Por Jorge Quintana (1957)
Entre los ilustres camagüeyanos que salieron a combatir el régimen colonial el 4 de noviembre de 1868, sumando toda una provincia al esfuerzo iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua, figura Francisco de Arredondo Miranda. Pertenecía a una insigne familia dominicana muy vinculada a los Marcano. Tomás de Arredondo y Pichardo había venido a Puerto Príncipe en el servicio al régimen colonial español. Allí se casó con una camagüeyana y allí murió, en 1838, desempeñando el cargo de Asesor de los Juzgados de Guerra, Artillería e Ingeniería de Puerto Príncipe.
El 2 de julio de 1830 nació Francisco de Arredondo y Miranda en la ciudad de Puerto Príncipe. Allí se bautizó y allí cursó sus estudios primarios. Su educación fue esmerada. Llegó a poseer una notable ilustración musical, destacándose como un notable ejecutante del piano. En 1859 fue nombrado subdirector de la Sociedad Monte de Piedad de Puerto Príncipe. Casado con Elvira Agüero tenía en 1868 dos hijos pequeños. En 1863 adquiere el potrero de San Juan de Dios de Ananá dedicándose un poco a las tareas agrícolas y a la crianza de ganado.
Era un rico propietario cuando le sorprende la noticia de la sublevación de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua el 10 de octubre de 1868. Hombre de confianza de Ignacio Agramonte y del Marqués de Santa Lucía, tomó parte muy activa en la preparación de los camagüeyanos para salir al campo en plan insurrecto y sumarse al movimiento iniciado en Oriente.
El 4 de noviembre de 1888, muy temprano, sale Francisco de Arredondo y Miranda de Puerto Príncipe acompañado de los patriotas Carlos Guerra Agüero, Esteban Estrada Varona y Rafael Benavides dirigiéndose a una de las márgenes del río Clavellinas, para donde estaban citados los conspiradores. Allí se declaran en abierta rebeldía con el régimen español. En total eran setenta y seis patriotas. A las diez de la mañana emprenden marcha para el ingenio El Cercado de don Martín del Castillo y Aróstegui, llegando al mediodía. Allí se procedió a tropezar las tropas. Arredondo fue designado Segundo Ayudante secretario del jefe superior Jerónimo Boza Agramonte. Después, a proposición de Eduardo Agramonte Piña, se procedió a tomarles juramento de fidelidad a la causa a todos los allí reunidos.
Al día siguiente, comisionado por Jerónimo Boza, regresa a Puerto Príncipe llevando una carta para el Marqués de Santa Lucía y otra para el Dr. José Ramón Boza Miranda, instruyéndosele para que, una vez obtenida las respuestas, se incorporara nuevamente. Pudo cumplir felizmente su misión Arredondo y el día 6, muy temprano abandonaba Puerto Príncipe, esta vez en unión del venezolano Cristóbal Mendoza que se iba a incorporar a los sublevados.
Perseguidos por soldados apostados a la salida de la ciudad, logran evadirlos llegando a la loma de La Mula. Dos días después, en el potrero El Delirio, se encuentra con el Marqués de Santa Lucía que, acompañado sólo por su calesero, buscan a los insurrectos para unirse a ellos. El 9, en la finca San Francisco se unen a Ángel del Castillo que con veinticinco hombres ya estaba operando. Prosigue Arredondo para Sibanícú donde encuentra a Jerónimo Boza, incorporándosele. El 12 se separa de Boza para ir con el Marqués de Santa Lucía al ingenio San Antonio. Retorna después al campamento de Boza tomando parte en el ataque al tren que venía de Puerto Príncipe para Nuevitas.
Con nueva comisión de Jerónimo Boza se introduce en Puerto Príncipe el 19 de noviembre. El 20, mientras aguardaba la repuesta de la carta que había llevado, se dirige a su finca San Juan de Dios de Ananá donde sublevó al encargado de la misma, formando una partida con los trabajadores y vecinos. Regresa a Puerto Príncipe de donde sale el 26 dirigiéndose a la loma de La Mula. Ese mismo día se celebraba la histórica reunión de Las Minas donde Ignacio Agramonte desenmascaró las maniobras traidoras de Napoleón Arango.
El 27 volvió a Puerto Príncipe trasladándose a su finca donde se entera de la acción de Bonilla. Opera con Juan Recio Betancourt, ocupándose principalmente de las fuerzas insurrectas. El 29 de diciembre, con la noticia de la llegada de la expedición de Manuel de Quesada a La Guanaja, emprende marcha hacia aquel lugar adonde llega el 30. Allí conoce a Antonio Zambrana, primo de su esposa. El 31 toma parte en la elección del jefe interino de Camagüey, decidiéndose tanto Recio como él por la candidatura del mayor general Manuel de Quesada, que resultó electo. Al reorganizarse las fuerzas camagüeyanas el general Quesada le reconoció el grado de comandante.
El 2 de enero sale de La Guanaja con el general Quesada. El 5 le ordenan que en unión de los expedicionarios Luis Victoriano y Federico Betancourt, Francisco La Rúa, Rafael Morales, Ramón Pérez Trujillo, Gerardo Pérez y Luis y Francisco Lavielle se traslade a Juan Gómez y se pongan a disposición del Comité Revolucionario de aquella localidad.
El 8 llegan a Juan Gómez donde se hacen cargo de custodiar el camino real de Cuba y del Monte del Horno, organizando inmediatamente un servicio de correo con la ciudad. Fue allí donde arrestó a Ramón Zaldívar, al licenciado Francisco Zayas Bazán, Francisco Pichardo Márquez, Esteban Álvarez, Diego de Varona, al licenciado José Agustín Recio, José Antonio Rodríguez y otros que buscaban establecer contacto con la asamblea de patriotas para disuadirles de su empresa revolucionaria. Zayas Bazán, orgulloso, se indignó cuando vio a su calesero hablando con los soldados negros que militaban en las fuerzas Arredondo. Para castigarle su soberbia hizo Arredondo que la escolta de soldados que deberían conducirlo a Sibanicú fuese exclusivamente integrada por soldados negros mambises.
El 7 de abril se dirige a Guáimaro a fin de estar presente en aquel acontecimiento histórico que era la reunión de la Asamblea de Representantes que iba a redactar una Constitución y a elegir el Gobierno de la República, el 10 de abril de 1889. En su “Diario” escribe: “En este inmortal día, de inolvidables emociones, fueron echadas al olvido todas las desavenencias que en los días anteriores habían tenido lugar entre los que acariciaban la dictadura con que venía revestido Céspedes y el querer de los que ambicionaban la implantación de la República Cubana”.
Al día siguiente ya está de vuelta en su campamento de Juan Gómez. Pocos días después, por orden del secretario de Guerra, Eduardo Agramonte, procedía a destruir la línea telegráfica desde el puente de Imías hasta el lugar más cercano posible a Puerto Príncipe. En esas operaciones sostiene varios encuentros con los movilizados. En una de ellas en el camino del Zaragozano, murió su amigo el dentista Pancho Vidal. Después, cumpliendo instrucciones también del secretario de la Guerra procedió a dar lectura, a los esclavos de la zona, del decreto del Gobierno que los declaraba libres y ciudadanos de la República.
En su “Diario” anota la oposición que le hacían los cubanos blancos, dueños de esclavos, para que se llevara a cabo ese acto, que más de una vez tuvo que realizar imponiéndose.
En julio de 1869 el general Quesada le envió a un oficial español que había caído prisionero, a fin de que lo encaminara a Puerto Príncipe pues el mismo conducía pliegos suyos para el general Letona, Gobernador Militar de Puerto Príncipe. El 20 de julio es agregado al Estado Mayor del mayor general Ignacio Agramonte, con quien sale para tomar parte en el ataque a Puerto Príncipe.
Un caballo de su propiedad, prestado por él al comandante Beauvilliers cuando éste dirigía la artillería, en el ataque del 20 de julio de 1869, fue el origen de un incidente con el mayor general Manuel de Quesada. Arredondo, días después de la operación, le pidió a Beauvilliers que le devolviera el caballo. Este se negó alegando que el general Quesada se lo había regalado.
Entendió Arredondo que el general Quesada no podía regalar lo que no era de su propiedad y procedió a apoderarse del caballo de Beauvilliers. Quesada consideró aquello una ofensa y ordenó entonces a Arredondo que devolviera el caballo. Arredondo negó que lo poseyera, pero además alegó que el general Quesada no podía regalar lo que no era suyo.
El general Quesada reaccionó ordenando a Arredondo que se constituyera en arresto para ser juzgado en Consejo de Guerra por insubordinación y falta de respeto a un superior. Después de entrevistarse con Ignacio Agramonte y varios diputados, pasó Arredondo a constituirse en arresto. Desde la prisión envió numerosas comunicaciones a la Cámara de Representantes protestando de lo que él consideraba un acto arbitrario del general Quesada. Cuando pocas semanas después se destituyó a Quesada, las acusaciones de Arredondo y su injusta prisión formaron parte muy principal en el pliego de cargos que se le formularon.
El 24 de diciembre de 1869, sin haberse celebrado el juicio, sale en libertad. Se hizo cargo nuevamente de su campamento. En enero de 1870 sostiene varios combates con la guerrilla española mandada por Francisco Sáenz y José Macía a los que persigue, obligándolos a refugiarse en la casa de vivienda de la finca San Antonio de Bonora. Pese a que pidió auxilio a las fueras insurrectas cercanas, se vio forzado a levantar el sitio por falta de parque, sobre todo cuando fuerzas españolas avanzaban para auxiliar a los sitiados.
En febrero es ascendido a teniente coronel, siendo designado Preboste del Estado de Camagüey, dedicándose a organizar ese servicio en todo el distrito a su mando. En marzo su hombre de confianza, José del Carmen Mañero, que con frecuencia se introducía en la ciudad de Puerto Príncipe llevando y sacando correspondencia, fue delatado por su hermana. Descubierto en la propia ciudad capital camagüeyana es arrestado y con él uno de los hombres con quien se comunicaba llamado Lorenzo Torres.
Con entereza y dignidad fueron fusilados los dos patriotas el 4 de abril de 1870. El 17 las fuerzas del teniente coronel Arredondo se baten con las del brigadier Goyeneche en San Carlos, siendo arrollados los mambises, salvándose Arredondo casi por milagro. El 7 de mayo, en plena manigua fallece su hijo Francisco, de veinte días de nacido en los montes de Najaza. En medio de la persecución de los guerrilleros de Montaner y Tizón, entierra a suhijo y continúa en la lucha. Masón activo organiza en la manigua un taller del que era venerable maestro el Dr. Manuel Ramón Silva y Arredondo era Experto.
A fines de 1870 le salva la vida a los hermanos Manuel Arteaga, a quienes acusaban de facilitar la fuga para el extranjero de elementos revolucionarios que, no estaban autorizados para salir de la isla. Arredondo los hizo arrestar, pero en vez de entregarlos a la Corte Marcial, que los hubiese ahorcado de seguro, los remite a la secretaria de la Guerra, desempeñada a la sazón por Rafael Morales, ante quien diafanizaron su conducta los hermanos Arteaga, prestándoles después eminentes servicios a la Revolución.
El 23 de marzo de 1871 le sorprenden los guerrilleros el rancho donde vive con su esposa y sus dos hijos pequeños. Junto al mismo vivián su madre y hermanas. Estas fueron presas por los guerrilleros. Arredondo pudo escapar con su esposa e hijos. El 17 de julio de 1871 andaba Arredondo por la zona de Tunas cuando recibe la noticia que los guerrilleros habían asaltado los ranchos por San Juan Dios del Portillo, donde vivía su familia. Inmediatamente mandó a uno de sus hombres a que averiguase, retornando éste en unión de su esposa y sus hijos. Los guerrilleros de Tizón habían asaltado su rancho, pero ellos habían podido escapar no sin perder lo poco que aun poseían.
A fines de ese mes un nuevo asalto de los guerrilleros lo obliga a huir con la familia, internándose en el monte, viviendo al aire libre. Aconsejado lealmente por el general Díaz de Villegas, el Marqués de Santa Lucía y el Dr. José Ramón Boza dispone la salida de su familia para la ciudad. Hizo que se presentaran en Vista Hermosa. Fue el 26 de julio de 1871. Dos días después ya estaba de nuevo incorporado al Estado Mayor de Ignacio Agramonte. El 25 de agosto escapa de caer en manos de los españoles cuando acompañando al Marqués de Santa Lucia, cayeron en un campamento español.
En octubre, a proposición del marqués de Santa Lucía, el presidente Céspedes le asciende a coronel. El 24 de octubre abandona el campamento cubano, por instrucción del presidente Céspedes para salir de Cuba, a fin de cumplimentar una misión. Se trataba de restablecer las comunicaciones del Gobierno con el exterior que habían quedado interrumpidas, ello se acordó por el presidente Céspedes autorizarlo a presentarse a los españoles en Puerto Príncipe. La importancia de la misión justificaba ese sacrificio. El Gobierno le garantizó, que una vez en el extranjero, haría de público conocimiento esa autorización.
El 9 de noviembre llegó a la ciudad de Camagüey. Pocas horas después de haber llegado es arrestado, porque se le quería utilizar para que saliese al campo a ofrecer el indulto a Ignacio Agramonte, a lo que se negó rotundamente, reclamando el cumplimiento de la palabra dada por el jefe de la Policía de Puerto Príncipe de dejarlo salir del país si se presentaba. Por gestiones realizadas por su familia fue libertado el 30 de noviembre ordenándosele que abandonara el país en el primer barco que saliera de Nuevitas. El 14 de diciembre se embarca en Nuevitas para Puerto Plata, donde inmediatamente escribe a Ramón de Céspedes en Nueva York, restableciendo la comunicación con el exterior.
El 12 de enero Ramón de Céspedes le contesta ordenándole que quedara en Puerto Plata, a fin de mantener expedita la comunicación con Camagüey y el Gobierno. A fin de no ser gravoso, se dedica a dar clases de piano, a afinarlos y a arreglarlos. El 25 de mayo de 1872 le escriben el presidente Céspedes y el Marqués de Santa Lucía felicitándole por el éxito de su gestión y enviándole documentación que acreditaba el servicio que había prestado a la Revolución cubana, aún a costa de su prestigio personal como patriota. En mayo comienza a preparar el envío de una pequeña expedición que fracasa. Inmediatamente se dio a la tarea de organizar otra que tuvo el mismo destino.
Las disidencias entre los dirigentes de la emigración en Santo Domingo fueron responsables de ambos fracasos. La situación llegó a hacérsele tirante cuando la Agencia General de Jamaica trató de exigirle que en lo sucesivo toda actividad y toda comunicación con el Gobierno la sometiese a la sub-agencia de Puerto Plata, a la que se negó rotundamente. En 1874 se traslada a las islas Turcas para organizar mejor la correspondencia del gobierno con el exterior, así como el empeño expedicionario del general Aguilera, para el que este solicitó su concurso. Al año siguiente regresa a Santo Domingo donde hallábase en 1878, cuando los insurrectos aceptan el pacto del Zanjón.
El 1880 el mayor general Antonio Maceo le solicita su ayuda para organizar un nuevo movimiento revolucionario. Arredondo se dispone a ayudarle, pero éste fracasa y se queda viviendo en Santo Domingo hasta 1886, en que por defender al mayor general Máximo Gómez desde las columnas de “El Avisador Comercial”, es conminado por el Gobierno, a abandonar el país. Se dirige entonces a Caracas donde continúa su labor.
El 26 de marzo de 1886 el Gobierno de la República de Venezuela le concede la Orden del Libertador. Al año siguiente comienza a editar, en esa ciudad “El Avisador Comercial”. Organiza clubes revolucionarios y se destaca, por su intensa labor propagandística del problema cubano. El 19 de noviembre de 1891 el Gobierno de Paraguay lo nombra Vicecónsul de esa nación en Caracas. El 2 de septiembre de 1892 le asciende a Cónsul General. Al iniciarse la revolución de independencia el 24 de febrero de 1895, ofrece sus servicios a la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York.
El 30 de noviembre de ese, mismo año don Tomás Estrada Palma le nombra subdelegado del PRC en Caracas. Para mejorar su campaña fundó “El Propagandista”. Organizó, en total, cuarenta y tres clubes. Al año siguiente renuncia a su cargo de Cónsul de Paraguay por intrigas de la Legación de España. El 25 de abril de 1897, al constituirse el Cuerpo de Consejo del PRC de Venezuela, resulta electo presidente.
El 11 de agosto de 1897, desde los campos de la revolución el mayor general Máximo Gómez escribe: “Para los hombres puros y honrados como usted, para los cubanos que como usted nunca han dudado del éxito de la labor revolucionaria, guardo yo toda mi estimación; y así sus cartas las leo con gusto y me sirven de aliento en el bregar constante de la guerra”.
El 18 de diciembre de 1901 llega a Puerto Príncipe. Después de 30 años de ausencia, retornaba a la patria libertada. En 1902 el Gobierno Interventor del general Wood le designaba para un modesto cargo en la secretaría de Gobernación.
El 3 de agosto de 1910 escribe en el Libro Copiador de Correspondencia: “Viejo, sin ilusiones y cansado de la vida, moriré con la satisfacción de haber consagrado a mi Patria 32 años de servicios activos; y sépase: que si ésta llegase nuevamente a necesitar del servicio de sus hijos para salvar su independencia: juro, y dejo empeñada mi palabra honrada en este escrito: que donde estén los cubanos dignos y de vergüenza, estaré con ellos, como lo estuve el 4 de noviembre de 1868. (Fdo.) Francisco de Arredondo y Miranda”.
Falleció en La Habana, en 1928.
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