Como sabemos, o suponemos, al menos. La devoción a La Altagracia, tiene su origen en el desempeño exitoso de las cincuentenas higueyanas y seybanas en la Batalla de la Limonade. 21 de enero de mil seiscientos noventa y uno. Los vencidos en la Limonade eran franceses y piratas. Todavía no existía la comunidad haitiana. Digamos esto de el origen dominicano de la devoción a la Altagracia, pues se entiende que ya se conocía esta devoción en Extremadura de donde uno de los fundadores de Higuey trajo el cuadro que hoy veneramos en la Basílica.
Desde los años 60 o un poco después yo veía casi todos los años pasar por Santo Domingo, esas guaguas haitianas de muchísimos colores, rumbo a Higuey. Me enteré que ellos también rendían culto a la Altagracia.
Aquí en Miami, (Misión La Altagracia, de la Parroquia Corpus Chisty,) en las misas del día de la Altagracia a las que yo he asistido, ya hace años venían unos cuantos haitanos. (Más mujeres, mucho más mujeres que hombres) Y el oficiante, en varias ocasiones un Obispo dominicano que tenía su poquito de lengua francesa, los saludaba cariñosamente, en un aparte de la Homilía o al final de la misa.
El caso actual es que aumentando tanto el número de haitianos el Día de la Higueyana, se adopta ahora la costumbre de una misa a las 12 de del mediodía en Creole para los haitianos y una misa en Español para los dominicanos a las 7 de la tarde.
José Tiberio Castellanos
Miami, Fl.
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