Juego infantil con riesgo: equilibrando seguridad y aprendizaje

Written by Libre Online

8 de julio de 2025

Los juegos infantiles que entrañan un riesgo físico moderado, pueden ser positivos para la salud y el desarrollo integral de los niños, si no llegan al extremo de tornarse peligrosos y cuentan con la necesaria seguridad supervisada por los padres, señala una especialista canadiense en prevención de lesiones y pediatría.

Por Rocío Gaia

Con la llegada del buen tiempo, y los días que ofrecen más horas de luz natural y un aumento paulatino de las temperaturas, los niños pueden pasar más tiempo jugando al aire libre, en entornos y mediante actividades, que a veces pueden generar inquietud a sus padres, debido a los riesgos que podrían implicar.

Jugar al aire libre, tomando riesgos no excesivos, es esencial para la salud y el desarrollo integral de nuestros hijos, según la doctora Mariana Brussoni profesora de pediatría en la Universidad de Columbia Británica, UBC, al oeste de Vancouver, en Canadá. 

También dirige la Asociación para el Aprendizaje Temprano Humano (HELP), destinado a mejorar la salud y el bienestar infantil a través de la investigación interdisciplinaria y la movilización de conocimientos; y el Laboratorio de Juegos al Aire Libre (OP-Lab), que estudia el juego infantil con riesgo al aire libre y la prevención de lesiones.

La doctora Brussoni analiza los beneficios del juego con riesgo pero equilibrado con la seguridad y ofrece consejos a los padres sobre cómo alentarlo, basándose en las investigaciones de HELP. 

Juegos estimulantes con una dosis de 

incertidumbre

El ‘juego con riesgo’ es cualquier forma de juego emocionante y estimulante, que para los niños implica una incertidumbre sobre el resultado del juego y existe la posibilidad de que sufran lesiones físicas, según explica.

“Jugar al aire libre, con ciertos riesgos, es mucho más que una mera diversión”, según la directora de HELP. 

“Pedalear cuesta abajo en bicicleta, trepar a un árbol, lanzarse al agua columpiándose en una cuerda o practicar esgrima con palos” son juegos en los que los niños superan sus propios límites, exploran lo que su cuerpo puede llegar a hacer y, finalmente, descubren muchas cosas por sí mismos”, apunta.

El calificativo de ‘arriesgado’ tiene connotaciones diferentes para cada niño, incluso para aquellos que tengan la misma edad y similar nivel de desarrollo, de acuerdo a Brussoni. 

“Hacer equilibrio sobre un tronco caído en el suelo puede considerarse un ‘juego con riesgo’ para un niño de dos años, pero no para otro con mucha experiencia en ese mismo juego”, añade.

Brussoni considera que el juego con riesgo y al aire libre es beneficioso para la salud y el desarrollo general infantil, porque les brinda a los niños “oportunidades para mantenerse activos, explorar diversos movimientos corporales y fortalecer sus habilidades físicas”.

“También se ha demostrado que este tipo de juego ofrece beneficios emocionales, sociales y cognitivos, como ayudar a los pequeños a superar sus miedos, desarrollar habilidades de pensamiento crítico y acostumbrarse a afrontar situaciones difíciles de forma independiente”, destaca.

La Sociedad Canadiense de Pediatría (CPS, por sus siglas en inglés) considera el juego con riesgo como una actividad infantil tan importante, que ha publicado una declaración alentando a los pediatras a considerarlo como una forma de ayudar a prevenir y controlar los problemas de salud en los niños, como la obesidad, la ansiedad y los problemas de comportamiento, según Brussoni.

Para la CPS “las oportunidades para jugar al aire libre, y en particular el ‘juego con riesgo’, han disminuido en los últimos años, en parte porque las medidas de seguridad han buscado prevenir todas las lesiones relacionadas con el juego en lugar de centrarse en las lesiones graves y mortales”.

Hay que diferenciar ‘riesgo’ de ‘peligro’

Esta sociedad médica considera  que este tipo de juego es esencial para el desarrollo, y la salud física, mental y social infantil, aclarando que hay que diferenciar ‘riesgo’ de ‘peligro’, y tener presente que sus beneficios, riesgos y matices, pueden variar según la etapa de desarrollo, la capacidad y el contexto social y médico de cada niño.

Brussoni señala que los padres pueden fomentar en sus hijos el juego con riesgo teniendo en cuenta tres ingredientes clave: tiempo, espacio y libertad.

“Si los padres reservan tiempo para compartirlo con sus hijos, crean espacios de juego estimulantes y empoderan a sus hijos para que jueguen como quieran, éstos pronto se arriesgarán a jugar de esta manera”, asegura.

“Ofrecer un espacio estimulante no significa llevar a los niños a un parque infantil nuevo y sofisticado con juegos fijos, sino brindarles un espacio interesante donde puedan explorar”, apunta. 

“Esto podría incluir elementos o piezas sueltas que estén en nuestro entorno (como arena, hojas, palos y piedras) o materiales (como neumáticos, lonas y cajas), que los pequeños puedan mover y con los que puedan usar su imaginación al jugar”, según la profesora de la UBC.

Brussoni, que es madre, entiende que “parte de ser unos buenos padres consiste en mantener a nuestros hijos seguros”, pero reconoce que “a veces, nuestras propias preocupaciones y el deseo de protegerlos pueden llevarnos a establecer demasiados límites, lo cual puede interferir con su desarrollo saludable”.

Esta especialista acostumbra recordarles a los padres con los que está en contacto, que “los niños deben mantenerse tan seguros como sea necesario, y no tan seguros como sea posible”. 

Las regla de s

eguridad de los 17 segundos

Les recomienda estar preparados para intervenir, pero mantenerse alejados, a menos que el juego de un niño se convierta en un peligro grave para sí mismo o para los demás.

Señala que esto se puede conseguir aplicando la regla de los 17 segundos, la cual forma parte del conjunto de herramientas gratuitas que ofrece el OP-Lab para ayudar a los padres, cuidadores y educadores a ganar más confianza y habilidades para apoyar el juego infantil con riesgo.  

“La próxima vez que quieran intervenir, cuenten hasta 17 y tómense el tiempo necesario para determinar si realmente necesitan intervenir y qué daño podría causar interrumpir el juego. La mayoría de las veces, comprobarán que su hijo está perfectamente bien y ha gestionado la situación por sí solo”, aconseja  Brussoni a los padres.

“Lo más importante es tomar distancia. Darle a nuestro hijo la libertad de que juegue como quiera. Cuando los niños pueden arriesgarse, desarrollan habilidades cruciales para su futuro” concluye.

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