JAN Y CUJE

Written by Libre Online

9 de abril de 2024

Por Roberto Luque Escalona

*Inaudito: un gigantesco portacontenedores embiste contra el puente que atraviesa la bahía de Baltimore y lo destruye, que la reconstrucción equivaldrá a construirlo de nuevo. A los trabajadores muertos no hay quien los reconstruya. Mientras, el puerto de Baltimore, uno de los principales del país quedará cerrado o, en el mejor de los casos, disminuido en su capacidad de tráfico. Todo eso ocurrió porque el gigante marítimo tuvo una falla de no sé qué. Me pregunto cuántos millones habrá costado la construcción de ese monstruo flotante que, de pronto, sufre una falla eléctrica y choca contra un puente. Es la segunda vez que el Dali, que así se llama el barco, tiene un choque similar. El anterior, en el 2016, fue en un puerto de Bélgica. Como en la letra de Sixteen tons, “If you see me coming, better step aside”. Eso no va con los puentes, que no se pueden mover.

La destrucción del puente ya ocurrió. Lo que no ha ocurrido hasta ahora es un derrame de material venenoso de algunos contenedores que transporta el Dali.

Ese barco es gigantesco, más de 500 metros de eslora, o sea, de largo, y 95.000 toneladas de registro bruto o desplazamiento. Mientras más grandes, mayores pueden ser los desastres que provoquen. Me pregunto si se debe permitir transportar materiales peligrosos en un barco de esas dimensiones. Me contesto: ¡No! Otra pregunta: ¿Por qué con un barco como ese no se utilizan remolcadores para sacarlo mar afuera?

Otra pregunta, esta malévola, insidiosa. ¿Por qué en el puerto de Miami no ocurren esos desastres? ¿Será por la presencia mayoritaria de los cubanos? Como bien dijo Marisela Verena, los cubanos no somos nada chauvinistas, pero, al ser tan superiores, sólo somos realistas.

*Obama, en un palique con Bruce Springsteen -otro que bien baila- dice que los blancos deben aceptar su responsabilidad por la esclavitud. Me pregunto si también deben aceptarla las tribus africanas de la costa atlántica, que vendían como esclavos a los prisioneros de sus guerras tribales. ¿O es necesario ser blanco para cargar con alguna culpa? Yo, por mi parte, no acepto culpa alguna por hechos en los que no participé ni pude haber participado. Y decirles quiero que cuando la esclavitud ya había desaparecido en el Nuevo Mundo, aún existía en las costas africanas del Océano Índico. Los árabes fueron los últimos tratantes de esclavos.

*Mameluke. Así se llama el sable ceremonial de los oficiales del Marines Corp. Tan extraño nombre viene de muy atrás y de muy, muy lejos. Hace siglos, el sultán de los turcos formó un cuerpo militar de mercenarios llamados, no recuerdo por qué, “mamelucos”, que llegaron a ser una especie de potencia en el imperio otomano y terminaron apoderándose de Egipto. A fines del siglo XVIII Francia envió a Egipto, no sé con qué objeto, una expedición armada al mando de un joven y talentoso general llamado Napoleón Bonaparte, que derrotó y dispersó a los mamelucos. Muchos de ellos huyeron por la costa hacia el oeste y terminaron asentándose en Trípoli, donde se dedicaron a la piratería. Poco les duró el negocio. Para su desgracia, entre sus víctimas se contaron mercantes de un país recién nacido llamado América, cuyo presidente, Thomas Jefferson, envió contra ellos un cuerpo armado de reciente creación especializado en desembarcos llamado Infantería de Marina. Los llamados Marines aniquilaron a los mamelucos y, como trofeo de guerra, se llevaron sus sables, que eran muy vistosos y se convertirían en el arma ceremonial de los oficiales del cuerpo. Desde entonces, la palabra mameluke pasó a ser parte de la terminología militar americana. Si alguna vez ve de cerca y desenvainado uno de esos sables, fíjese en una especie de garabaticos grabados en la hoja. Son palabras en árabe, que vaya usted a saber lo que significan.

*Por cierto, si ese general Bonaparte, en vez de nacer en Córcega, Francia, hubiese nacido en Corsicana, Texas, no hubiera sido admitido en la Academia Militar de West Point debido a su baja estatura. Igual suerte hubiese corrido Horace Nelson en la Academia Naval de Annapolis. ¡Qué manera de joder con los chiquiticos! Menos mal que en mis oficios, la literatura y el periodismo de opinión, no funcionan esos prejuicios. Será porque escritores y articulistas ejercen su profesión sentados.

*La invasión de Ucrania por Rusia pudiera tener un efecto positivo: hacerle comprender a Vladimir Putin de lo absurdo que sería enfrentarse a la OTAN. No está de más señalar que a los rusos, que aún después de desmembrada la Unión Soviética tienen el país de mayor extensión territorial, esa inmensidad no les parece suficiente.

*Quiero hacer una comparación entre Rusia y China, esos dos países, siempre gobernados por regímenes despóticos. Los rusos le han dado al mundo literatura, música y danza de la más alta calidad. ¿Y los chinos? El papel y el aló flito.

*Los rusos no son los mejores soldados, pero están lejos de ser lo peores. Cuando aún existían tropas a caballo, los cosacos eran lo máximo en esa forma de combatir. En cambio, los chinos son el único país importante que jamás ha ganado una guerra. Construyeron su famosa muralla para evitar ser invadidos por los mongoles, pero los mongoles, un pueblo salvaje y mucho menos numeroso, de todos modos los invadieron y dominaron. Los mongoles, también llamados tártaros, invadieron lo que hoy es Rusia, pero no pudieron consolidar su dominio, lo que sí hicieron en China. Esto me recuerda lo dicho por un chinito tintorero que yo conocí en La Habana en mi época de estudiante: “Nosotlo lo chino no somo bueno pa la bala. Somo bueno pa lavá la lopa”. Otra de aquellos lejanos tiempos: en Cuba, a los sujetos de malvivir se les llamaba “tártaros”, vaya usted a saber por qué.

*El padre de Patrick Mahomes, el exitoso quarterback de los Chiefs de Kansas City, parece que es “a pain in the entire ass”. Sale de un lio de borrachera para meterse en otro. En su juventud jugó en las Grandes Ligas, uno de esos peloteritos que deambulan de un equipo a otro sin hacer huesos viejos en ninguno. Ahora ya no es un peloterito, sino el padre de una estrella, y lo está celebrando en grande.

*Mi recuerdo para un grupo de peloteros cubanos que no triunfaron en las Grandes Ligas, pero que en ella jugaron cuando sólo había 16 equipos, no treinta como ahora. Roberto Ortiz, Napoleón Reyes, Julio Moreno, Limonar Martínez, Tony Zardón, Adrián Zabala, Roberto Estalella, Fermín Guerra. Esa era otra pelota.          

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