JIMMY CARTER: BUENA PERSONA, PERO MAL PRESIDENTE

Written by Adalberto Sardiñas

7 de enero de 2025

L a semana pasada murió Jimmy Carter. Tenía la venerable edad de 100 años. Fue el expresidente más duradero en la historia de la nación. Y de inmediato, como siempre sucede en la partida de estas grandes figuras, específicamente en los que ocuparon la autoridad más alta de la nación, la evaluación de su gestión en el ejercicio del oficio, es decir, su legado para la posteridad comienza el escrutinio amplio y abierto para darle su sitio en los tomos de historia que recogerán las huellas de su paso por la presidencia.

En Jimmy Carter sobresalen dos vertientes fundamentales: el hombre y la figura pública. 

Como individuo, Carter siempre exhibió esa espontánea sensibilidad propia de la humildad inherente al ser humano legítimo, sin afectaciones, a pesar de su alta magistratura. Hombre de fina decencia, se mantuvo al margen de la demagogia política en favor de la transparencia en su comunicación con el pueblo americano. Se puede decir, sin desviarse de la realidad, que Jimmy Carter aportó a la Casa Blanca lo mejor de sus intenciones dentro de un marco de admirable carácter. A cualquier americano común le hubiera gustado tenerlo de vecino. ¿Pero de presidente? Bueno, ahí, el panorama cambia. A pesar de todos sus atributos como ciudadano, como persona, como sensible ser humano, siempre abogando por los derechos humanos, a nivel global, en capítulo aparte, su gestión como presidente dejó mucho que desear. Fue, en el contexto general de su actuación, un mal presidente.

Aunque, a raíz de su muerte, la proliferación de artículos y opiniones, de todos matices, se han desbordado en todos los vehículos de información destacando los pros y contras de su presidencia, no cabe duda de que Jimmy Carter no disfruta, al menos en estos momentos preliminares en la contemplación de su legado, de un consenso favorable en el mundo de esa élite de destacados estudiosos de pasados presidentes. Sus cualidades personales, con toda su resonante evidencia, no son suficientes para disipar sus muchos errores, sobre todo en la economía y política exterior, que le limitaron su tiempo de mando a un término.

A los cuarenta años de su estancia en la Casa Blanca todavía permanecen en la memoria popular las interminables líneas para obtener gasolina, la inflación cercana al 19%, la crisis de Irán con sus 60 americanos tomados como rehenes en nuestra embajada en Terán por orden del Ayatola Khomeini para ser liberados el día de la inauguración de Reagan como presidente.

Muchos, en las filas demócratas, como era de esperarse, elogian la función de Carter en la presidencia trayendo a la discusión el tratado entre Menachem Begin de Israel y Anwar Sadat, de Egipto, que, en efecto fue, su más notable logro en materia de política exterior.

Sin embargo, Carter ha sido notablemente mencionado por su mantenida posición antiisraelí y decididamente pro palestino. En ocasiones, más frecuentes que la prudencia pudiera indicar, Jimmy Carter lanzó expresiones consideradas como antisemitas en varios escenarios dentro y fuera del país. Para la mayoría de comentaristas y pundits, Jimmy Carter no sólo fue un mal presidente, sino que, igualmente, fue un pésimo ex presidente, no obstante su meritoria labor como propulsor de su esfuerzo caritativo de Habitat for Humanity.

Carter, en los tiempos posteriores a su oficio, ya como expresidente, solía, (acorde a comentarios de prominentes demócratas de la época) molestar a actuales presidentes con intromisiones embarazosas que llevaron a Barack Obama a retirarlo de la lista de oradores de su convención del 2008.

Otro incidente menciona a Bill Clinton seriamente molesto por una delicada situación en su política exterior con Corea del Norte por indiscretas interferencias de Carter. Al respecto, el historiador presidencial Tim Naftali, en un programa de CNN días después de la muerte de Carter, dijo que éste acostumbraba a inmiscuirse en asuntos de sus sucesores, cosa que, obviamente, los irritaba.

La presidencia de Carter, y él, en sí mismo, posteriormente, como expresidente, es, en cierta manera, y de forma notoria, una mescolanza de contradicciones. De una parte, es un luchador incansable por los derechos humanos, y por otra, mantiene contactos y mano suave con dictaduras como la de Cuba con la cual pretendió en su día, suavizar la postura americana contra la primera dictadura comunista en las Américas. Además, su reconocida aversión contra Israel le llevó en cierta ocasión a sugerir que la violencia palestina era entendible. 

Una definición aceptable sería decir que Jimmy Carter fue un buen hombre que asumió la presidencia a mal tiempo.

La cuestión, por los historiadores a decidir, es si él hizo los problemas que encontró peores por sus errores y vacilaciones, o, si su turbulenta presidencia quedó atrapada en una era de inescapable vorágine tumultuosa que se venía forjando varios años antes.

Para los historiadores que siguen, generalmente, un método apodíctico de pura y humana razón, queda la tarea de escrutinio minucioso para llegar a una conclusión justa. Para el pueblo americano que vivió y sufrió su presidencia, permanecen vivos en el recuerdo: la escasez de combustible, una súper elevada inflación, estratosféricos intereses, tropas soviéticas marchando hacia Afganistán, estudiantes iraníes asaltando nuestra embajada tomando americanos como rehenes y una penosa disminución de la nación americana ante los ojos del mundo. 

En una parte de la población Jimmy Carter podría ser visto como un hombre decente, víctima de la situación política del país en ese momento histórico; pero sería una fotografía distorsionada del impacto real que Jimmy Carter tuvo en nuestra política doméstica y por extensión en el mundo.

En nuestra conclusión personal Jimmy Carter fue un buen hombre, con toda certeza un gran vecino, pero un fracaso como presidente.

BALCÓN AL MUNDO

Recién comienza el nuevo año y la noticia, trágica y espeluznante, se nos enfrenta de sopetón:  un atentado en New Orleans, supuestamente de origen terrorista, deja un saldo de 15 muertes y más de 30 lesionados. Las autoridades y las agencias de investigación predicen que no es un acto de lobo solitario, sino una conspiración terrorista en conexión con ISIS, la organización musulmana que viene dejando rastros de masacres indiscriminadas en todo el mundo que no practica su religión. 

Empecemos por entender que combatir estas actividades no es tarea fácil. Esas organizaciones terroristas fanáticas tienen amplios recursos y sus miembros, por su naturaleza irracional, en nombre de doctrinas ausentes del apego a la vida, se inmolan y disponen de vidas ajenas con la misma facilidad con que sacrifican la suya. 

Por esta razón, al margen de otras, nuestros servicios de investigación y protección ciudadana están en continuo estado de alerta, aunque, evitar actos como este de New Orleans en un 100% es práctica y humanamente imposible.

Este es un peligro siempre presente y que reclama nuestra vigilancia y preocupación todo el tiempo para minimizar sus efectos.

Es parte de la vida en este mundo tan convulso repleto de ignorancia y fanatismo.

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Previendo medidas restrictivas en la ayuda militar, la administración Biden, se apresuró a liberar 6 billones de dólares de fondos del Pentágono para apoyar a las fuerzas ucranianas que combaten a los invasores rusos. 

Se teme que Trump limite drásticamente el apoyo a Ucrania buscando un arreglo negociado que ponga fin al conflicto que cumplirá 3 años de mutuo desgaste el mes próximo.

                                                                *****

La población americana creció 2.6 millones en el año 2024 para alcanzar un total de 341 millones de acuerdo a un reporte del Buró del Censo Nacional.   

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