JAN Y CUJE

Written by Libre Online

27 de agosto de 2024

Por Roberto Luque Escalona

*Me pregunto si la mudada para el norte de Oriente de la China de los Ojos Tristes tendrá alguna relación con su muerte. ¿Será que la China siente la cercanía de la Flaca de la Guadaña y no quiere un viaje largo hasta Mayarí Arriba? Quizás recuerde las peripecias del convoy funerario de su hermano, que incluyó un vehículo “encangrejado”. Me pregunto también si no le habrá dado por pasar sus últimos días, porque últimos tienen que ser, en la casa familiar -para él casa natal- de Birán.

*Por cierto, cuando de niño en el batey de Báguanos oía hablar, no precisamente bien, de “los Castro de Birán” no podía imaginar el papel que tendrían en mi vida.

*Un saludo a Carlos Carralero, mi amigo y compañero de correrías italianas, que acaba de publicar un libro de poemas que por supuesto leeré.

*Toda una joya la señora Kamala Harris. No creo que tales adornos le sirvan de algo ante Donald Trump, un político superior. Ella y él han sido gobierno, pero con resultados muy disímiles, que, si sólo ellos contaran, el resultado sería una avalancha a favor de Trump, pero hay otros factores que llevan a algunas personas, no pocas, a emitir su voto.

*Recuerdo ahora las que iban a ser y no fueron las últimas elecciones en Cuba, las que debieron celebrarse en octubre de 1952. Yo siempre tuve como seguros ganadores al binomio ortodoxo formado por Roberto Agramonte y Millo Ochoa, hasta que, décadas después, ya en el exilio, Manuel Márquez-Sterling me convenció de que los ganadores hubieran sido los del Partido Auténtico, Carlos Hevia y Luis Casero. Márquez -Sterling era un analista fuera de serie y sus argumentos resultaban muy difíciles de rebatir. Recuerdo que uno de ellos era que tanto Hevia como Casero tenían experiencia en tareas de gobierno, mientras que Millo y Agramonte carecían de ella. Agramonte no era un político, sino un profesor universitario llevado a la política por su caprichoso primo Eddy Chibás. En cuanto a Millo Ochoa, su amplia experiencia había sido solamente parlamentaria.

*¡Cristo, como pasa el tiempo! Por estas fechas, hace setenta y tantos años, murió Eddy Chibás, un político con matices demagógicos, pero que pudo habernos salvado de esa plaga llamada Fidel Castro. 

De estar vivo Chibás, a Batista, hombre dotado de cierta prudencia, ni siquiera le hubiera pasado por la cabeza dar un golpe de Estado. Chibás hubiera lanzado a su gente, que no eran pocos, a las calles. Claro, que el futuro de un país dependa de la vida de un político arrebatado no presagiaba nada bueno. Y nada bueno ocurrió tras la muerte hasta cierto punto fortuita de Eduardo Chibás, que murió tras un falso intento de suicidio a pesar de estar atendido por el mejor equipo médico de Cuba, lo cual no era poca cosa no ya para nuestro país, sino para cualquier otro.

*Un vistazo a Ucrania, que está resultando la tumba del prestigio del ejército ruso. Los alemanes la ocuparon en pocos días al iniciarse la II Guerra Mundial, pero los rusos parecen empantanados en lo que fuera su antigua posesión. 

Tengo la impresión de que algo muy destructivo está minando el espíritu del pueblo ruso. Están como volviendo a los tiempos de la I Guerra Mundial, cuando los desastres militares le abrieron el camino del poder a los bolcheviques.

*Ahora quién sabe por qué, recordé a Vietnam. ¿Quién o quiénes fueron los malditos imbéciles  hijos de puta que promovieron aquel inmenso esfuerzo de guerra para evitar que un país lejano e insignificante fuera tomado por los comunistas? Todo eso mientras se desentendían de la sovietización de Cuba, que en modo alguno es un país insignificante y está a 90 millas del territorio americano.

Con la quinta parte de los recursos en hombres y material bélico invertidos en Vietnam se hubiese barrido al castrismo… y de paso a mí, que entonces era miliciano.

*Un recuerdo de aquella época: Estaba yo de guardia en una plantación de aguacates. Supongo que para evitar que los imperialistas se llevaran los frutos, cuando escuché una voz infantil:

– ¡Miliciano, comemierda!

Me volví. Era un guajirito de las cercanías. Escondido tras uno de los árboles. Tan pronto le di la espalda escuché de nuevo el grito.

– ¡Miliciano, comemierda!

Como yo aparentaba no hacerle caso, ensayó una variante:

-Mi- li- ciano co-me-mier-da.

Como yo seguía sin hacerle caso, atacó con todo:

– ¡Miliciano, maricón!

Me volví tratando de poner cara de malo, pero el guajirito no la vio. Iba que jodía entre los árboles de aguacate.

Temas similares…

MI RELACIÓN CON EL GPS

Esteban Fernández Roig Jr. Sostengo una rara relación con la joven del “GPS” que me ayuda a llegar al lugar deseado....

0 comentarios

Enviar un comentario