*Bueno, bueno, Joe Biden salió tan destimbaladito de su encuentro con Trump que me parece que llegó al final de su camino político. Llegó a donde nunca debió haber llegado. En enero -o antes si, se tercia- que se vaya a Delaware y se quede allí hasta que Dios lo llame.
*Pues no. El viejito dice que no se va, y sacarlo sin su consentimiento parece que no va a ser fácil.
*La cantante Taylor Swift se escarbó las narices estando en escena. Tuvo éxito, pues logró capturar la mucosidad que la estaba molestando. La felicito por su exitosa chusmería.
*La sustitución de Biden como candidato no es tan simple como yo creía. Hay dificultades legales que yo les explicaría si las entendiera, pero como no las entiendo… Es que yo, aunque hoy hace treinta años que llegué a este país, cuya ciudadanía poseo, no soy un verdadero americano. Mi amor por América no puede borrar el hecho de que llegué aquí con más de cincuenta años cumplidotes.
*Volviendo a Biden y a su debacle ante Trump, los que quieren que se vaya deben sacarlo. Él no se va a ir. Se ha pasado toda su vida recibiendo golpes, algunos de ellos terribles, algunos de los cuales no tienen nada que ver con la política, y ahí está, jode que jode. Aunque no soy de los suyos, debo reconocer que el tipo is a tough guy. No es un Fidel Castro, a quien sus hijos le importaban un carajo, y que preñaba a sus mujeres sólo para demostrase a sí mismo y al mundo que era lo que no era, o sea, un machazo.
*Aunque… hay que entenderlo. Comprendo que es muy cómodo ser hijo de Ernesto Luque y Dulce María Escalona, padre y madre que me tocaron en suerte y que no hice nada para conseguirlos. Tener de madre a Lina Ruz y de padre a Ángel Castro ha de haber sido del culín-culán.
*Cuando tenía seis años, el pequeño Fidel Castro fue enviado por sus padres a Santiago de Cuba para que unos extraños se encargaran de criarlo. De la niñez a la Universidad, su vida transcurrió en internados. No hubo amor para el pequeño Fidel. Si lo hubo para Ernesto Guevara, cuya familia vivía pendiente de su asma, moviéndose de un lugar para otro buscando el que aliviara la enfermedad del pequeño Ernesto. Sin embargo, estos dos seres, nacidos en sitios muy lejanos el uno del otro, en países muy diferentes, en muy diferentes familias, tenían en común no solo la crueldad, sino también el rechazo a la higiene, que en ambos era notorio. A Fidel lo apodaban Bola de Churre y a Guevara Chancho, que significa “cerdo” en el hablar argentino.
Una diferencia es que Ernesto se burlaba de su mote mientras que a Fidel le molestaba el suyo, diferencia que se originaba en que el argentino no padecía los complejos de inferioridad que atormentaban a Fidel. Si algún complejo tenía Ernesto Guevara de la Serna era el de superioridad, que fue la causa principal de su temprana y desdichada muerte.
*Las conversiones a una nueva religión suelen promover absurdos fanatismos. Una amiga a la que quiero mucho y desde hace mucho tiempo, convertida al judaísmo, me dice que España se hundió después de haber expulsado a los judíos. La expulsión fue en 1492 y durante los siguientes 140 años los ejércitos y armadas españoles no perdieron una sola batalla, apabullaron a los turcos en Lepanto y a los franceses en Pavía y establecieron un enorme imperio en el Nuevo Mundo, lo cual me hace concluir que los judíos no eran un elemento fundamental en el poderío español. Sorry, Carmucha, my dear, pero así es como yo lo veo.
*Donald Trump parece cada vez más indetenible. En cuanto a repetir el pucherazo que llevó a Joe Biden a la presidencia, me parece imposible, de modo que los demócratas van a tener otros cuatro años con Trump en la Casa Blanca. Además, mientras el Partido del Burro está huérfano de figuras, entre los republicanos abundan los -y las- presidenciables.
*Me pregunto en qué paró la construcción de un gigantesco edificio en la furnia que da a las calles K, 23 y 25, en El Vedado. A los comunistas, al menos a los comunistas cubanos, no se le dan bien los rascacielos. En realidad, casi nada se le da bien a esa gente.
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