioso, de la tantas veces mencionada Enmienda; no ya el “padre”, sino más bien el “padrino” que llevó la criatura a bautizarla en la iglesia del Senado.

No obstante esa precisión de detalles y esa autoridad al ofrecerlos de Mr. Scott, un publicista cubano, el señor Jorge Roa, publicó en el Diario de la Marina de esta capital, el 9 de marzo de 1922 un artículo titulado Embriogenia de la Enmienda Platt. Root no inspiró el apéndice constitucional, en el que recogiendo, las palabras ya citadas de Mr. Scott en su discurso de 1917 niega “la gloria de la paternidad” a “aquel Insigne estadista” recabando dicha “gloria” para otro norteamericano, que “ostentó las insignias militares como general del Ejército de su país, concurriendo a los campos de batalla de Cuba voluntariamente, como miles otros de sus compatriotas: al brigadier general James H. Wilson, gobernador militar que fue, a raíz de la evacuación de las tropas españolas, en las provincias cubanas de Matanzas y Santa Clara”.

Sirven de base a esta afirmación del señor Ros las proposiciones que expuso el general Wilson en su informe de 7 de septiembre de 1899 al secretario de la Guerra, Mr. Root, sobre la situación industrial, económica y social del departamento a su cargo.

En esas proposiciones cree ver el señor Roa las ideas que sugirieron a Mr. Root la necesidad de imponer las condiciones para la retirada de las tropas norteamericanas de Cuba y la concesión a la Isla de su independencia, contenidas en lo que se ha llamado la Enmienda Platt y cree observar también el señor Roa en esas proposiciones los esbozos del tratado de reciprocidad que más tarde se concertó entre ambos países. Refiriéndose a esta última sugerencia, copia el señor Roa el siguiente párrafo del informe del general Wilson: “El pueblo cubano parece ser tan industrioso, prolífico y capaz como lo es el español, del cual principalmente desciende, y esto lo prueba suficientemente el hecho de que el comercio de Cuba, a pesar de los disturbios de la guerra, es todavía enorme, cuando se considera esto en conexión con el hecho de que el comercio de los Estados Unidos con los países tropicales alcanza a un 75% de su comercio total con el resto del mundo, se ve la importancia de restablecer las condiciones económicas de la Isla”.

Nota: La Enmienda Platt había sido aprobada el 12 de junio de 1901, en sesión secreta de la Asamblea Constituyente se incorporaba la Enmienda Platt como apéndice a la Constitución de la República de 1901 con la votación de 16 Delegados a favor, 11 en contra y 4 que se ausentaron para no votar.

Los 16 que Votaron a Favor: Domingo Méndez Capote, Enrique Villuendas, Leopoldo Berriel, Pedro Betancourt Dávalos, Manuel Sanguily, José N. Ferrer, Eliseo Giberga, José Miguel Gómez, José de Jesús Monteagudo, Martín Morúa Delgado, Emilio Núñez Rodríguez, Gonzalo de Quesada Aróstegui, Joaquín Quilez, Pedro González Llorente,  Alejandro Rodríguez Velazco y Diego Tamayo.

Los 11 que Votaron En Contra: Alfredo Zayas, José Braulio Alemán, Salvador Cisneros Betancourt, Luis Fortún, Juan Gualberto Gómez, Diego Tamayo, José Lacret, Rafael Portuondo, Rafael Manduley, Manuel Silva y José Fernández. 

Los 4 que se Ausentaron: Juan Rius Rivera, Miguel Gener Rincón, José Luis Robau y Antonio Bravo Correso.

El 29 de mayo de 1934 fue derogada la Enmienda Platt cuando el Presidente de La República era Carlos Mendieta Montefur. Manuel Márquez Sterling (1872-1934), crítico literario, ensayista, articulista y diplomático, quien el 18 de enero de 1934 ocupó la Presidencia de Cuba de forma provisional por 6 horas, luego en su condición de embajador de Cuba en Washington encabezó las negociaciones que culminaron con la derogación de la Enmienda. Al firmar el histórico documento, dijo a su secretario: “Ya puedo morir tranquilo”. Falleció 194 días después, el 9 de diciembre de 1934.

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