LA FUGA GLOBAL Y FANTÁSTICA DE LOS EMIGRANTES

Written by Demetiro J Perez

2 de enero de 2024

El año 2024 comienza en Francia con la misma carga explosiva que trajo el 2023 que acaba de terminar. Con cada nuevo episodio en las crisis que nos afectan como consecuencia del desorden emigratorio, surge la impresión de que nos pasan una película ya vista. Como un enésimo parto de los montes, la representación parlamentaria francesa estuvo enzarzada varias semanas en los debates para votar o no, ni siquiera llegaron a analizarla, una nueva ley de inmigración vendida al público como una novedad por el gobierno Macron y su ministro del Interior. En el camino surgió un “desequilibrado”, iraquí de origen, que asesinó a un turista en plena calle no lejos de la Torre Eiffel. No le dejó la menor posibilidad: lo acabó con un matavacas.

Como el criminal es nacido en Francia, rápidamente se abrió el debate habitual respecto a responsabilidades: había estado preso por hechos anteriores relacionados con el terrorismo islamista.  Su caso no estaba claro, pero a pesar de haber sido condenado y un perfil que apuntaba a posibles reincidencias. En esta parte no se sabe bien si por adoctrinamiento en la cárcel o por convicciones propias bajo la batuta de algún gurú. Sea como fuere pudo preparar su fechoría cortando la vida a otro inocente. Semanas antes le había tocado a un maestro de Secundaria. Nadie duda que cosas así van a seguir ocurriendo en Francia.

Ante hechos así suelen saltar a la palestra los defensores de los humildes, insistiendo con demagogia tan interesada como barata, en que todo acontecimiento debe ser ligado a injusticias paralelas. Como está sobre el tapete la guerra en Gaza, el campo opuesto a Israel es merecedor de la solidaridad de las izquierdas. Por el momento en Francia el debate no ha alcanzado los niveles de intransigencia alcanzado en Estados Unidos, pero hay ejemplos significativos en la materia.

Cualquiera que sea la circunstancia la falta cae invariablemente sobre los hombros de Occidente. Percibido como blanco de piel y aliando de los Estados Unidos, el israelí es culpable por definición. Poco importa lo ocurrido el 7 de octubre. Al respecto, tengo frescas en mi memoria las imágenes de gozo filmadas en las calles de Gaza cuando los terroristas traían a cadáveres y rehenes desde el otro lado de la frontera. La multitud gazauí exultaba sin complejos. Cosa que no me extraña: en 1991, el primer día de la guerra en Kuwait, fui testigo en París de alegrías similares. Si olvidar cuando el 9/11. Son sentimientos inextinguibles, de gran odio que seguirán recurriendo. 

Gracias a una ósmosis perversa de la calle se pasa a los platós de la televisión y al hemiciclo parlamentario. Así fue en estos días recientes en Francia. El actual gobierno, para mí el peor en medio siglo, cataliza todas las incompetencias posibles. Y como no poseen mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras se han visto obligados con la ley de la inmigración a pactar con parte de sus adversarios. Lo que se nos viene encima con las elecciones europeas programadas para junio próximo huele a órdago. Y teniendo tropas heteróclitas las deserciones continuarán. El martes 19, cuando al final de transacciones contra natura los del gobierno lograron al fin pasar por nariz la ley, buena parte de los periodistas que estábamos en un acto convocado por la UNESCO, pensábamos que aquella noche disolverían la Asamblea. La sangre no llegó al río, pero el impasse no durará. No lo creo. Enero se anuncia caliente con los juegos de París 2024 a menos de siete meses. 

Dos días después se produjo lo inesperado: un avión chárter rumano, con 300 hindúes a bordo aterrizó en Vatry para repostar combustible. En un aeropuerto del oeste lejano de la capital del cual nunca había oído: la pista y su terminal, enormes, están dedicados a carga y flete, después de haber servido a fines militares con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Del jueves 21 hasta el martes 26 por la mañana las autoridades bloquearon la aeronave y a sus pasajeros. Hubo en los medios contorsiones de todo tipo para calificar como “tráfico de personas” lo que cuando se dijo que era un trayecto de Dubái a Managua no planteaba duda alguna: era un enésimo episodio de la interminable circulación de clandestinos que está llegando a la frontera sur de Estados Unidos. De las facilidades dadas por el régimen de Ortega y del dinero que se embolsan ni una palabra en este país. Y que nadie pierda su tiempo buscando información en el periódico de los sandinistas.

Es difícil imaginar cuantos vuelos similares han estado sobrevolando Europa desde hace tiempo. No tengo la menor idea de las trayectorias que emprenden esas huestes de personas procedentes de todas partes. La aventura de estos hindúes, que sencillamente se pusieron fatales, terminó mal con un regreso a Bombay. Pudo ser peor, sin el chivatazo que los comprometió y un poco de suerte, probablemente habrían esperado 2024 en Texas.  No hay más que mirar las fotografías de las caravanas de caminantes que siguen subiendo hacia Nuevo Laredo y sus largas fronteras. ¿Quién puede preocuparse, aparte de ellos mismos y sus familiares, a estas alturas por los miles de cubanos que lo están intentando?

¿Y quién recuerda a estas alturas el libro El desembarco, escrito por Jean Raspail en 1973? Acusado de racismo y de xenofobia, el autor fue atacado con vehemencia, pero su distopía genial ha quedado para la posteridad como una de las visiones más precisas de lo que se nos venía encima. Hoy lo siguen estigmatizando las izquierdas, tan incorregibles como suicidas. Es el momento propicio para comenzar el nuevo año con lecturas así, aleccionadoras e instructivas. Feliz Año Nuevo 2024 a todos nuestros estimados lectores.

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