¿Cuántos escritores locos usted conoce que se atreven a escribir de NADA? Ninguno. Yo soy el primero.
La palabra NADA fue mi primera mentira y la que me salvó de un buen regaño. Mi madre me preguntó: “¿Qué tu hiciste, Estebita?” Y yo respondí: “NADA”… Y como mi mamá aceptó esa simple palabrita con mucha ecuanimidad yo seguí utilizándola a través de toda mi vida.
NADA demuestra caballerosidad. Por ejemplo, nos dicen: “Oye, me enteré que anoche saliste con fulanita de tal , y ¿qué pasó?” Un alardoso da detalles. Lo correcto es decir: “NADA, entre nosotros no pasó NADA”.
Nadie me paga NADA por mis escritos. Y eso es magnífico porque si usted se queja con ellos porque hoy estoy escribiendo sobre NADA no me pueden hacer NADA. Es más, no pueden ni rebajarme el sueldo porque no hay NADA que sea menos que NADA…
Mientras tanto, nunca la palabra NADA es más preciosa y esperada que cuando el Doctor termina de examinarnos y nos dice: “¡No tienes NADA!”
Jamás el hablantín nos hace más feliz que cuando nos dice: “Hoy no tengo ganas de hablar de NADA”… O cuando la hija sale por primera vez con un noviecito y no dormimos hasta que regresa y le preguntamos: “Mi niña ¿qué hubo, qué pasó?” y nos responde: “Tranquilo, papi, no pasó NADA”.
Una de las grandes alegrías de los cubanos de hoy en día es que el tirano muerto ya no dice NADA. ¡Ñooooo que descanso, nunca pensé que llegaría ese momento en que si tiene algo que decir que se lo diga al diablo!
¡Cuánto dieran los venezolanos porque Nicolás Maduro hiciera mutis por el foro y no dijera más NADA!
¿Saben ustedes cual es la frase más bella, cortita y brillante de toda la historia mundial? Fue la de Sócrates cuando dijo: “¡En cuanto a mí, sólo sé que no sé NADA!”
Recuerdo que durante los regímenes de Batista y de Castro mis padres invariablemente utilizaban la palabra NADA para evitarme el martirologio. Ante cualquier crítica mía a ambos regímenes mis padres me repetían hasta el cansancio: “¡Usted no se meta en NADA!”
Nunca NADA es más terrible que cuando llega el estado de cuentas (statement) del Banco y nos damos cuenta que no nos queda NADA. Ahí es cuando NADA se convierte en “Me estoy comiendo un cable” o “Ahora si que no tengo ni donde amarrar la chiva”.
Vamos a ver que pueden comentar hoy mis amigos de Facebook porque no dije “ni pío”… No van a tener NADA que decir a favor ni en contra.
Sin embargo, a lo mejor los que me quieren de verdad van a atreverse a decir que «escribir de NADA es una genialidad». LOL
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