Roberto Luque Escalona
*Hace unos días, de Cuba llegó una “bola” de que Raúl Castro había muerto. Yo, un muchacho de buena familia educado en el respeto a los difuntos, comencé a llamarlo por su nombre y apellidos, o sea, Raúl Castro Ruz. Pero la noticia resultó falsa, de modo que el sujeto volverá a aparecer en mis escritos como “La China de los Ojos Tristes”.
*Esos espacios que aparecen sin algún motivo en mis artículos en los últimos tiempos son cosa de la computadora. Dentro de unos días llega mi yerno, que meterá en cintura al maldito cacharro. Mientras tanto, seguirán pareciendo cosas raras, como si el articulista, o sea, yo, estuviera loco o “amariguanado”. Por cierto, algunos de los desmadres los puedo arreglar, por eso ustedes ni se enteran.
*Por ejemplo, ahora le dio por escribir todo con mayúsculas. He pasado un largo rato convenciéndola de que se recoja al buen vivir. Tan largo ha sido el rato, que ya se me olvidó lo que quería decir. Ya recuerdo. Se trata de las declaraciones de Hillary Clinton afirmando que Donald Trump es un peligro para el modo de vida americano. Sucede que, si alguien es tan peligroso, matarlo o meterlo en la cárcel sería una medida de beneficio público, de defensa de los intereses de la sociedad. Si someterlo a proceso fuera algo muy difícil, cercano a lo imposible, tal imposibilidad no disminuiría la necesidad de eliminar al sujeto, lo que tendría que hacerse fuera de los límites legales. Para llamarle a las cosas por su nombre, habría que asesinarlo. Precisamente, lo que acaban de intentar con Donald Trump.
*Me pregunto qué se han hecho algunos hombres y mujeres que fueron parte del movimiento en pro de los Derechos Humanos en Cuba. Veamos:
María Elena Cruz trabaja en Radio Martí, donde parece estar muy a gusto. No estoy seguro, pero me parece que ha dejado su vocación primera, que era la poesía. De ser así sería de lamentar.
Rafael Saumell se estableció hace años como profesor de un college texano, la Sam Houston State University, situada en Huntsville, TX. Ya se retiró, pero permanece allí. No está bien de salud.
Indamiro Restano llegó, al parecer no se sintió a gusto y desapareció. No sé qué ha sido de él y no estoy interesado en averiguarlo.
Elizardo Sánchez vino enfermo de Cuba y, hasta donde yo sé, no ha querido relacionarse con ningún grupo o persona.
*Yo sigo esperando por el exterminio de la dirigencia castrista por Alejandro Castro Espín, el hijo de Raúl y de Vilma, pero hasta ahora la guadaña sólo ha funcionado con Fidel Castro Díaz-Balart. Después de “suicidar” al primo, el Tuerto Alejandro se ha recogido al buen vivir. Quizás Raúl le haló las orejas y está esperando que la China de los Ojos Tristes, que ya cumplió 93, cierre para siempre sus tristes ojos.
*Aquí, ya muy cerca de las elecciones. Yo votaré adelantado, que no estoy para muchedumbres. ¿Por quién? Guess. Take a wild guess.
*En contra de la mayoría, nunca simpaticé con Diana de Gales, que tan buena prensa tuvo y sigue teniendo. Me parecía, y aún me parece, que su conducta era totalmente inapropiada, sobre todo en una mujer con hijos adolescentes. Tampoco parecía importarle la clase de crápula con la que se relacionaba. El padre del que murió con ella ahora está metido en líos de pornografía. Caca de camello, esos Fayed.
*Si le gustan las princesas británicas, olvídese de Diana. Les recomiendo a Catherine de Gales, Kate Middleton. ¡Qué belleza de mujer y con que entereza enfrenta su enfermedad! Porque está enferma. De cáncer. ¡Qué enfermedad tan terrible! A mí me ha golpeado de mala manera. Primero me dejó huérfano. Luego, viudo. Y en cualquier momento, difunto.
*En realidad, ya he vivido bastante. En diciembre cumplo 88, que son un montón de años. Yo tengo una herencia de longevidad que muchos quisieran. Rafaela Báster, abuela paterna, vivió hasta los 96. María Borja, abuela materna, vivió 97. Cástula Rubio, bisabuela, llegó a centenaria, con 101. Balvanera Escobar, tatarabuela, vivió 103. Yo desciendo de esas cuatro señoras, pero ellas no eran parientas entre sí, o sea que tengo una herencia genética como para preocupar a ciertos hijos de mala madre.
*Todos los viernes desayuno con un grupo de amigos, entre ellos, Chamby Campos, cronista deportivo. Siempre se me olvida preguntarle por qué en Miami no se habla para nada de José Canseco y Rafael Palmeiro, los dos más grandes jonroneros nacidos en Cuba. Con Canseco hubo un hecho sorprendente: se ofreció para jugar por lo que fuera con los Marlins porque su interés era llegar a los 500 jonrones y sólo le faltaban poco más de 30. Hubiera sido una atracción de taquilla como no la ha habido aquí. Sin embargo, fue rechazado. Los magnates del beisbol, gente mala y rencorosa, no le perdonaron lo que dijo sobre el consumo de esteroides en el baseball.
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