Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
Antes del descubrimiento de la Isla de Cuba por Cristóbal Colón en 1492 la Península de Hicacos, ya estaba habitada por aborígenes.
La presencia de restos humanos y de obras pictográficas descubiertas en dos de sus más importantes cuevas demuestran la existencia precolombina de aborígenes pertenecientes al grupo de los taínos.
Esta Península fue descubierta en 1508 por Sebastián Ocampo al realizar un bojeo por la Isla y ya en 1540 aparece por primera vez registrada en un mapa.
Los conquistadores españoles expulsaron a los aborígenes de la península y la convirtieron en una salina y en un varadero, lugar donde varan los barcos para su resguardo, limpieza o arreglo.
A inicios del siglo XIX la península era un lugar desierto, la vida era muy difícil debido a la presencia de grandes plagas de mosquitos y jejenes que hacían la vida prácticamente imposible. Muchos vecinos de Cárdenas intentaron habitarla una y otra vez atraídos por sus bellas playas, pero tuvieron que desistir por lo inhóspito del lugar.
En la parte más al norte de Hicacos se encuentra la Cueva de Ambrosio y a menos de 100 m la Cueva de los Musulmanes. Cueva Ambrosio es refugio de 6 especies de murciélagos, la más abundante es el murciélago frutero grande y ellos utilizan ambas cuevas como refugio diurno.
La Península de Hicacos es una extensión de tierra de unos 25 km de largo y su anchura varía de los 300 a los 500 metros, ubicada al norte de la provincia de Matanzas.
En aquellos tiempos su comunicación con tierra firme era un estrecho puente, sobre un brazo de mar conocido por Paso Malo. Las playas se extienden casi desde Boca de Camarioca hasta más allá de las Peñas de San Bernardino, unos 20 km, toda ella cubierta por un gran banco de arena finísima y sumamente blanca, con aguas de una transparencia increíble y con tonos azules, otras de tonos violetas, verdes azules, con olas de rizadas espumas.
El extremo de la Península, nombrada Punta Hicacos, es el lugar más Septentrional de Cuba y constituye el punto más cercano a los EE. UU.
La Península Hicacos limita al norte y al oeste con el Estrecho de La Florida, al sur con la Bahía de Cárdenas y al este con el archipiélago Sabana Camagüey que se extiende unos 475 kilómetros hasta la bahía de Nuevitas y comprende 2,517 cayos e islas.
Está al este de La Habana. En esta Península se encuentra la Playa de Varadero con más de 10 km de extensión, el balneario más famoso e importante de Cuba y el principal destino turístico de sol y playa para miles de vacacionistas.
Varadero, lugar de tenues brisas marina, comenzó desde la década del 80 del siglo XIX, primero tímidamente y luego, de forma más continua, la atención de los temporadistas cardenenses y de algún que otro cubano o extranjero.
Varadero está a 44 km de Matanzas y a 20 de Cárdenas.
El primer asentamiento registrado oficialmente en el Ayuntamiento de Varadero data de la segunda mitad del siglo XIX. Se considera que su fecha de fundación ocurrió de manera oficial el 15 de diciembre de 1887, pero aún a inicios del siglo XX muy pocas familias habitaban el lugar.
El Sr. Antonio Torres Armengol creó el Quiosco Torres, que vendía varios tipos de alimentos y en 1888 amplió el establecimiento, hecho a base de tablas y cubierta de tejas, con varias salas de alquiler. En 1925, sus tres hijos Enrique, Oscar y Humberto Torres Ortega construyeron el Hotel Torres en la Avenida Dos, de 55 habitaciones amplias con baño privado y un espléndido comedor para más de 150 comensales, este es el decano de los de su clase en Varadero.
Cuenta con las comodidades para proporcionar al veraneante un servicio eficiente, además con lavandería propia con maquinaria movida por electricidad.
El Club Náutico de Varadero se construyó en 1910 cuando se realizaban la Regatas en la costa sur.
El Hotel Varadero fue el primer hotel que existió en el famoso balneario.
Fue construido bajo la dirección del ingeniero Jorge Larrieu. En mayo de 1915, Emiliano Massuet, párroco de Cárdenas, bendijo el edificio en una ceremonia a la que asistió lo más notable de la sociedad cardenense y el 14 de diciembre de 1915, finalmente, se inauguró.
Estaba situado frente al mar. El edificio de dos plantas estaba construido en madera, con techo de tejas y tenía para el disfrute de sus huéspedes amplios balcones y portales. El alquiler de sus habitaciones podía considerarse alto para la época.
Por una década funcionó como hotel, hasta el terrible ciclón del 26 que destruyó por completo el del Club Náutico, ubicado entonces al sur de la Península. A partir de ese momento el Hotel Varadero dejó de funcionar como tal para convertirse en la sede de la mencionada asociación.
En 1911 se construyó la carretera desde Cárdenas a Varadero, de 20 km de longitud.
En 1919 residían solamente 193 personas en la zona.
Los cubanos de buena posición económica fueron los primeros que se dedicaron a construir para su ocio y recreo numerosas residencias en el litoral norte de la Península de Hicacos. Una de esas figuras fue Eugenio Silva Alfonso nació el 8 de abril de 1878 en La Habana. Su padre Francisco Antonio Silva Mugica y su madre María de los Dolores Alfonso Madán. Su hermana Antonia Silva y Alfonso.
Su primera esposa fue Georgina Leonarda Giquel Echevarría y tuvieron cinco hijos: Ofelia J. (1911-1999), Eugenio (1911-1957), Jorge Pedro (1914-2000), Otilia (1917-2005) y Olga.
Eugenio participó en la Guerra de Independencia y allí fue un prominente oficial del Ejército Libertador Cubano. Luego durante la presidencia del ingeniero Mario García Menocal entre 1913 y 1921, fue cuando Eugenio Silva obtuvo su grado de coronel.
Su segunda esposa fue Isabel Bellhart.
El coronel Silva Alfonso fue una figura importante en el desarrollo del deporte del Polo en Cuba y en 1921 participó al frente de un equipo de Polo en los EE.UU.
Podemos decir que el nacimiento de Kawama fue el 28 de octubre de 1931 cuando el coronel Eugenio Silva adquirió este lugar deshabitado y cubierto de mangles, una finca titulada Cueva del Muerto de 4 caballerías por un valor de $250,000, en el barrio de Guásimas Estos terrenos se hallaban situados en las inmediaciones de la Laguna de Paso Malo, singular sitio a la entrada de la península, según testigos de la época describen como sede permanente de una colonia de patos de La Florida, los cuales eran fácil presa de caza para los que visitaban el lugar.
El origen del nombre que se le pone a este lugar se explica a través de dos versiones: la primera, lo relaciona con la existencia en Varadero de un Club para señoritas llamado “Campamento Kawama, propiedad también de Silva. La segunda, recuerda la existencia en el lugar de gran cantidad de kawamas (tortugas), las cuales venían a desovar con frecuencia en las arenas de esta zona.
Eugenio Silva Alfonso parceló en lotes el potrero según plano elaborado en 1933 por el ingeniero José Joaquín Lima y lo bautizó como Kawama.
El Central Pilar, demolido en 1932, cercano al pueblo de Gaspar en el municipio de Ciego de Ávila, era del ing. Mario García Menocal en sociedad con el coronel Eugenio Silva Alfonso y el general Eugenio Sánchez Agramonte, los tres aportaron $150,000 cada uno.
El 31 de diciembre de 1931 Eugenio Silva Alfonso (propietario de Kawama), construyó un pequeño aeródromo privado que le servía para comunicarse con La Habana. El 21 de julio de 1935 lo acondicionó para los vuelos comerciales entre La Habana y Varadero lo que demostró el desarrollo comercial estaba extendiéndose hacia sitios fuera de la península. El viaje duraba 40 minutos. Luego en 1952 se convirtió en internacional con una línea directa a Miami.
Este aeropuerto conocido como Varadero o Santa Marta o Kawama está situado al sur del motel Kawama y del motel Oasis y al norte del pueblo de Santa Marta y su pista se extiende paralela a la porción de la Vía Blanca de Matanzas a Varadero.
La Estación de Servicios Kawama, para darle servicio a los automóviles, estaba situada en el km 17 de la carretera de Cárdenas a Varadero. Sus dueños, Eugenio Silva Giquel y su tío Evelio Giquel Echevarría, ambos miembros del Club Kawama, Cámara de Comercio de Varadero y del Club Náutico de Varadero.
A inicios de la década del ‘30 cuando se comenzó la construcción de otras importantes edificaciones, como casas de recreo, hoteles, restaurantes, etc. que poco a poco contribuyeron al desarrollo urbanístico de la península y a su rápido desarrollo turístico, como por ejemplo la edificación de la mansión Xanadú, construida en 1930 por el millonario norteamericano Irenée DuPont Belin (1876-1963) en la mejor zona de la playa.
Irenée fue un empresario estadounidense, presidente de la empresa DuPont y director del fideicomiso DuPont. Nació en New Castle, Delaware, su padre Lammont DuPont La Motte (1831-1884) y su madre Mary Belin.
Su padre Lammont, entró en el negocio familiar y utilizó sus conocimientos de química para patentar la pólvora B en 1857. Su invención utilizaba un económico nitrato de sodio peruano y chileno, que había descubierto en 1858 que podía usarse para fabricar pólvora negra a un costo más bajo que el nitrato de potasio. Teniendo su hijo Irenée 8 años, murió en una explosión de nitroglicerina el 29 de marzo de 1884, en Gibbstown, Nueva Jersey.
Su abuelo Alfred V. DuPont (1798-1856) era uno de los 8 hijos de Eleuthere Irenée DuPont de Nemours (1771-1834) un francés-americano que sus negocios estuvieron ligados a la pólvora y la industria química derivada del petróleo. La DuPont estuvo relacionada con la General Motors y con el Proyecto Manhattan (las Bombas Atómicas lanzadas sobre Japón en 1945).
Irenée, se graduó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1897. Trabajó para Fenn’s Manufacturing Contracting Company durante varios años antes de unirse a DuPont en 1903. DuPont trabajó primero en la organización de una división de construcción en pólvora negra, luego trabajó como tesorero asistente, asistente del gerente general y gerente del departamento de desarrollo. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial era el vicepresidente y fue nombrado presidente del comité ejecutivo un año después. Fue el presidente electo de DuPont de 1919 a 1925, donde supervisó el desmantelamiento de las producciones bélicas de la compañía de la Primera Guerra Mundial. Se retiró de la junta directiva de DuPont en 1958 y fue sucedido por su hijo Irenée DuPont DuPont.
Se casó en 1925 con su prima Irene Sophy DuPont (1900-2001) tuvieron 8 hembras y un solo varón. Una se llamaba Margaretta y otra Constance. Su empleado de confianza era Carlos.
En 1927 Irenée DuPont Belin decidió asentarse en Varadero acababa de abandonar la presidencia de su emporio químico, que ya por entonces empleaba a 90,000 personas y abarcaba 74 fábricas y empresas. Aquel hombre retirado tenía entonces 51 años y buscaba un lugar tranquilo junto al mar donde pasar sus cada vez más largos ratos de ocio, y como muchos norteamericanos, lo encontró en Cuba.
Sin pensárselo demasiado, aquel mismo año, DuPont compró 180 hectáreas de tierra en la península de Hicacos, por las que pagó $90,000.
El terreno incluía 8 kilómetros de playa virgen, pero él prefirió la zona rocosa de la peña de San Bernardino para edificar su mansión, una casona de 11 cuartos y otros tantos baños, además de tres terrazas, siete balcones y embarcadero privado.
Humilde siempre, DuPont bautizó su nuevo hogar con el nombre de Xanadú, nombrecito que tomó de la novela del poeta inglés, Samuel Taylor.
La casona de cuatro plantas fue diseñada por los arquitectos Félix Cabarrocas y Evelio Govantes, quienes utilizaron maderas de cedro, caoba y sabicú para los techos, barandales y columnas, mientras que el suelo fue levantado con mármoles importados de España e Italia. La obra o la broma costó $400.000 y fue terminada el 30 de diciembre de 1930.
Aficionado a la música, en 1932, DuPont dedicó $110,000 a instalar un descomunal órgano en el sótano de la casona, con dos conductos, uno hacia el mirador o torre y el otro hacia el vestíbulo, lo que permitía oír su música sin molestar a los que se encontraban en sus habitaciones.
Construyó un campo de golf de 9 hoyos en los alrededores para jugar con sus amigos.
Xanadú se convirtió en una leyenda en Varadero. Cada año, DuPont llegaba en su avión y aterrizaba en su pista privada o en su yate Hicacos, a principios de enero y pasaba allí cinco meses, durante los cuales una buena parte del pueblo vivía de él.
Entre sus múltiples invitados estuvo en 1938, James Roosevelt II (1907-1991) el hijo y secretario del presidente Franklin Delano Roosevelt.
Uno de sus entretenimientos era el amaestrar las iguanas que vivían en sus tierras.
Así fue hasta 1957, ya con 81 años, estaba lloviendo, se resbaló en la escalera exterior y se fracturó una pierna, se fue a los EE.UU. y no volvió más. Sus empleados conservaron la casa y el campo de golf hasta que llegó el Ladrón en Jefe y se quedó con todo sin tener derecho alguno.
En 1930 surgió el Club Kawama conociéndose en aquel entonces como Kawama Beach Club.
Eugenio Silva, originalmente construyó 7 cabañas y luego mandó a levantar una casona señorial de ambiente colonial español para el disfrute de su familia, a la que se dio por nombre El Cortijo, inmueble que era altamente preferido por sus clientes.
Su dueño Eugenio Silva Alfonso y al morir su esposa Georgina L. Giquel, se casó con Isabel Bellhar. Años después dividió la propiedad en dos, la mitad para él y la otra para sus hijos, los cuales en 1945 vendieron su parte al arquitecto Nicolás Quintana. Durante el período Silva- Quintana se agregaron varias habitaciones hasta completar un total de 60.
En la década del 40 el periodista cubano Ángel Lázaro, desde las páginas de la Revista Carteles hacía consideraciones que mantienen vigencia en la actualidad: “No es un hotel, sino una serie de bellos edificios aislados entre sí por la vastedad del parque. El huésped tiene la sensación de hallarse en casa propia. Un bien entendido estilo rige la arquitectura general de las diversas viviendas. Nada de madera. La piedra ha sido empleada con fino y artístico sentido del lugar, del fondo marino y campestre sobre el cual se yergue y del fin perseguido por quien ideó todo esto, lograr un ambiente el visitante recibe la impresión de una minúscula ciudad encantada”.
Se dice que en la década del ’40, luego de enviudar de su primera esposa al casarse con la ciudadana americana de origen judío, Isabel Belhar y esta convertirse al catolicismo, puso un cartel a la entrada del Club Kawama que decía:
“No se admiten negros, perros, ni judíos”.
Luego de esto arribó al Club un multimillonario estadounidense con la intención de hospedarse en el mismo, atraído por el confort, las bondades naturales del hotel y por la clientela selecta que allí se alojaba, pero al ser judío no fue admitido, por lo que pidió entrevistarse con el dueño al que le advirtió que iba a construir muy cerca de allí un hotel que le robaría toda la clientela y lo logró, era William Liebow y construyó el Hotel Internacional.
En 1933 eran cinco los hoteles construidos en Varadero.
Desde 1934, Casa La Rosa para los veraneantes que deseaban pasar su estancia en un ambiente más familiar que el de los hoteles, era una residencia particular, confortable mansión situada frente a la playa, en la Avenida Primera, equipada con 18 habitaciones y un elegante comedor con capacidad para 60 comensales. Fundada por la señora Margarita de la Rosa, quien atendía personalmente la casa.
Playa Azul Inn, era otra casa residencial para familias, fundada en 1935 y atendida por sus propietarios, Julio Bermúdez y su esposa Eleonora Caldwell. Contaba con 25 habitaciones lujosamente amuebladas y un espléndido restaurante instalado en los frescos y sombreados corredores que circundaban la casa.
Hotel Miramar, situado en la Avenida Primera, este magnífico hotel era propiedad de la señora Panchita González de Díaz y contaba con 58 habitaciones muy ventiladas, con salida directa a la playa, pudiendo alojar cómodamente hasta 90 vacacionistas. Amplio comedor con servicio de comida criolla y americana, un bar anexo, donde también se podían adquirir helados, refrescos y dulces finos de todas clases y un espléndido salón de baile para el disfrute de románticas parejas.
Casa Morgan, residencia familiar situada en la avenida primera. Sus dueños Adolfo Morgan y su esposa Celia de Cárdenas atendía a sus huéspedes con esmerado servicio de habitaciones y comidas criollas y americanas, preparadas por un experto maestro cocinero.
Chez Roig, conocida como “la mansión de las familias elegantes”, esta residencia ubicada en la Avenida Primera, al comienzo de la playa, fue fundada en 1940 por el señor Santiago Roig, natural de Manguito y vicepresidente de la Cámara de Comercio de Varadero.
Sus 24 habitaciones perfectamente amuebladas, todas con baño privado y un moderno y ventilado comedor con capacidad para más de 60 comensales, con servicio de comidas a la criolla y a la americana.
Tokiona, era una residencia exclusiva para familias selectas y distinguidas. Su dueña María de los Ángeles Irizar de Lorenzo, situada en la 1ra. avenida. Casa de dos plantas inaugurada el 15 de junio de 1940 con 14 amplias habitaciones con baño privado. Espléndido comedor para 100 comensales y un buen surtido Bar.
Casa Mazón, fundada en julio de 1940 su administradora la distinguida dama Matilde Mazón.
Situada en la 1ra. avenida y la calle 6. Ofrecía un espléndido surtido de novedades, artículos de playa, perfumes, suvenires, regalos, objetos de arte, ropa de vestir, de playa y de dormir. Representantes en Varadero de la tienda La Filosofía de La Habana y su numerosa clientela era atendida por: Matilde, Lia y Lola, hijas de Matilde Mazón.
Casino Varadero, contaba con cómodas habitaciones, moderno y elegante salón para bailes diarios, un restaurante con comidas de todo tipo. Su propietario Daniel Vila, en Ave. la Playa y calle 42.
Casa Pilar, una residencia para familias con amplias y ventiladas habitaciones con baños privados. Asistencia completa y una moralidad absoluta. Su dueña Pilar Costa viuda de García.
Hotel Vista Alegre, otro importante establecimiento, situado en la Avenida la Playa y calle 48. Fue fundado en 1936 por Isabel Miranda y en 1941 pasó a propiedad de Leopoldo González Quevedo, su esposa Laureana Miranda y sus hijos: Santiago, Carolina, María Luisa y Margarita.
Contaba con una espléndida marquesina al aire libre, 20 habitaciones y un amplísimo comedor para 300 comensales.
Bar Kukito fundado en 1936 por Juan Sosa, situado en la Primera Avenida. Delicioso lugar con esmerada atención de su propietario y empleados. Buenos licores, refrescos, helados, cigarros y tabacos. Al lado un amplio salón de baile con capacidad para 60 parejas. Alquilaba casetas y trusas para el baño de mar.
Hotel Dos Mares, moderno edificio de tres pisos construido en 1941, en la 1ra. Avenida y la calle 53, por Angela Rodríguez viuda de Parquet, con una capacidad de 24 habitaciones, un amplio comedor roof-garden en los bajos y en la terraza y un excelente servicio de empleados con conocimiento de varios idiomas. Anteriormente perteneció a los hermanos Morán.
Restaurante Hatuey, con numerosa clientela y especializado en arroz con pollo y mariscos.
Sus dueños, Pilar Costa y su hijo Pedro García Costa quien atiende personalmente a sus comensales, tanto en el lunch como en las cenas. Además del café, tiene licores finos. Alquilan casetas y trusas para el baño de mar.
La Casa Blanca, una mansión puramente familiar, propiedad de Lucila Díaz viuda de Torres y de sus tres hijas: Rebeca, Berta y Marta Torres Díaz. Con 8 cómodas y amuebladas habitaciones con todo el confort y franqueza de una casa familiar, en la 1ra. Avenida.
Marbella Club, lugar preferencial entre las casas residenciales para familias, en la 2da. Avenida y calle 42. Su dueño Conrado Sosa Barreto.
Hotel León, en la 1ra. avenida.
Club El Kastillito, fundado en 1940 por Ernesto González, Club y Bar situado en la 1ra. Avenida y la calle 8. Espléndido surtido de licores, café y lunch. Salón de baile para unas 25 parejas.
Casa Portilla Inn, establecida desde 1940 por Luis Portilla y su esposa Zoila Escudero. Con 15 magníficas habitaciones lujosamente amuebladas. Casa rodeada de amplios portales. Su comedor ofrecía sabrosas comidas criollas y americanas gracias a su experto cocinero. Bar bien surtido de licores finos de todas clases.
Hotel Rex, de Francisco Hernández Villar situado en la 2da. Avenida y la calle 44.
Hotel Imperial, de Ramón Díaz Cao, situado en la Avenida de la Playa.
Otros dueños de Casas de Huéspedes eran: Idelfonso Asencio, Ricardo Betancourt, Carmen Blanco Balaguer, Felino Espinosa, Julio García Nieves, Roberto García, Hilda Gatell, Manuel Hartman Román, Pedro López Amador, Ezequiel Pérez, Persa N. Rodríguez, Marino Rojas Pérez, Patrick Sherrier y Manuel Silva.
El 5 de marzo de 1941 fue fundada la Cámara de Comercio de Varadero, su presidente el coronel Eugenio Silva, vicepresidente Santiago Roig, secretario Dr. Maximiliano Quintero y tesorero Paul L. Edwards. Su oficina estaba registrada en el hotel Vista Alegre.
La sociedad comercial Peña de Hicacos S. A. se ocupaba de la venta de terrenos para residencias familiares en la península, bajo la dirección del ingeniero Paul L. Edwards que como administrador ha trazado el amplio Reparto Cuba Chautagua, todo urbanizado con sus carreteras y caminos. El Ing. Edwards era el apoderado de Mr. DuPont.
Hotel Internacional, el más importante de Varadero, propiedad del americano William Liebow que era su presidente. El cubano Ricardo Balbis era el vicepresidente y el puertorriqueño Miguel L. Rosich, el tesorero.
Se inauguró el 20 de diciembre de 1950 a un costo de $3 millones cuyos $2 millones fueron financiados por la Caja de Retiro Azucarero (por cierto, esta y otras Cajas de Retiros, que había muchas, todos sus activos fueron robados por Fidel Castro). Esta fue la primera inversión norteamericana en hoteles tras 20 años de paralización en el giro.
Eran 163 habitaciones, además el ático, el sótano, la azotea, los apartamentos de servicio y el Cabaré Internacional.
Muy próximo a este inmueble, en 1957 se construyeron las Cabañas del Sol, con diseño de los arquitectos Moenck y Quintana, ejemplo de la renovación moderna aplicada a la industria turística cubana.
Motel Oasis, fue inaugurado el 19 de junio de 1956, con 56 habitaciones y a un costo de $1,050,000 que fue construido por la Compañía Sucesores de Arellano y Mendoza, Contratista S.A. de Luis G., Roberto y Alberto G. Mendoza Kloers. Al acto asistieron personalidades de la época y fue reseñado ampliamente por la prensa cubana y extrajera. Poco tiempo después fue arrendado a la Inter-Continental Hotels Corporation, una compañía norteamericana con sede en Nueva York que tenía hoteles por toda Latinoamérica. Estaba situado junto al mar y a unos 7 km del Parque Central de Varadero. Allí fue donde se dieron a conocer Los Zafiros.
La Laguna de Paso Malo se encontraba a la entrada de Varadero y en noviembre de 1956 sirvió para construir La Dársena de Varadero, precisamente en el Km 31 de la Vía Blanca de la carretera Varadero- Matanzas, luego de pasar el Motel Oasis. Por tener una salida al mar servía para la entrada y salida de botes y yates que llegaban hasta de los EE.UU. utilizando sus bien situados muelles. Era un verdadero refugio para los amantes de la navegación.
Club Red Coach, se convirtió en una de las mejores atracciones de Varadero, un elegante sitio para comer, beber y bailar con la música del gran Felipe Dulzaides.
Este sitio tuvo una gran importancia durante el éxodo marítimo de Camarioca a finales de 1965.
En 1949 se iniciaron los vuelos Miami-Varadero-Miami todo lo cual fortaleció el desarrollo turístico de la región.
En 1959, Varadero contaba con 23 instalaciones hoteleras, 18 casas de huéspedes y 30 centros nocturnos de importancia.
Otra gran residencia y una de las propiedades más codiciadas de Varadero fue el Retiro Josone, inaugurada en 1942. Su dueño, José Fermín Iturrioz, administrador de la fábrica de Rones Arechabala, industria reconocida internacionalmente, entre otras, por el ron Habana Club.
Josone era el resultado de la unión de la primera sílaba del nombre de su dueño y la de su esposa Onelia Méndez.
Entre los que tenían casa de veraneo en Varadero estaban: Manuel Azpuru, Jesús Azqueta, Sergio Carbó, Julio Dulzaides, Laureano Falla Álvarez, Isabel Falla de Suero, Alfonso Fanjul, Porfirio Franca, María Luisa Gómez Mena, José Gómez Mena, Dr. Ramón Grau San Martín, Rafael Guas Inclán, Viriato Gutiérrez, Adolfo Marzol, Goar Mestre, Abel Mestre, Miguel Ángel Quevedo, Teobaldo Rosell, Dr. Eduardo Suárez Rivas, entre otros.
Entre los dueños de Bodegas estaban: Marcelo Alfonso Vega, Severo Dávila, Generoso Díaz Toledo, Epifanio González, Sotero Maceiras, Francisco Quintana, Hiram Quintela, Fernando Rodríguez, Amparo la Rosa, Juan Rufín, Ricardo Ruiz y Máximo Soberón Merodio.
Fotografía de Víctor Atón. Ferreterías: Varadero y La Concha. Médicos: Dr. Octavio Díaz Hernández, Dr. Félix López Medina y Dr. Miguel A. Ugarte Machado. Tintorerías: Santiago Salgueiro, Mario Víctores y José Cabaña. Farmacias: Dr. Humberto Silvestre, Dr. Joaquín Oti.
Renta de Bicicletas: Domingo Rionda. Cine: Aníbal Montes del Rosal.
El miércoles 20 de marzo de 1991, Orestes Lorenzo Pérez, mayor de las FAR de Cuba, escapó desde Santa Clara en su MiG-23, volando a pocos metros de altura para no ser detectado por los radares de Cuba y de EE.UU., en apenas 10 minutos estaba aterrizando en la Base Naval de Boca Chica en Key West.
Cómo no pudo lograr que su familia saliera por vías normales, por estar retenidas por Fidel Castro, logró le dieran $30,000 para comprar un Cessna 310, bimotor de seis plazas construido en 1961, un buen avión. Después trazó un plan militar de fuga minuto a minuto, en lo que nada podía fallar. Y todo podía fallar.
En forma secreta envió a dos amigas mexicanas a informarle a su esposa sobre el plan de fuga y llevarle el dinero necesario para poder moverse fácilmente y no depender del transporte público. Después de una espera de 640 días, el sábado 19 de diciembre de 1992, Lorenzo Pérez salió del AeroClub de Cayo Maratón volando a 3 metros de altura consiguió aterrizar en la Vía Blanca entre Matanzas y Camarioca, en la zona cercana a la Playa el Mamey (a 5 km de Matanzas y a 30 km de Kawama en Varadero) y recogió a su esposa María Victoria Rojas (Vicky) y a sus dos hijos, Reynel y Alejandro, de 11 y 6 años. Su tiempo en tierra fue apenas un minuto. Despegó e iba muy cerca de las olas, subió un poco y un poco hasta los 200 pies, luego de pasar el paralelo 24 la mitad del trayecto. Aterrizaron en Cayo Maratón después de haber salido unos 80 minutos antes. ¡Se había vuelto a burlar de los hermanos Castro!
Antes de 1958, desde La Habana por la Carretera Central hasta Matanzas eran 100 km, luego 40 km hasta Coliseo, 18 km hasta Cárdenas y finalmente los 20 hasta Varadero, o sea eran 178 km.
Después de la construcción del túnel de la bahía y la terminación de la Vía Blanca esta llegaba hasta el mismo Varadero y la distancia es de 108 km o sea 70 km menos.
La Península Hicacos cuenta con seis lindas playas, todas con una fina arena y aguas transparentes, de un notable color azul. Es por ello por lo que a Varadero también se le conoce como la Playa Azul de Cuba. Las tres playas más visitadas son: Playa Varadero, de una extensión de 10.8 km., Playa La Alameda, de 4.5 km de extensión, Playa Rincón Francés de una extensión de 3.5 km.
Hay otras tres playas más pequeñas: Playa del Oasis, Playa Punta de Hicacos y Playa Paradisus. Aunque la mejor playa en la península es la llamada Playa Varadero, donde se encuentran los más importantes hoteles de la región.
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