Hay hombres que nacen para dar luz. Son como un faro luminoso en la lucha por la libertad de los pueblos. Vicente Méndez fue uno de ellos. Por eso no nos sorprendió cuando recibimos la noticia de que Agustín Figueroa Galindo, otro de los guerreros de la dignidad que irradian destellos de hidalguía, al frente de un grupo de valerosos cubanos, tan valerosos como él, había fundado el Movimiento por la Libertad de Cuba Coronel Vicente Méndez, en medio de una ola de represalias y atropellos que mostraba la ferocidad del régimen comunista de Cuba contra todo el que se atreviera a alzar la voz contra su inhumana política de terror y de muerte. Fue un gesto de admirable valor, de admirable reconocimiento el haber tomado la figura emblemática de este bravo luchador, Vicente Méndez, histórico en su trayectoria de combate frontal contra los que robaron a Cuba su felicidad.
Varios años han transcurrido desde aquél trascendental momento cuando el grupo de seguidores de Vicente Méndez salieron a las calles enarbolando el nombre de ese mártir heroico, uno de los grandes idealistas de Alpha 66, ¡y de Cuba!, dejando así fundadas las bases para una lucha sin contemplaciones. Una lucha sin temores, porque el miedo había quedado anclado en el pasado, junto a la resignación de vivir sin libertad, aceptando en actitud sumisa toda imposición, que es una forma de vivir sin decoro.
Ahora resurge nuevamente, con mucha más fuerza, el poder de ese pueblo que, inspirado en la razón y el historial de lucha de Vicente Méndez, el pasado 11 de julio en actitud de justificada rebeldía, en múltiples ciudades de la Isla salió a las calles exigiendo libertad, en desafiante grito de justicia contra el odio y la maldad; contra la vil opresión de los Castro y su maquinaria de sangrientos represores.
Fue buena la iniciativa de Agustín Figueroa de crear este movimiento por la libertad de Cuba, inspirado en la figura histórica de Vicente Méndez. Y es buena la pujanza de este equipo de valientes cubanos que en los días actuales, entre las fuerzas opositoras de nuestro país integran la punta de lanza que proporcionará la estrepitosa caída de la tiranía.
Para todos los que conocimos a Vicente Méndez y con él compartimos alegrías y tristezas es motivo de orgullo que se reconozca su lucha y se le tome de bandera. Porque fue él un cubano ejemplar es oportuno que se le tome de inspiración y de ejemplo. Nació con el don de amar y de hacer el bien a su pueblo. Por eso no vaciló en tomar las armas cuando Fulgencio Batista, con un golpe de estado motivado por la ambición de poder y carencia de escrúpulos derribó al presidente constitucional de nuestro país, Carlos Prío Socarrás, elegido por voluntad del pueblo en elecciones libres, democráticas, pluripartidistas. Fue el comienzo de una etapa de degradación moral, de desenfrenada violencia, tanto por los nuevos amos golpistas como por los revolucionarios de ocasión que sumieron a la nación cubana en bochornosa etapa de lucha por la preservación de un poder corrupto en sus fundamentos e intenciones, como los árboles que nunca dan frutos ni sombra porque nacen torcidos. Fue el final de la legalidad, el fin del derecho a la prosperidad y al respeto, la guadaña que cercenó toda esperanza de vivir en armónica convivencia, en un país donde la política interesaba mucho menos que el tabaco, la música y el ron.
Y esta desesperanza, aún muy joven todavía pero con profundas raíces de respeto a las instituciones democráticas, a la voluntad de su pueblo, a lo que significa la elección del bien sobre el mal para la consagración de un ideal de amor y de justicia no encontró otra alternativa que, ignorando los privilegios temporales que pudieran representarle sus grados de oficial, ganados por su lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, defendiendo el derecho a la libertad de su pueblo en la cordillera montañosa de El Escambray, nuevamente empuñó las armas y se fue a combatir contra la tiranía insipiente de Fidel Castro y sus camaradas disfrazados de “verde olivo” para ocultar su naturaleza comunista, su apertura siniestra a esa ideología perversa y sombría, que por más de seis décadas ha venido convirtiendo a Cuba en el más desolador escenario de miseria, de acoso y de muerte que ha sufrido en su larga historia país alguno de América Latina.
Asfixiado en el desarrollo de su lucha, a causa de la prometida ayuda en armamentos que nunca fue cumplida, y en busca de otras posibilidades que le permitieran reanudar el combate contra la dictadura de turno, a Vicente Méndez lo acompañaron su experiencia y la suerte, lo que le permitieron burlar los cercos tendidos por decenas de miles de militares y efectivos de la milicia castrista y escapar del país, trasladando de manera temporal su escenario de lucha hacia los Estados Unidos, donde recibió abrigo y una nueva apertura a sus posibilidades de reorganizarse y obtener los recursos necesarios para regresar a Cuba en lucha por la libertad.
Fue Alpha 66 la organización de combate que tuvo el privilegio de incorporar a Vicente Méndez a sus filas. Finalmente, durante la madrugada del 17 de abril del año 1970, acompañado por un grupo de jóvenes valientes, conscientes de su responsabilidad histórica e idealistas como él, desembarcó en la costa oriental de la Isla, cayendo herido de muerte en desigual combate contra las fuerzas de la tiranía comunista de Cuba.
Pero su muerte no ha sido en vano. La heroicidad de sus acciones de lucha son hoy un símbolo inspirador para la juventud cubana. Para esa parte de la oposición conscientes de que no hay otra forma de reconquistar la libertad y hacer que en nuestro país renazca la libertad, la esperanza en un futuro mejor, de respeto a la dignidad humana, de progreso y de paz que salir a las calles en forma masiva, y tomar los derechos que nos corresponden, en el golpe final por el que tanto hemos esperado para poner de rodillas a la tiranía.
Ha llegado la hora de decir presente. Las estructuras del castrismo tienen grietas. Son como un árbol donde el tiempo y la aridez han desconchado su follaje. Ha convertido en lodo sus raíces. La fuerza de la razón y el destierro definitivo del miedo darán a Cuba su libertad. ¡Ha llegado el momento de decir presente!
Ernesto Díaz Rodríguez, Secretario General de Alpha 66
Ex prisionero político cubano con más de 22 años
de encierro cumplidos.
Miami, Fl.
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